The Syria Lessons

Bashar al-Assad
Bashar al-Assad. Photo: James Gordon/flickr.

PRINCETON – As the United States and Russia try to broker a conference that can bring the various sides in the Syrian conflict to the negotiating table, potential Western participants, at least, should be thinking about the larger implications of the Syrian conflict for dictators and democracies around the world. Here are the lessons thus far:

Bad guys help their friends. The Russians and Iranians are willing to do whatever it takes to keep President Bashar al-Assad in power. Hezbollah, supplied by Iran, has now moved openly onto the battlefield in support of the Assad regime. Russia and Iran have kept the Syrian government supplied with heavy weapons and other military assistance, including a Russian shipment of sophisticated anti-ship missiles with advanced radar systems. These will help Assad hunker down and fend off all comers in an Alawite mini-state that will include the Russian-leased port facility at Tartus.

Categories
Uncategorized

Un nuevo Estado como solución para Israel y Palestina

Jerusalem
Jerusalem. Photo: jasonwain/flickr.

PRINCETON – Imaginemos una solución de dos Estados en Israel y Palestina en la que los palestinos tendrían el derecho de retorno; los israelíes se establecerían dondequiera que compraran tierra en Cisjordania; y Jerusalén no tendría que ser dividido. Esta no es una visión fantasiosa sino una reinvención absolutamente creativa de la condición de Estado del siglo XXI. Además, la visita del presidente estadounidense Barack Obama a Israel es una oportunidad para explorar realmente las nuevas reflexiones.

Desde que Bill Clinton casi lograra en 2000 que se negociara un acuerdo amplio, el mantra entre los partidarios del proceso de paz israelí-palestino ha sido que si bien existe una solución, no hay líderes israelíes y palestinos que tengan la voluntad de alcanzarla. La solución es una versión del acuerdo que Clinton vislumbró: dos Estados soberanos basados en las fronteras de 1967 con intercambios de tierras negociados que reflejaran los patrones de asentamiento existentes. El acuerdo incluiría un corredor que conectaría Gaza y Cisjordania; un Jerusalén dividido con acceso garantizado a todos a los sitios religiosos; la renuncia de los palestinos al derecho de retorno; la voluntad de Israel de desmantelar los asentamientos fuera de las fronteras acordadas; y el reconocimiento de los dos Estados en Medio Oriente.

Pero supongamos que la razón por la que los palestinos e israelíes no quieren concluir un acuerdo de esa naturaleza tiene que ver con el hecho de que la solución en sí es nacionalmente  intolerable en ambos lados. Imaginemos que mientras una versión de este acuerdo es la única opción disponible, la escalofriante expansión física del Estado israelí y la expansión demográfica de los árabes israelíes seguirán socavando sus fundamentos. Pese a todas las advertencias urgentes de que la ventana de oportunidad para una solución de dos Estados se está cerrando rápidamente (o ya se cerró), la solución en sí es el problema.

En 2008, un estudiante de Filosofía de la Universidad de Princeton llamado, Russell Nieli, dio una conferencia en el “Center for Jewish Life” en Princeton que fue tan bien recibida que más tarde la amplió e hizo un artículo para la revista estadounidense, Tikkun cuyo fundador es el rabino Michael Lerner. El artículo, “Hacia una paz permanente entre Israel y Palestina –argumentos a favor de dos Estados en condominio”, se publicó con el objetivo de estimular “la reflexión productiva de ideas entre la generación de jóvenes judíos y árabes, no limitada por una visión restrictiva y políticas fallidas del pasado.”

La idea de “Los dos Estados en condominio” es tan visionaria como su nombre inadecuado. La idea central es que los israelíes y palestinos serían ciudadanos de dos Estados separados y por ende se identificarían con dos autoridades políticas individuales. Palestina se definiría como el Estado del pueblo palestino, e Israel, como un Estado judío, bajo “condominio”, no obstante, tanto los palestinos como los israelíes “tendrían el derecho de establecerse en cualquier parte del territorio de cualquiera de los dos Estados, con lo que formarían así una comunidad binacional de asentamientos.”

Consideremos esa idea por un momento. Como lo explica Nieli, los palestinos “tendrían el derecho de establecerse en cualquier parte de Israel, así como los judíos podrían establecerse en cualquier lugar del territorio del Estado palestino. Independientemente de en cuál de los dos Estados vivieran, todos los palestinos serían ciudadanos del Estado Palestino, y todos los judíos serían ciudadanos de Israel.” Cada Estado tendría la autoridad y la obligación de satisfacer las necesidades económicas, culturales, religiosas y de prosperidad de sus ciudadanos que vivan en el territorio del otro Estado. Estos serían derechos y responsabilidades extraterritoriales, así como los Estados Unidos, por ejemplo, atiende las necesidades de un gran número de expatriados, como los dependientes civiles del personal militar estadounidense residente en el extranjero.

Para que funcione, primero tendrían que definirse las fronteras de cada Estado –presumiblemente según las fronteras de 1967, con intercambios mutuamente acordados de tierras. Los árabes israelíes entonces tendrían que transferir su ciudadanía, identidad nacional y derecho nacional de voto –pero no su residencia–  al nuevo Estado palestino. Tendrían el derecho permanente de vivir en Israel y conservarían los beneficios a que tienen derecho actualmente como ciudadanos israelíes, pero no votarían como ciudadanos de Palestina. Todos los demás palestinos que viven en Israel tendrían derechos y beneficios únicamente de acuerdo con la ley palestina.

La solución de dos Estados en condominio da cuenta de la realidad de la profunda interrelación de los colonizadores israelíes en Cisjordania con el resto de Israel –a través de caminos, instalaciones de suministro de agua, instalaciones  eléctricas, estructuras administrativas y relaciones económicas (al igual que partes israelíes y palestinas de Jerusalén son interdependientes). En lugar de tratar de separar y recrear todas estas estructuras y relaciones, tiene más sentido basarse en formas que beneficien a los pueblos y economías de los dos Estados. Además, en un mundo en el que muchos ciudadanos pasan una gran parte de su tiempo en un espacio virtual, la vida en condominio de facto ya se está produciendo.

En los años cincuenta, después de cuatro décadas de guerra en Europa, la idea de una Unión Europea en la que los ciudadanos de los Estados miembros pudieran vivir y trabajar libremente a través de las fronteras nacionales sin perder su pertenencia política e identidad cultural parecía igualmente increíble. (En efecto, el nombre del proceso político sobre el cual habría de construirse la Unión Europea, el “neofuncionalismo” era tan abstracto y torpe como el de “dos Estados en condominio”.) Con todo, los estadistas franceses y alemanes tuvieron la visión y la voluntad de iniciar un experimento osado, que ha evolucionado hasta convertirse en una economía única con 500 millones de personas.

¿Por qué otro lugar en el que hay enemistades añejas no podría ser la fuente de una nueva concepción de Estado? Es interesante que muchos jóvenes en la década de los cincuenta, como mi  madre belga, apoyaron fervientemente la visión de una nueva Europa. Los israelíes y palestinos jóvenes de hoy se enorgullecen de su  espíritu emprendedor, con todos los riesgos e ideas que implica empezar algo nuevo. Apoyar a una nueva empresa política y contribuir a su crecimiento sería el acto definitorio de su generación.

Traducción de Kena Nequiz

Copyright Project Syndicate

Anne-Marie Slaughter fue directora de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de los Estados Unidos en 2009-2011, actualmente es profesora de Ciencias Políticas y Asuntos Internacionales de la Universidad de Princeton.

For additional reading on this topic please see:

Arab League Boycott of Israel

Israel on the Verge of a Third Intifada?

The Emergence of Hamas as a Regional Political Actor


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s featured editorial content and Security Watch.

Categories
Uncategorized

حل الدولة الجديدة للصراع الإسرائيلي الفلسطيني

Jerusalem
Jerusalem. Photo: jasonwain/flickr.

برينستون ــ تُرى هل نستطيع أن نتخيل حل الدولتين في إسرائيل وفلسطين، حيث يكون للفلسطينيين حق العودة؛ وحيث يستطيع الإسرائيليون أن يستقروا على الأراضي التي يتمكنون من شرائها في الضفة الغربية؛ وحيث لا تكون هناك ضرورة لتقسيم القدس. هذه ليست رؤية خيالية، بل إنها تجديد مبدع ومنطقي لمفهوم الدولة في القرن الحادي والعشرين. والواقع أن زيارة الرئيس الأميركي باراك أوباما التي اختتمها للتو إلى إسرائيل توفر الفرصة لاستكشاف طريقة جديدة حقاً في التفكير.

منذ أن اقترب بل كلينتون من النجاح في التوسط من أجل التوصل إلى تسوية شاملة للصراع في عام 2000، كان الشعار بين مؤيدي عملية السلام الإسرائيلية الفلسطينية هو أنه على الرغم من وجود حل، فأن القيادات الإسرائيلية والفلسطينية القادرة على تنفيذ هذا الحال غائبة. إن الحل عبارة عن نسخة من الاتفاق الذي سعى كلينتون إلى إبرامه: إقامة دولتين تتمتعان بالسيادة على أساس حدود عام 1967، مع التفاوض على تبادل أجزاء من الأراضي على النحو الذي يعكس الأنماط الاستيطانية القائمة. ويشتمل الاتفاق على ممر بري يربط قطاع غزة بالضفة الغربية؛ وتقسيم القدس مع ضمان قدرة الجميع على الوصول إلى المواقع الدينية؛ وتنازل الفلسطينيين عن حق العودة؛ واستعداد إسرائيل لتفكيك المستوطنات خارج الحدود المتفق عليها؛ والاعتراف بالدولتين في مختلف دول الشرق الأوسط.

ولكن لنفترض أن سبب عدم استعداد أي من الفلسطينيين أو الإسرائيليين إلى إبرام مثل هذا الاتفاق هو أن الحل في حد ذاته لا يمكن دعمه على الجانبين. وإذا افترضنا أنه ما دامت نسخة من هذا الاتفاق هي العرض الوحيد المتاح، فإن التوسع المادي الزاحف للدولة الإسرائيلية والتوسع الديموغرافي لعرب إسرائيل سوف يستمر في تقويض الأساس الذي يقوم عليه الاتفاق. وبرغم كل التحذيرات الرهيبة من انغلاق نافذة الفرصة لتبني حل الدولتين بسرعة (أو أنها قد أغلقت بالفعل)، فإن الحل في حد ذاته هو المشكلة.

في عام 2008، ألقى أحد طلاب الدراسات العليا في الفلسفة في جامعة برينستون، ويدعى روسل نايلي كلمة في مركز برينستون للحياة اليهودية، واستقبلت كلمته استقبالاً حافلاً حتى أنه عمد لاحقاً إلى توسيعها في مقال نُشِر في المجلة الأميركية تيكون، والتي أسسها الحاخام مايكل ليرنر. كان عنوان المقال “نحو سلام فلسطيني/إسرائيلي دائم ــ الحجة لصالح السيادة المشتركة على دولتين“. ولقد نُشِر بهدف صريح يتلخص في تحفيز “التفكير البناء بين الجيل الأكثر شباباً من اليهود والعرب الذين لا تقيدهم رؤية محدودة أو سياسات الماضي الفاشلة”.

إن “السيادة المشتركة على دولتين” رؤية تتسم بسعة الخيال بقدر ما يبدو مسماها ثقيلا. وتتلخص الفكرة الأساسية في أن يصبح الفلسطينيين والإسرائيليين مواطنين لدولتين منفصلتين ولكل منهما سلطة سياسية منفصلة. فتعرف فلسطين بوصفها دولة للشعب الفلسطيني، وإسرائيل باعتبارها دولة يهودية. ولكن في ظل “السيادة المشتركة” يمنح كل من الفلسطينيين واليهود “الحق في الاستقرار في أي مكان على أراضي أي من الدولتين، وبالتالي تشكل الدولتان مجتمعاً استيطانياً واحداً ثنائي القومية”.

ولنتأمل هذه الفكرة لدقيقة واحدة. كما يصفها نايلي فإن الفلسطينيين “سوف يتمتعون بالحق في الاستقرار في أي مكان داخل إسرائيل، كما يتمتع اليهود بالحق في الاستقرار في أي مكان داخل أراضي الدولة الفلسطينية. وبصرف النظر عن المكان الذي يختارون الاستقرار عليه، فإن كل الفلسطينيين يصبحون مواطنين في الدولة الفلسطينية، وكل اليهود مواطنين في دولة إسرائيل”. وكل دولة منهما سوف تكون لديها السلطة والالتزام بتلبية الاحتياجات الاقتصادية والثقافية والدينية وتوفير الرفاهة لمواطنيها الذين يعيشون على أرض الدولة الأخرى. وسوف تكون هذه الحقوق والمسؤوليات قائمة خارج حدود الدول، تماماً كما تقوم الولايات المتحدة على سبيل المثال بتوفير احتياجات أعداد كبيرة من مواطنيها المغتربين، مثل المدنيين العاملين في المؤسسة العسكرية الأميركية في الخارج.

ولكي يكتب النجاح لهذه الفكرة فلابد أولاً من تعريف حدود كل من الدولتين ــ ربما على أساس حدود عام 1967، مع الاتفاق على تبادل بعض الأراضي. وبهذا يكون الإسرائيليون والعرب مطالبين بتحويل جنسيتهم وهويتهم الوطنية وحقوقهم الوطنية في ما يتصل بالتصويت ــ ولكن ليس محل إقامتهم ــ إلى الدولة الفلسطينية الجديدة. وسوف يتمتعون بالحق الدائم في الحياة داخل إسرائيل والاحتفاظ بالفوائد المكفولة لهم حالياً كمواطنين إسرائيليين، ولكنهم لن يصوتوا بوصفهم مواطنين في دولة فلسطين. وكل الفلسطينيين الآخرين الذين يعيشون في إسرائيل سوف يتمتعون بالحقوق والفوائد التي يكفلها القانون الفلسطيني فقط.

إن السيادة المشتركة تعترف بواقع الترابط العميق بين المستوطنين الإسرائيليين في الضفة الغربية وبقية إسرائيل ــ عبر الطرق، وإمدادات المياه، وشبكات الكهرباء، والهياكل الإدارية، والعلاقات الاقتصادية (تماماً كما تترابط الأقسام الإسرائيلية والفلسطينية من القدس). وبدلاً من محاولة فصل وإعادة تأسيس كل هذه الهياكل والعلاقات، فمن المنطقي أن يتم البناء عليها بما يعود بالفائدة على شعبي واقتصادي الدولتين. وفي عالم حيث يقضي العديد من المواطنين نسب متزايدة من أوقاتهم على الفضاء الافتراضي، فإن السيادة المشتركة بدأت تحدث بالفعل كأمر واقع.

في خمسينيات القرن العشرين، وبعد أربعة عقود من الحرب في مختلف أنحاء أوروبا، كانت فكرة إقامة اتحاد أوروبي حيث يستطيع مواطنو البلدان الأعضاء أن يعيشوا ويعملوا بحرية عبر الحدود الوطنية مع احتفاظهم في الوقت نفسه بولائهم السياسي وهويتهم الثقافية تبدو بعيدة المنال بنفس القدر. (بل إن مسمى العملية السياسية التي كان من المفترض أن يبنى عليها الاتحاد الأوروبي، أو “الوظيفية الجديدة” كانت مجردة ومعقدة بقدر مثل مسمى “السيادة المشتركة لدولتين”). ورغم هذا فإن رجال الدولة الفرنسيين والألمان استدعوا الرؤية والإرادة لإطلاق العنان للتجربة الجريئة التي تطورت إلى اقتصاد واحد يضم 500 مليون شخص.

لماذا إذن نستبعد أن يتحول موقع آخر للعداوات القديمة إلى مصدر لمفهوم جديد للدولة. من المثير للاهتمام أن الكثير من الشباب في الخمسينيات، مثل والدتي البلجيكية، دعموا بكل حماس رؤية أوروبا الجديدة. واليوم يفتخر الشباب الإسرائيليون والفلسطينيون بما يتمتعون به من روح المغامرة والريادة، في ظل كل المخاطر والرؤى المختلفة التي تصاحب التفكير في شيء جديد بالضرورة. ومن المؤكد أن دعم بداية سياسية مبدعة والمشاركة فيها سوف يكون العلامة الفارقة التي تميز جيلهم.

ترجمة: أمين علي          Translated by: Amin Ali

Copyright Project Syndicate

آن ماري سلوتر مديرة تخطيط السياسات في وزارة الخارجية الأميركية سابقا (2009-2011)، وأستاذ العلوم السياسية والشؤون الدولية في جامعة برينستون.

For additional reading on this topic please see:

Arab League Boycott of Israel

Israel on the Verge of a Third Intifada?

The Emergence of Hamas as a Regional Political Actor


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s featured editorial content and Security Watch.

Categories
Uncategorized

Le condominialisme à deux Etats, la solution au conflit israélo-palestinien ?

Jerusalem
Jerusalem. Photo: jasonwain/flickr.

PRINCETON – Imaginez une solution à deux Etats au conflit israélo-palestinien qui mettrait fin à la division de Jérusalem, accorderait aux Palestiniens le droit au retour et aux Israéliens celui de s’établir où ils veulent en Cisjordanie s’ils y achètent des terres. Il ne s’agit pas d’un projet chimérique, mais de la réinvention créatrice et adéquate de la notion d’Etat au 21° siècle. La visite que vient d’achever le président Obama en Israël est l’occasion d’explorer cette nouvelle forme de pensée.

Depuis que Bill Clinton a failli parvenir à un accord global en 2000, le mantra des partisans d’un processus de paix israélo-palestinien est qu’une solution existe, mais que les dirigeants israéliens et palestiniens n’en veulent pas. La solution repose sur un aménagement de l’accord recherché par Clinton : deux Etats souverains basés sur les frontières de 1967 avec des échanges de terre négociés pour prendre en compte les colonies de peuplement existantes. L’accord inclurait un corridor reliant Gaza et la Cisjordanie, la partition de Jérusalem, mais avec l’accès garanti à tous aux sites religieux, la renonciation des Palestiniens au droit au retour dans l’Etat juif, la volonté israélienne de démanteler les colonies établies hors des frontières convenues et la reconnaissance des deux Etats par tous les pays du Moyen-Orient.

Supposons qu’aucun Palestinien et aucun Israélien ne veuille de cet accord parce qu’il est inacceptable des deux cotés, et que même si cet accord est le seul envisagé, l’expansion rampante du territoire israélien et l’expansion démographique des Arabes israéliens continuera à saper ses fondations. Quoi qu’il en soit des sombres avertissements relatifs à la fermeture prochaine (si ce n’est déjà fait) de la fenêtre permettant la mise en œuvre de la solution à deux Etats, cette solution elle-même constitue un problème.

En 2008, un étudiant en philosophie de 3° cycle de l’université de Princeton, Russell Nieli, a donné une conférence au Princeton Center for Jewish Life. Elle a connu un tel succès qu’il en a fait un article pour le magazine américain Tikkun fondé par le rabbin Michael Lerner. Intitulé“Toward a Permanent Palestinian/Israeli Peace – the Case for Two-State Condominialism,” [Vers une paix permanente entre Palestiniens et Israéliens : la solution du condominialisme à deux Etats], son but explicite est d’encourager “une pensée créatrice au sein de la jeune génération de juifs et d’Arabes, libre de la vision limitée du passé et des politiques qui ont échoué”.

Le “condominialisme à deux Etats” est aussi visionnaire que son nom est lourd. L’idée centrale est qu’Israéliens et Palestiniens seraient citoyens de deux Etats différents et par conséquent s’identifieraient à deux entités politiques différentes. La Palestine serait l’Etat du peuple palestinien et Israël un Etat juif. Néanmoins, dans ce cadre les Palestiniens et les juifs “auraient le droit de s’établir en tout lieu à l’intérieur de l’ensemble constitué par les deux Etats qui formeraient une communauté binationale unique”.

Examinons cette proposition. Ainsi que le formule Nieli, les Palestiniens “auraient le droit de s’établir n’importe où en Israël et de même les juifs auraient celui de s’établir n’importe où dans l’Etat palestinien. Quel que soit l’Etat dont ils sont originaires, tous les Palestiniens seraient citoyens de l’Etat palestinien et tous les juifs seraient citoyens de l’Etat d’Israël”. Chaque Etat aurait à la fois les moyens et l’obligation de répondre aux besoins économiques, culturels, religieux et matériels de ses citoyens installés sur le territoire de l’autre Etat. Chaque Etat aurait donc des responsabilités et des droits extraterritoriaux, à l’image des USA qui subviennent aux besoins de nombreux expatriés américains (par exemple les familles des soldats américains basés à l’étranger).

Pour que cela fonctionne, il faut d’abord définir les frontières de chaque Etat – sans doute sur les bases de ce qu’elles étaient en 1967, en y incluant des échanges de territoires acceptés par les deux parties. Les Arabes israéliens abandonneraient la citoyenneté et la nationalité israélienne en échange de la citoyenneté et de la nationalité palestinienne – mais sans changer de lieu de résidence. Ils auraient le droit permanent de vivre en Israël et conserveraient les droits qu’ils avaient en tant qu’Israéliens, sauf le droit de vote qu’ils exerceraient dans le cadre de l’Etat palestinien. Tous les autres Palestiniens vivant en Israël bénéficieraient exclusivement des droits liés à leur nationalité palestinienne.

Le condominialisme reconnaît la réalité de l’interconnexion forte entre les colonies de peuplement israéliennes en Cisjordanie et le reste d’Israël – en termes de réseau routier, électrique, d’adduction d’eau, de structure administrative et d’économie (à la manière de l’interdépendance de la partie israélienne et de la partie palestinienne de Jérusalem). Au lieu de séparer ces structures pour en faire deux entités distinctes, il serait bien plus logique de des développer au bénéfice de la population des deux Etats et de leurs économies. D’autant que dans un monde où de nombreux citoyens passent de plus en plus de temps dans un espace virtuel, le condominialisme existe déjà de facto.

Dans les années 1950, après quatre décennies de guerre qui ont déchiré l’Europe, l’idée d’une Union européenne au sein de laquelle les citoyens des Etats membre se déplaceraient et travailleraient librement tout en conservant leur allégeance politique et leur identité culturelle semblait difficilement réalisable elle aussi. Le nom du processus politique qui devait permettre de construire l’UE, le “néo-fonctionnalisme”, était aussi abstrait et bizarre que celui de “condominialisme à deux Etats”. Pourtant les dirigeants français et allemands ont eu la vision et la volonté nécessaire pour lancer une expérimentation audacieuse qui a donné naissance à une économie regroupant 500 millions de personnes.

Ainsi que le montre l’exemple européen, une ancienne inimitié peut être source d’une nouvelle conception étatique. Dans les années 1950, de nombreux jeunes (comme ma mère de nationalité belge) étaient farouches partisans de la nouvelle vision de l’Europe. Les jeunes Israéliens et les jeunes Palestiniens d’aujourd’hui sont fiers de leur esprit d’entreprise – avec la vision et les risques que suppose la création de quelque chose de neuf. Soutenir et contribuer à une start-up politique innovante pourrait être le symbole de leur génération.

Traduit de l’anglais par Patrice Horovitz

Copyright Project Syndicate

Anne-Marie Slaughter est professeur en sciences politiques et affaires internationales à l’université de Princeton. Elle a été directrice de la prospective au Département d’Etat de 2009 à 2011.

For additional reading on this topic please see:

Arab League Boycott of Israel

Israel on the Verge of a Third Intifada?

The Emergence of Hamas as a Regional Political Actor


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s featured editorial content and Security Watch.

A New-State Solution for Israel and Palestine

Jerusalem
Jerusalem. Photo: jasonwain/flickr.

PRINCETON – Imagine a two-state solution in Israel and Palestine in which Palestinians would have the right of return; Israelis could settle wherever they could purchase land in the West Bank; and Jerusalem need not be divided. This is not a fanciful vision, but a creative and eminently sensible reinvention of twenty-first century statehood. And US President Barack Obama’s just-completed visit to Israel provides an opportunity to explore genuinely new thinking.

Ever since Bill Clinton nearly succeeded in brokering a comprehensive settlement in 2000, the mantra among supporters of the Israeli-Palestinian peace process has been that, while a solution exists, Israeli and Palestinian leaders who are willing to reach it do not. The solution is a version of the deal that Clinton sought: two sovereign states based on the 1967 borders, with negotiated land swaps to reflect existing settlement patterns. The agreement would include a land corridor connecting Gaza and the West Bank; a divided Jerusalem with guaranteed access for all to religious sites; Palestinians’ renunciation of the right of return; Israel’s willingness to dismantle settlements outside the agreed borders; and recognition of both states across the Middle East.