El año de Irán de Obama

Sailors from USS Kidd assist an Iranian-flagged fishing dhow
Sailors from USS Kidd assist an Iranian-flagged fishing dhow. Official U.S. Navy Imagery/flickr.

PRINCETON – Ahora que el presidente estadounidense Barack Obama inicia su segundo mandato, él tendrá que dedicar gran parte de su atención a dilucidar la forma cómo poner en orden las finanzas internas de Estados Unidos. Sin embargo, los asuntos de política exterior también cobran gran importancia, y a pesar del actual conflicto en Siria y de la posible propagación de la guerra a lo largo de región Sahel de África, el consenso en Washington es que el año 2013 será el “año que se tome la decisión” sobre Irán.

Obama comenzó su primer mandato ofreciendo relacionarse con esta República Islámica, como él lo expresó memorablemente en su primer discurso inaugural del año 2009, “nosotros extenderemos una mano si estáis dispuestos a abrir vuestro puño”. Repitió ese compromiso, aunque de manera mucho más indirecta, en su segundo discurso inaugural: “vamos a mostrar el coraje para tratar de resolver nuestras diferencias con otras naciones de forma pacífica – no porque seamos ingenuos acerca de los peligros que enfrentamos, sino porque el compromiso puede levantar las sospechas y el miedo de manera más duradera”.

Como el erudito y activista Hussein Ibish sostuvo recientemente (recently argued), Obama ha nombrado un gabinete diseñado con el fin de proporcionarle el máximo espacio para negociar un acuerdo con Irán. En especial, el nombramiento de veteranos militares como Secretario de Estado y Secretario de Defensa le proporcionará una valiosa cobertura nacional para un acuerdo político, mismo que inevitablemente requiere del levantamiento de las sanciones contra Irán y casi con seguridad del reconocimiento de su derecho a enriquecer uranio en un nivel bajo de concentración. Esto debiese ser visto por los gobernantes de Irán no sólo como una señal de que EE.UU. actúa con seriedad con relación a un acuerdo, sino también como una señal de que todo lo que EE.UU. ofrece, probablemente, sea la mejor oferta que dichos gobernantes puedan llegar a conseguir.

La administración Obama ha reunido una extraordinaria coalición de países para imponer sanciones económicas que están teniendo un efecto demostrable sobre el precio y la disponibilidad de bienes en Irán y sobre la capacidad que tienen las instituciones para realizar negocios, inclusive la de instituciones poderosas como ser la Guardia Revolucionaria.

Pero las coaliciones no se mantienen unidas por siempre, y el dolor de las sanciones causa daño con frecuencia en ambos lados, tanto a los compradores como a los vendedores. Países como Corea del Sur y Japón, por ejemplo, han recortado sus importaciones de petróleo de Irán de manera reticente; países como China y Rusia sólo de forma rara aplican sanciones como primera opción.

Además, Obama puede amenazar con que “todas las opciones están sobre la mesa” sólo una cantidad determinado de veces sin que pierda credibilidad con los iraníes y con otros países de Oriente Medio. Como Suzanne Maloney, experta en política exterior de Brookings Institution señala (points out) los países de la región y aún los que se encuentra fuera de ella, ya se encuentran consternados por la falta de liderazgo de EE.UU. en cuanto a Siria. Si EE.UU. hace un intento serio con relación a las negociaciones (realiza una oferta creíble y muestra voluntad verdadera para llegar a compromisos), dicho intento es rechazado y luego no hace nada, en la práctica se declarará como inútil. Lo más probable es que en dicho momento la coalición formada para aplicar sanciones se desintegre en medio de una pérdida de confianza en el liderazgo de EE.UU. mucho más amplia.

Por lo tanto, EE.UU se ha encerrado en un callejón sin salida. El ex asesor de seguridad nacional de EE.UU., Zbigniew Brzezinski, recientemente argumentó (recently argued) de manera enérgica en contra de la acción militar, proponiendo, en cambio, una estrategia que continuaría con las sanciones y ampliaría la disuasión. Al igual que la política de EE.UU. hacia el bloque soviético durante la Guerra Fría, “una amenaza militar iraní dirigida a Israel o cualquier otro amigo de EE.UU. en Oriente Medio sería tratada como si fuese dirigida a Estados Unidos y precipitaría una respuesta acorde de EE.UU.”.

Ciertamente puedo ver la sabiduría en el enfoque de Brzezinski. Sin embargo, Obama llevó demasiado lejos a EE.UU. y a sus aliados por el camino actual. Por otra parte, y de manera crucial, Brzezinski se olvida de que la determinación de Obama en cuanto a impedir que Irán adquiera un arma nuclear no proviene sólo de su preocupación por la seguridad de Israel o la estabilidad de un Medio Oriente más amplio.

Obama se ha comprometido en repetidas ocasiones a lograr la meta de que el mundo se vuelque en la dirección de la iniciativa denominada como “cero global” (“global zero” ) –  es decir, un mundo sin armas nucleares. Él cree (al igual que los ex secretarios de Estado Henry Kissinger y George Shultz, el ex secretario de Defensa William Perry, y el ex senador Sam Nunn) que a menos que el mundo encuentra una manera de vivir sin armas nucleares, nos encontraremos en un sistema internacional en el cual 30 a 50 Estados las posean dichas armas nucleares, y consecuentemente se aumente, a un nivel inaceptablemente alto, el riesgo de un lanzamiento accidental o deliberad. Convencer a las grandes potencias para que eliminen sus arsenales nucleares puede parecer tan políticamente extravagante como lo es impulsar legislación de control de armas en el Congreso de EE.UU., pero en lo que se refiere a dicho asunto, Obama también ha dejado en claro que está dispuesto a intentar.

A pesar de que una política de contención podría ser lógica o atractiva, el compromiso de Obama en cuanto a lograr la desnuclearización global como parte de su legado implica que no va a permitir que otro país adquiriera un arma nuclear durante su mandato, al contrario de lo que hicieron sus predecesores, quienes permitieron que India, Israel, Corea del Norte, y Pakistán las adquirieran. Por lo tanto, lo que se arriesga tanto en EE.UU. como en Irán es de mucha importancia.

Otros países lo harían bien si no subestiman la determinación de Obama; los gobiernos que tienen relaciones con Irán deberían hacer hincapié sobre que el momento para llegar a un acuerdo es el actual. Y, países como Turquía y Brasil (y quizás también India y Egipto) podrían desempeñar un papel útil en la elaboración de maneras en las cuales los iraníes salven su orgullo con el fin de satisfacer las demandas de la comunidad internacional, así como en la elaboración de alternativas a más largo plazo para el enriquecimiento de combustible que sean consistentes con la reducción de la amenaza nuclear global. Los aliados de Estados Unidos, a su vez, deben estar preparados para cerrar filas y apoyar a EE.UU. tanto en las líneas generales de un acuerdo como en su disposición de atacar militarmente.

The art of statecraft is not to choose between war and diplomacy as if they were mutually exclusive alternatives, but to understand how they fit together. In the case of Syria, the West has repeatedly called for diplomacy while ruling out any military action, with predictably bad results. The US will not make that mistake with Iran.

El arte del arte de gobernar no es elegir entre la guerra y la diplomacia como si fueran alternativas mutuamente excluyentes, sino entender cómo dichas alternativas encajan entre sí. En el caso de Siria, Occidente ha pedido en repetidas ocasiones acciones diplomáticas al mismo tiempo que descartaba una acción militar, con resultados previsiblemente malos. EE.UU. no va a cometer el mismo error con el Irán.

Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.

Copyright Project Syndicate

Anne-Marie Slaughter, ex directora de Planificación de Políticas en el Departamento de Estado de los Estados Unidos (2009-2011), es profesora de Política y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.

For additional reading on this topic please see:

Israel’s Right to Defend Itself: Implications on Regional Security and US Interests


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s featured editorial content and Security Watch.

L’année iranienne d’Obama

Sailors from USS Kidd assist an Iranian-flagged fishing dhow
Sailors from USS Kidd assist an Iranian-flagged fishing dhow. Official U.S. Navy Imagery/flickr.

PRINCETON – A l’heure où le président américain Barack Obama entame son second mandat, il devra consacrer une grande part de son temps à remettre en ordre les finances américaines. Mais les questions de politique étrangère occupent aussi une place très importante, et en dépit du conflit syrien et du risque d’une propagation de la guerre dans la région africaine du sahel, le consensus à Washington est que 2013 sera une « année décisive » concernant l’Iran.Obama a débuté son premier mandat en proposant de réengager le dialogue avec la République Islamique ; on se souvient de sa déclaration à l’occasion de son premier discours inaugural en 2009 : « Notre main vous est tendue si vous êtes prêts à desserrer les poings. » Il a répété cet engagement, mais par circonvolutions, dans son second discours inaugural : « Nous aurons le courage de tenter de résoudre les différends qui nous opposent aux autres nations de manière pacifique – non parce que nous n’avons pas conscience des dangers qui nous menacent, mais parce que le dialogue est plus fort que la suspicion et la peur. »Comme l’a récemment souligné l’intellectuel et activiste Hussein Ibish, Obama s’est entouré d’un cabinet qui lui laissera un maximum de marge de négociation avec l’Iran. En particulier, la nomination de vétérans de guerre aux postes de secrétaire d’état et secrétaire à la défense lui assure un précieux soutien pour un accord qui impliquerait inévitablement de lever les sanctions contre l’Iran et presque certainement de reconnaître son droit à l’uranium enrichi à un faible degré de concentration. Cela devrait permettre de convaincre les dirigeants iraniens de la détermination américaine à parvenir à cet accord, mais aussi que quoique puisse proposer les Etats-Unis, ce sera probablement leur meilleure offre.

L’administration Obama est parvenue à constituer une extraordinaire coalition de pays pour imposer les sanctions économiques qui ont un effet évident sur le prix et l’approvisionnement des biens en Iran et sur les possibilités, y compris pour les puissantes institutions comme les Gardes de la révolution, de faire des affaires.

Mais les coalitions ne sont pas éternelles, et le fardeau des sanctions est souvent une arme à double tranchant, frappant autant les acheteurs que les vendeurs. Des pays comme la Corée du Sud et le Japon, par exemple, n’ont interrompu leurs importations de pétrole iranien qu’avec réticence; et il est rare que des pays comme la Chine ou la Russie jouent vraiment franc-jeu en matière de sanctions.

En outre, Obama ne peut indéfiniment brandir comme une menace que « toutes les options sont sur la table » sans finir par se décrédibiliser aux yeux des Iraniens et des autres pays du Moyen-Orient. Ainsi que le précise la spécialiste de politique étrangère Suzanne Maloney, de l’Institution Brookings, les pays de la région et au-delà sont déjà atterrés par l’absence de leadership américain concernant la Syrie. Si les Etats-Unis sont prêts à redonner une réelle chance à la négociation (une offre crédible et une volonté affirmée de dialogue), qu’ils sont rabroués, et qu’ils ne réagissent pas, ils pourront alors réellement se considérer comme un tigre de papier. A ce stade, il est probable que la coalition pro-sanctions se désintègrera tout comme la confiance dans le leadership américain.

Les Etats-Unis se sont donc mis dans une impasse. L’ancien conseiller américain à la sécurité nationale Zbigniew Brzezinski s’est récemment déclaré fortement opposé à une action militaire, prônant plutôt une stratégie qui maintiendrait les sanctions et prolongerait la dissuasion. Tout comme la politique américaine envers le bloc soviétique pendant la période de la guerre froide, « une menace militaire iranienne contre Israël ou contre tout autre ami des Américains au Moyen-Orient serait considérée comme directement dirigée contre les Etats-Unis et précipiterait immanquablement une réponse américaine proportionnelle. »

Je peux tout à fait comprendre la logique de Brzezinski. Mais Obama s’est engagé et a engagé ses alliés bien trop loin dans la voie actuelle. En outre, et surtout, Brzezinski oublie que la sécurité d’Israël ou la stabilité de la région ne sont pas les seules raisons qui expliquent la détermination d’Obama à empêcher l’Iran d’acquérir l’arme nucléaire.

Obama s’est engagé à maintes reprises à faire basculer le monde vers le « zéro global »  – un monde sans armes nucléaires. Il est convaincu (tout comme les anciens secrétaires d’état Henry Kissinger et George Shultz, l’ancien secrétaire à la défense William Perry, et l’ancien sénateur Sam Nunn,) qu’à moins de trouver un moyen de vivre dans un monde sans arme nucléaire, nous nous retrouverons dans un système international dans lequel 30 à 50 états la posséderaient, augmentant le risque d’un tir accidentel ou délibéré à un niveau inacceptable. Convaincre les grandes puissances d’éliminer leur arsenal nucléaire pourrait sembler aussi politiquement irréaliste que de faire passer une loi sur le contrôle des armes au Congrès américain, mais sur cette question aussi, Obama a clairement fait savoir qu’il était disposé à essayer.

Quel que soit le degré de logique ou d’attrait d’une politique d’endiguement, la détermination d’Obama à laisser en héritage une dénucléarisation globale implique qu’il ne permettra à aucun autre pays d’acquérir l’arme nucléaire tant qu’il sera aux fonctions, contrairement à ses prédécesseurs qui l’ont autorisé pour l’Inde, la Corée du Sud, et le Pakistan. Les enjeux sont donc considérables, tant pour les Etats-Unis que pour l’Iran.

D’autres pays feraient bien de ne pas sous-estimer la détermination d’Obama ; les gouvernements qui entretiennent des relations avec l’Iran devraient insister sur la nécessité de négocier un accord. Et les pays comme la Turquie et le Brésil (et peut-être aussi l’Inde et l’Egypte) pourraient jouer un rôle utile en concevant un moyen pour que les Iraniens ne perdent pas la face en acceptant les exigences de la communauté internationale, ainsi que des alternatives à long terme pour l’enrichissement du combustible dans le respect du principe de réduction de la menace nucléaire globale. Les alliés de l’Amérique, en retour, doivent tous être préparés à accepter les principes généraux de cet accord et celui d’une frappe militaire.

L’art politique ne consiste pas à choisir entre la guerre et la diplomatie comme s’il s’agissait de deux alternatives mutuellement exclusives, mais de comprendre comment elles s’accordent. Dans le cas de la Syrie, l’Occident en a appelé à maintes reprises à la diplomatie, tout en éliminant toute idée d’action militaire, sans résultat probant comme l’on pouvait s’en douter. Les Etats-Unis ne commettront pas cette erreur avec l’Iran.

Traduit de l’anglais par Frédérique Destribats

Copyright Project Syndicate

Anne-Marie Slaughter, ancienne directrice de la planification au Département d’état américain (2009-2011), est professeure de sciences politiques et affaires internationales à l’université Princeton.

For additional reading on this topic please see:

Israel’s Right to Defend Itself: Implications on Regional Security and US Interests


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s featured editorial content and Security Watch.

Obama’s Year of Iran

Sailors from USS Kidd assist an Iranian-flagged fishing dhow
Sailors from USS Kidd assist an Iranian-flagged fishing dhow. Official U.S. Navy Imagery/flickr.

PRINCETON – As US President Barack Obama begins his second term, he will have to devote much of his attention to figuring out how to get America’s domestic finances in order. But foreign-policy issues loom large as well, and, notwithstanding the ongoing conflict in Syria and the possible spread of war across Africa’s Sahel region, the consensus in Washington is that 2013 will be the “year of decision” on Iran.

Obama began his first administration with an offer to engage with the Islamic Republic; as he memorably put it in his first inaugural address in 2009, “We will extend a hand if you are willing to unclench your fist.” He repeated that commitment, although much more obliquely, in his second inaugural address: “We will show the courage to try and resolve our differences with other nations peacefully – not because we are naive about the dangers we face, but because engagement can more durably lift suspicion and fear.”

The Media Cold War

This blog is republished here as part of our special holiday selection.

Internet cafe in Taipei
Internet cafe in Taipei. Photo: jared/flickr.

PRINCETON – An information war has erupted around the world. The battle lines are drawn between those governments that regard the free flow of information, and the ability to access it, as a matter of fundamental human rights, and those that regard official control of information as a fundamental sovereign prerogative. The contest is being waged institutionally in organizations like the International Telecommunications Union (ITU) and daily in countries like Syria.

The sociologist Philip N. Howard recently used the term “new cold war” to describe “battles between broadcast media outlets and social-media upstarts, which have very different approaches to news production, ownership, and censorship.” Because broadcasting requires significant funding, it is more centralized – and thus much more susceptible to state control. Social media, by contrast, transforms anyone with a mobile phone into a potential roving monitor of government deeds or misdeeds, and are hard to shut down without shutting down the entire Internet. Surveying struggles between broadcast and social media in Russia, Syria, and Saudi Arabia, Howard concludes that, notwithstanding their different media cultures, all three governments strongly back state-controlled broadcasting.

These intra-media struggles are interesting and important. The way that information circulates does reflect, as Howard argues, a conception of how a society/polity should be organized.

The Media Cold War

Internet cafe in Taipei
Internet cafe in Taipei. Photo: jared/flickr.

PRINCETON – An information war has erupted around the world. The battle lines are drawn between those governments that regard the free flow of information, and the ability to access it, as a matter of fundamental human rights, and those that regard official control of information as a fundamental sovereign prerogative. The contest is being waged institutionally in organizations like the International Telecommunications Union (ITU) and daily in countries like Syria.

The sociologist Philip N. Howard recently used the term “new cold war” to describe “battles between broadcast media outlets and social-media upstarts, which have very different approaches to news production, ownership, and censorship.” Because broadcasting requires significant funding, it is more centralized – and thus much more susceptible to state control. Social media, by contrast, transforms anyone with a mobile phone into a potential roving monitor of government deeds or misdeeds, and are hard to shut down without shutting down the entire Internet. Surveying struggles between broadcast and social media in Russia, Syria, and Saudi Arabia, Howard concludes that, notwithstanding their different media cultures, all three governments strongly back state-controlled broadcasting.

These intra-media struggles are interesting and important. The way that information circulates does reflect, as Howard argues, a conception of how a society/polity should be organized.