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Poner un bozal a los perros de la guerra

Secretaries Kerry and Hagel Meet With Russian Ministers Lavrov and Shoygu. Photo: U.S. Department of State/Wikimedia Commons.

WASHINGTON, D.C. – Cuando se encontraba en París como primer embajador de los Estados Unidos en Francia, Thomas Jefferson reflexionó sobre cómo podría el nuevo gobierno de los EE.UU. evitar los errores de los “déspotas” europeos, que mantenían a sus pueblos subyugados mediante la guerra y la deuda. En una carta a James Madison, observó que la Constitución de los EE.UU. había contenido al menos “el perro de la guerra”, al transferir “el poder de darle rienda suelta del Ejecutivo al Legislativo, de quienes han de gastar a quienes han de pagar”.

Sin embargo, la Constitución designa al mismo tiempo al Ejecutivo como “Comandante en Jefe”, poder que los presidentes americanos han invocado para utilizar la fuerza militar sin autorización del Congreso en más de 200 ocasiones. El Presidente Barack Obama contó con ese poder cuando dijo al Congreso y al pueblo americano que tenía la autoridad para ordenar ataques limitados contra Siria sin acudir al Congreso.

Al afirmar simultáneamente esa autoridad y también solicitar la autorización por el Congreso para utilizarla, Obama ingresa en una pequeña clase de dirigentes que procuran activamente limitar su propio poder. Se debe a que ve su legado histórico como el de un presidente que puso fin a guerras e hizo que resultara más difícil  iniciarlas y reinvertir, en cambio, los recursos de los Estados Unidos en su propio pueblo. En 2003 se opuso a la guerra del Iraq y en 2008 prometió que pondría fin a la “guerra del terror” ilimitada, que había llegado a ser un posible cheque en blanco para los presidentes de los EE.UU. a fin de utilizar la fuerza en cualquier parte del mundo.

Pero, aparte del sistema de “controles y contrapesos” creado por la Constitución de los EE.UU., ¿tiene sentido que los dirigentes consulten a los ciudadanos decisiones sobre el uso de la fuerza? No cabe duda de que hace más difícil la vida de los dirigentes. El Primer Ministro de Gran Bretaña, David Cameron, fracasó cuando recurrió al Parlamento para que autorizara la participación británica en los ataques de los EE.UU. contra Siria.  El Presidente de Francia, François Hollande, afrontó fuertes críticas de los partidos de derecha en la Asamblea Nacional por su asentimiento a participar en los ataques y el Primer Ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, que se ofreció a participar en una coalición militar, afronta una fuerte oposición interna a su política sobre Siria.

Hay varios argumentos para no permitir a los representantes del pueblo intervenir en la difícil danza de la política exterior entre la fuerza y la diplomacia. Para empezar, existe la idea tradicional de que la política acaba al borde del agua, donde desagradables desacuerdos internos deben dar paso a la abstracción de un Estado con un interés nacional unificado.

Un argumento relacionado es el de que los procesos políticos internos pueden incapacitar a un gobierno en la gran partida de póquer o ajedrez que debe ser la política internacional. Como acaba de descubrir Obama, un Legislativo que claramente no quiere ir a la guerra debilita las bazas del Ejecutivo en las negociaciones internacionales.

La oportunidad es otro problema. Los procesos legislativos son lentos y con frecuencia tortuosos, mientras que la diplomacia internacional puede modificarse de la noche a la mañana, por cambios de coaliciones, oportunidades inesperadas y trampas ocultas.

Además, a la diplomacia le convienen tratos en la sombra, como el que el Secretario de Estado de los EE.UU. John Kerry, y el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, acaban de concertar sobre las armas químicas de Siria. En las negociaciones en las que hay mucho en juego, lo último que necesitan los participantes es un debate público sobre las cartas con las que cuenta cada uno de ellos. La amenaza de pasar de las conversaciones a los tanques debe ser creíble, cosa que no será, si un participante contrario puede sencillamente contar votos para ver si existe la necesaria mayoría legislativa.

Aun así, Jefferson estaba en lo cierto. Aunque recurrir al Legislativo puede resultar inconveniente, frustrante e incluso contraproducente, es lo apropiado, por tres razones. En primer lugar, el uso de la fuerza entraña costos en pérdida de vidas humanas, dinero y energía y atención de los dirigentes. Los ciudadanos pagan esos costos, por lo que sus representantes deben decidir si afrontarlos.

En segundo lugar, nunca es más importante para una democracia seguir sus procedimientos y aplicar los principios que en un conflicto armado que afecte a países no democráticos. El pueblo sirio, oprimido y víctima de la brutalidad de su gobierno, debe ver que el pueblo americano tiene una relación diferente con sus dirigentes.

Por último, un componente fundamental de la democracia es un conjunto de normas y procedimientos concebidos para obligar a los funcionarios públicos a justificar sus políticas con razones que se puedan aceptar o rechazar en el debate publico. Al pensar en la posibilidad de una intervención militar en el extranjero, los dirigentes deben explicar sus acciones revelando con claridad en qué sentido están en juego los intereses estratégicos y morales de su país: por ejemplo, cómo pueden enconarse y propagarse la agresión desatada y el sufrimiento atroz.

Los dirigentes preferirían hablar con el lenguaje de unos intereses fácilmente calculables. Hablar de preocupación y escrúpulos morales es entrar en un terreno incómodo e inestable. Como ha dicho el analista político turco Mustafa Akyol, para la mayor parte de la población turca “la preocupación por Siria no se plasma en la actitud de ‘ir a liberarla’ ”.  Sin embargo, los dirigentes que necesitan el apoyo de su pueblo para abordar problemas complejos e interdependientes de allende sus fronteras deben socializarlos en un mundo del siglo XXI en el que la preocupación que no vaya acompañada de la adopción de medidas nos pone en peligro a todos.

Estos argumentos no significan que los dirigentes no vayan a utilizar la fuerza de vez en cuando sin recurrir primero a su pueblo. Obama tiene autoridad constitucional para lanzar ataques militares limitados a fin de disuadir y deteriorar la capacidad del Presidente Bashar Al Asad para utilizar armas químicas. Todos los dirigentes pueden mandar sus fuerzas a combatir en casos de emergencia o autodefensa nacionales. Deben preservar su capacidad legal y operativa para actuar rápida y decisivamente cuando sea necesario.

Pero, dos siglos después de Jefferson, los Estados ya no son simples formas coloreadas en un mapa; cada vez más son territorios abiertos  y transparentes que consideramos moradas de millones de congéneres humanos. Así, pues, cada vez es más importante que los ciudadanos de un país participen en la decisión de atacar a los de otro.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

Copyright Project Syndicate

Anne-Marie Slaughter es presidenta y directora general de la Nueva Fundación de América y profesora de Política y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton.


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Nation, Faith and War: The Birth of Freedom in France and the United States

Cyber Conflict and the War Powers Resolution

War Powers Resolution: Presidential Compliance

 


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تكميم كلاب الحرب

Secretaries Kerry and Hagel Meet With Russian Ministers Lavrov and Shoygu. Photo: U.S. Department of State/Wikimedia Commons.

واشنطن العاصمة- لقد جلس أول سفير للولايات المتحدة الامريكية في فرنسا توماس جيفرسون في باريس يفكر في كيف يمكن للحكومة الامريكية ان تتجنب اخطاء الطغاة الاوروبيين والذين قهروا شعوبهم من خلال الحرب والديون حيث ذكر في رسالته لجيمس ماديسون ان الدستور الامريكي تمكن على الاقل من كبح جماح “كلب الحرب” عن طريق نقل ” سلطة اطلاق العنان له من السلطة التنفيذية الى السلطة التشريعية أي من اولئك الذين يصرفون الاموال لاولئك الذين يدفعونها.”

ولكن في الوقت نفسه فإن الدستور يعين المسؤول التنفيذي كقائد للقوات وهي سلطة استخدمها الرؤساء الامريكان من اجل استخدام القوة العسكرية بدون تفويض الكونجرس لأكثر من 200 مرة. لقد اعتمد الرئيس باراك اوباما على تلك السلطة عندما اخبر الكونجرس والشعب الامريكي ان لديه السلطة بتوجيه ضربات محدودة لسوريا بدون الرجوع للكونجرس.

ان قيام اوباما بالتأكيد على هذه السلطة والسعي للحصول على تفويض الكونجرس بشكل متزامن يعني ان اوباما هو واحد من مجموعة صغيرة من القادة والذين سعوا للحد من قوتهم الذاتية . ان السبب في ذلك هو ان اوباما يرى ان ارثه التاريخي يتمثل في كونه الرئيس الذي انهى حروب وجعل من البدء بحروب اخرى امرا اكثر صعوبة وقام عوضا عن ذلك باعادة استثمار موارد امريكا ضمن نطاق شعبها. لقد عارض اوباما الحرب على العراق سنة 2003 ووعد سنة 2008 انه سوف ينهي “الحرب على الارهاب ” غير المحددة بزمن والتي اصبحت بمثابة شيك مفتوح للرؤساء الامريكان من اجل استخدام القوة في اي مكان في العالم .

لكن لو نظرنا الى ما هو ابعد من نظام “الضوابط والتوازنات ” الذي انشأه الدستور الامريكي هل من المنطقي ان يقوم القادة بتحويل القرارات المتعلقة باستخدام القوة للشعب ؟ ان من المؤكد ان هذا يزيد من صعوبة عمل القادة . لقد انهزم رئيس الوزراء البريطاني ديفيد كاميرون باغلبية بسيطة عندما لجأ للبرلمان للموافقة على المشاركة البريطانية في الضربات الامريكية ضد سوريا وواجه الرئيس الفرنسي فرانسوا اولاند نقدا شديدا من الاحزاب اليمينية في الجمعية الوطنية لموافقته على المشاركة في الضربات وأما رئيس الوزراء التركي رجب طيب اردوجان والذي تطوع للمشاركة في التحالف العسكري فإنه يواجه معارضه محلية قوية لسياسته المتعلقة بسوريا.

ان هناك عدة حجج من اجل عدم السماح لممثلي الشعب بالتدخل في رقصة السياسة الخارجية المعقدة بين القوة والدبلوماسية وفي البدء هناك الفكرة التقليدية بإن السياسة تنتهي عند حافة المياه اي عندما يفترض ان تفسح الخلافات المحلية الفوضوية المجال لتجريد الدولة من المصلحة الوطنية المشتركة.

ان من الحجج ذات الصلة هي ان العملية السياسية المحلية يمكن ان تعيق عمل الحكومة في لعبة السياسة الدولية والتي تشبه لعبة البوكر او الشطرنج وكما اكتشف اوباما فإن المجلس التشريعي الذي من الواضح انه لا يريد ان يذهب للحرب يضعف من سلطة المسؤول التنفيذي في المفاوضات الدولية .

ان التوقيت يعتبر مشكلة اخرى فالعملية التشريعية عادة ما تكون بطيئة وشاقة بينما يمكن ان تتغير الدبلوماسية العالمية بين عشية وضحاها بسبب تغير التحالفات والفرص غير المتوقعة والفخاخ المخفية جيدا.

ان الدبلوماسية عادة ما تعتمد في نجاحاتها على الصفقات خلف الكواليس مثل تلك الصفقة التي عقدها وزير الخارجية الامريكي جون كيري ووزير الخارجية الروسي سيرجي لافروف مؤخرا فيما يتعلق باسلحة سوريا الكيماوية . ان اخر شيء يريده اللاعبون في المفاوضات المهمة والحساسة هو وجود جدل عام يتعلق باوراق اللعب التي بحوزة كل طرف من الاطراف. ان التهديد بالتحول من المحادثات الى الدبابات يجب ان يكون ذو مصداقية ولكن هذا لن يحصل لو ان اللاعب على الطرف الاخر يستطيع وبكل بساطة ان يحصي الاصوات لمعرفة ما اذا كانت الاغلبية التشريعية المطلوبة موجودة فعلا.

لكن مع كل هذا فإن جيفرسون كان محقا وبالرغم من ان اللجوء للبرلمان يمكن ان يكون غير مريح ومحبط وحتى انه يعطي نتائج عكسية ، الا انه يبقى العمل الصائب لثلاثة اسباب وهي أولا ان استخدام القوة هو مكلف بالنسبة لحياة البشر والاموال وطاقة القادة وتركيزهم والناس تدفع تلك التكاليف وعليه يجب على ممثليهم ان يقرروا ما اذا كان يتوجب عليهم تكبدها.

ثانيا ، ان اهمية اتباع الدول الديمقراطية لاجراءاتها ومبادءها تصبح اكثر الحاحا عندما يتعلق الامر بصراع مسلح يتضمن دول غير ديمقراطية فالشعب السوري الذي يتعرض للقمع الوحشي من حكومته يجب ان يدرك ان الشعب الامريكي لديه علاقة مختلفة مع قادته .

اخيرا ، ان من العناصر الرئيسة للديمقراطية هو مجموعة من الاحكام والاجراءات المصممة لمطالبة المسؤوليين الحكوميين بتبرير سياساتهم باسباب يمكن قبولها او تحديها في النقاشات العامة وعندما يفكر القادة في التدخل العسكري يجب عليهم توضيح افعالهم بطريقة تبين كيف ان المصالح الاستراتيجية والاخلاقية لبلدانهم على المحك – على سبيل المثال كيف يمكن للعدوان اللامحدود والمعاناه البشعة ان تزيد وتنتشر.

ان القادة يفضلون ان يتكلموا بلغة المصالح المحسوبة بسهولة . ان الكلام عن الاهتمام والتردد الاخلاقي هو كلام لا يبعث على الراحة وكما قال المحلل السياسي التركي مصطفى اكييول بالنيابة عن معظم الشعب التركي ” ان الاهتمام بسوريا لا يترجم الى ” دعونا نذهب ونحررها” لكن القادة الذين يحتاجون لدعم شعوبهم من اجل التعامل مع مشاكل معقدة ومترابطة خارج حدودهم يجب ان يقوموا بتعويد شعوبهم على عالم القرن الحادي والعشرين والذي يقتضي بإن الاهتمام بدون التصرف يعرضنا جميعا للاخطار .

ان هذه الحجج لا تعني ان القادة لن يستخدموا القوة من حين لاخر بدون اللجوء الى شعوبهم اولا فاوباما لديه السلطة الدستورية من اجل القيام بضربات عسكرية محدودة لردع الرئيس السوري بشار الاسد والحد من قدرته على استخدام الاسلحة الكيماوية وجميع القادة بامكانهم ان يأمروا قواتهم بالتوجه الى المعركة في حالة الطوارىء على المستوى الوطني او في حالة الدفاع عن النفس ويجب ان يحافظوا على قدرتهم القانونية والعملياتيه من اجل التصرف بسرعة وبحزم عند الضرورة.

لكن بعد قرنين من زمن جيفرسون لم تعد البلدان فقط اشكال ملونة على الخارطة ولقد اصحبت البلدان بشكل متزايد مناطق شفافة ومفتوحة والتي ننظر اليها على انها وطن لملايين من اخواننا من البشر وهكذا فإن من المهم اكثر من اي وقت مضى ان يقوم شعب بلد ما بالمشاركة في القرار بمهاجمة شعب دولة اخرى.

Copyright Project Syndicate

آن ماري سلاتر هي رئيسة ورئيسة تنفيذية لمؤسسة نيو امريكا وهي استاذة في السياسة والشؤون الدولية في جامعة برنستون .

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Museler les chiens de guerre

Secretaries Kerry and Hagel Meet With Russian Ministers Lavrov and Shoygu. Photo: U.S. Department of State/Wikimedia Commons.

WASHINGTON, D.C. – Alors qu’il était à Paris en tant que premier ambassadeur des Etats-Unis en France, Thomas Jefferson se demandait comment le premier gouvernement américain pourrait éviter les erreurs des « despotes » européens qui avaient assujetti leurs peuples par la guerre et les dettes. Dans une lettre adressée à James Madison, il observait que la Constitution américaine avait au moins prévu le contrôle du « chien de guerre » en transférant « le pouvoir de le lâcher de l’exécutif au législatif, de ceux qui doivent dépenser vers ceux qui doivent payer. »

Dans le même temps, cependant, la Constitution désigne l’exécutif « Commandant en Chef », un pouvoir que les présidents américains ont invoqué pour utiliser la force militaire sans autorisation du congrès en plus de deux cents occasions. Le président Barack Obama a usé de ce pouvoir lorsqu’il a déclaré au Congrès et au peuple américain qu’il avait l’autorité de procéder à des frappes limitées en Syrie sans devoir passer devant le Congrès.

En revendiquant cette autorité tout en recherchant l’approbation du Congrès, Obama fait son entrée dans le petit club des dirigeants qui cherchent activement à limiter leur propre pouvoir. Et c’est parce qu’il a considéré son héritage historique comme celui d’un président qui aura mis fin aux guerres et les aura rendues plus difficiles à déclencher, choisissant plutôt de réinvestir les ressources de l’Amérique dans son propre peuple. Il s’est opposé à la guerre en Irak en 2003 et a promis en 2008 qu’il mettrait fin à la « guerre illimitée contre le terrorisme », qui avait constitué un chèque en blanc potentiel aux présidents américains pour recourir à la force partout dans le monde.

Mais au-delà du système de mécanismes correcteurs des pouvoirs politiques, créé par la Constitution américaine, le fait que les dirigeants prennent des décisions en matière d’utilisation de la force a-t-il un sens pour les citoyens ? Cela complique certainement la vie de ces dirigeants. Le Premier ministre britannique David Cameron en a fait les frais lorsqu’il s’est adressé au parlement pour valider la participation britannique aux frappes américains contre la Syrie. Le président français François Hollande s’est vu opposer une intense réaction négative de la part des partis d’extrême droite à l’Assemblée Nationale pour participer à ces frappes. Et le Premier ministre Recep Tayyip Erdoğan, qui avait accepté de participer à la coalition militaire, est maintenant confronté à une forte opposition interne contre sa politique syrienne.

Plusieurs arguments existent pour ne pas autoriser les représentants du peuple à intervenir dans la difficile valse de politique étrangère entre force et diplomatie. Pour commencer, il y a cette vieille idée selon laquelle la politique s’arrête au bord de l’eau, où les désaccords désordonnés en interne sont supposés laisser place à l’abstraction d’un état dont l’intérêt national est unifié.

Un argument associé est que les processus politiques nationaux peuvent paralyser un gouvernement dans le grand jeu de poker ou d’échec que sont supposées être les relations internationales. Comme vient de le découvrir Obama, avoir un pouvoir législatif qui refuse résolument de partir en guerre affaiblit la main de l’exécutif dans les négociations internationales.

Le temps est un autre problème. Les processus législatifs sont lents et souvent tortueux, tandis que la diplomatie internationale peut changer du jour au lendemain en fonction des basculements dans les coalitions, d’opportunités inattendues, ou de pièges difficilement décelables.

En outre, la diplomatie se nourrit d’accords secrets du genre de celui que le Secrétaire d’état américain John Kerry et le ministre russe des Affaires Etrangères Sergei Lavrov viennent juste de conclure sur les armes chimiques en Syrie. Dans les négociations particulièrement sensibles, la dernière chose dont ont besoin les parties prenantes est d’un débat public sur les cartes détenues par chacune d’elles. Le risque de basculer des discussions aux tanks doit être crédible, ce qu’il ne sera pas si le joueur opposé n’a plus qu’à compter ses voix pour vérifier s’il détient effectivement une majorité législative.

Mais Jefferson avait raison. Même s’il n’est pas toujours pratique, confortable et même contre-productif de se tourner vers les représentants du peuple, c’est la bonne chose à faire, et ce pour trois raisons. Premièrement, le recours à la force est coûteux en termes de vies, d’argent, et exige force énergie et attention de la part des dirigeants. Le peuple paye ces coûts, et il revient donc à ses représentants de décider où non de les avancer.

Deuxièmement, il n’est jamais plus important pour une démocratie de suivre les procédures en place et de soutenir ses principes dans un conflit armé impliquant des états non démocratiques. Le peuple syrien, oppressé et brutalisé par son propre gouvernement, devrait constater que le peuple américain entretient une relation différente avec ses dirigeants.

Enfin, une composante essentielle de la démocratie est un ensemble de règles et de procédures conçues pour exiger des responsables officiels qu’ils justifient leurs politiques pour des raisons qui peuvent être acceptées ou contrées dans le cadre d’un débat public. Lorsque l’on considère une intervention militaire à l’étranger, les dirigeants doivent expliquer leurs actes de manière à clarifier les enjeux stratégiques et les intérêts moraux du pays, comme par exemple, comment une agression non maîtrisée et de terribles souffrances peuvent suppurer et se propager.

Les dirigeants préfèreraient parler le langage des intérêts aisément calculables. Les discussions sur l’attention et les scrupules moraux sont inconfortables et constituent un terrain instable. Comme l’analyste politique turc Mustafa Akyol le formulait, pour une majorité de la population turque, « se soucier de la Syrie ne se traduit pas par ‘allons la libérer.’ » Pourtant, les dirigeants qui ont besoin du soutien de leurs peuples pour répondre à des problèmes complexes et interdépendants au-delà de leurs frontières doivent les familiariser avec un monde du 21ème siècle dans lequel le fait de se soucier sans agir représente un danger pour nous tous.

Ces arguments ne signifient pas que les dirigeants ne recourront plus à la force de temps à autre sans demander l’avis de leur peuple au préalable. Obama détient l’autorité constitutionnelle de mener des frappes militaires limitées pour dissuader le président syrien Bashar al-Assad et affaiblir sa capacité à utiliser des armes chimiques. Tous les dirigeants peuvent donner l’ordre à leurs forces d’entrer dans la bataille en cas d’urgence nationale ou pour se protéger. Ils doivent préserver leur capacité légales et opérationnelles d’agir rapidement et de manière décisive lorsque cela est nécessaire.

Mais deux siècles après Jefferson, les états ne sont plus de simples taches de couleur sur une carte ; de plus en plus, ce sont des territoires transparents et ouverts que nous voyons comme la résidence de millions d’êtres humains. Il n’a donc jamais été aussi important pour le peuple d’un pays de participer à la décision d’attaquer le peuple d’un autre pays.

Traduit de l’anglais par Frédérique Destribats

Copyright Project Syndicate

 


Anne-Marie Slaughter est présidente et directrice générale de la New America Foundation et professeur en sciences politiques et relations internationales à l’Université Princeton.


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Moyen-Orient : quand le “peuple” se soulève

Aux yeux des Occidentaux, le Moyen-Orient est le théâtre d’un nouveau renversement politique. En Iran les mollahs ont autorisé l’élection de Hassan Rowhani, un homme qui a déclaré lors de son premier discours présidentiel que sa victoire est celle “de la sagesse, de la modération et de la conscience sur le fanatisme et un comportement inapproprié”.

Apparemment surpris de la victoire du candidat qu’ils soutenaient dans leur majorité (victoire sur six autres candidats partisans d’une ligne dure), les Iraniens sont descendus en masse dans la rue pour célébrer la victoire “du peuple”. Certes l’élection est restée sous contrôle : les candidats susceptibles de contester l’autorité du Guide suprême, l’ayatollah Ali Khamenei, avaient été disqualifiés. Mais à l’intérieur de ces limites, le gouvernement a laissé le peuple choisir.

Tout à coté, en Turquie, le démocrate islamiste bien-aimé de l’Occident, le Premier ministre Tayyip Erdogan, a utilisé bulldozers, gaz lacrymogène, canons à eau et balles de caoutchouc pour chasser de la place Taksim et du parc Gezi des manifestants pacifiques qui refusaient de se soumettre à sa volonté. La théorie de gouvernement d’Erdogan semble être qu’ayant été élu par une majorité dont il a qui toujours le soutien, quiconque s’oppose à lui est un terroriste ou le jouet de forces étrangères animées de sinistres desseins. Pour lui, pas de place pour une opposition légitime, pas de place pour l’idée que la majorité d’aujourd’hui puisse être la minorité de demain et que chacun a le droit de se faire entendre.

Il y a quatre ans, lorsque des centaines de milliers de jeunes Iraniens ont envahi les rues de Téhéran pour protester contre la réélection du président sortant Mahmoud Ahmadinejad, le gouvernement iranien avait fait tirer sur eux à balles réelles. Les manifestations ont été brutalement réprimées, les participants emprisonnés, certains d’entre eux probablement violés ou torturés. Cela a flétri l’image du régime, non seulement en Iran, mais aussi au Moyen-Orient et en Afrique du Nord aux yeux de millions de jeunes arabes qui allaient bientôt se soulever pour réclamer justice sociale et respect des droits fondamentaux.

Erdogan avait été un héros pour cette jeunesse. En septembre 2011 il avait été acclamé tel une idole lors de sa visite en Egypte, Tunisie et Libye. Il présentait son Parti pour la justice et le développement comme l’équivalent musulman des partis démocrates chrétiens d’Europe, combinant la croissance économique avec la lutte contre la corruption et des élections libres.

Mais aujourd’hui son gouvernement ressemble à ceux contre lesquels la jeunesse arabe s’est révolté. Il emprisonne les journalistes et accuse un “lobby de spéculateurs qui veulent des taux d’intérêt élevés” d’attaquer l’économie turque. Il suit l’exemple du président syrien Bachar al-Assad, non seulement en diabolisant les manifestants, mais aussi en s’en prenant au personnel médical qui s’occupent d’eux et aux hôteliers qui les hébergent.

La Turquie n’est pas l’Iran, et vice versa. Mais à examiner leur situation on peut tirer des leçons utiles pour le Moyen-Orient et pour l’Afrique du Nord. Avant tout, dans un monde qui prétend vouloir la démocratie, la voix du “peuple” a son importance. Conférant une légitimité impossible à acquérir par la force, c’est la meilleure garantie pour attirer les investissements et parvenir à la croissance.

Certes, “le peuple” n’est pas homogène : changeant,  il est uni dans l’opposition, mais se divise une fois au pouvoir. Néanmoins, la volonté d’un grand nombre de personnes de se lever (ou de s’asseoir) pour faire entendre leur voix, malgré le risque immédiat d’une répression violente, montre à leurs concitoyens et au reste du monde que quelque chose va très mal.

Khamenei et ses Gardiens de la révolution ont résisté à la tempête de 2009, mais leur façade de légitimité s’est effondrée. Paradoxalement, l’élection de Rowhani renforcera leur pouvoir. Et même si Erdogan réussit à faire rentrer dans la bouteille d’où il s’est échappé le “génie de la manifestation”, il sera affaibli lors des prochaines élections.

Deuxième leçon des récents événements en Iran et en Turquie : au Moyen-Orient et en Afrique du Nord, l’éventail des régimes va de l’autocratie et de la théocratie à des démocraties sous contrôle. Aucun de ces pays ne peut être qualifié de démocratie libérale – un régime qui allie des élections justes et équitables avec la protection constitutionnelle des libertés individuelles pour tous. Depuis longtemps, le régime iranien peut être qualifié de “démocratie illibérale”, selon l’expression de Fareed Zakaria, un spécialiste américain en politique étrangère. Par contre, malgré l’emprisonnement de journalistes et de généraux, la Turquie paraissait être sur la voie de la démocratie libérale. Mais elle régresse maintenant sous le regard du reste du monde.

Dernière leçon : la capacité à accepter les critiques, même exacerbées, est le signe d’un gouvernement sûr de lui. Erdogan s’est indigné que des citoyens turcs osent le critiquer. Après qu’Erdogan ait paru parvenir à un accord avec les manifestants en ce qui concerne le sort du parc Gezi dont la démolition annoncée a déclenché les manifestations, l’un de mes abonnés sur Twitter a exprimé sa satisfaction et déclaré que les manifestants devaient rentrer chez eux, parce que “trois semaines cela suffit”. Mais cela suffit pour quoi ?

Souvenons-nous du mouvement Occupons Wall Street qui en 2011 a tenu la rue à Manhattan pendant deux mois. La municipalité a fini par chasser les manifestants, essentiellement pour des raisons d’hygiène et du fait des plaintes pour les mêmes raisons des habitants du quartier où ils étaient installés. Le premier jour du mouvement d’occupation, le maire de New-York, Michael Bloomberg, a déclaré lors d’une conférence de presse: “Les gens ont le droit de manifester, et s’ils veulent le faire, nous serons heureux de leur garantir un lieu pour cela”.

Par contre en Syrie, lorsque “le peuple” s’est soulevé, on lui a tiré dessus ; lorsqu’il a pris les armes, il a été manipulé. C’est ainsi qu’a débuté un cycle de meurtres et de vengeances qui aggrave encore les fractures. Ni l’Iran ni la Turquie n’en sont à ce point. Néanmoins, des manifestations pacifiques, le recours à la justice, la négociation, l’art de faire des compromis et en dernier lieu de nouvelles élections seraient pour les deux pays (et pour beaucoup d’autres dans la région) un bien meilleur moyen que la stratégie que met en œuvre leur gouvernement pour résoudre les tensions intérieures.

Traduit de l’anglais par Patrice Horovitz

Anne-Marie Slaughter est professeur en sciences politiques et affaires internationales à l’université de Princeton. Elle a été directrice de la prospective au Département d’Etat de 2009 à 2011.

© Project Syndicate 1995–2013

This article was originally published by Project Syndicate. It is republished here with their generous permission.


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Iran, Turkey and Azerbaijan: Heading Towards a Regional Crisis?
The Evolving Ruling Bargain in the Middle East
The Middle East: Change and Upheaval 2012


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إيران، وتركيا، والشارع غير العربي

برينستون ــ يرى الناس في الغرب أن سياسة الشرق الأوسط انقلبت رأساً على عقب مرة أخرى. فقد سمح ملالي إيران (حكام إيران من رجال الدين) بانتخاب حسن روحاني، الرجل الذي أعلن في أول خطاب له كرئيس منتخب أن فوزه “انتصار للحكمة والاعتدال والوعي على التعصب والسلوكيات السيئة”.

الواقع أن الإيرانيين، الذين فوجئوا كما يبدو بفوز المرشح  الذي أيده أغلبهم (في مواجهة ستة مرشحين أكثر تشددا)، تدفقوا إلى الشوارع مهللين لنصر تحقق “من أجل الشعب”. ولكن من المؤكد أنها كانت انتخابات موجهة بعناية: فقد تم استبعاد جميع المرشحين الذين ربما شكلوا بالفعل تحدياً لسلطة المرشد الأعلى آية الله على خامنئي مقدما. ولكن ضمن تلك الحدود، سمحت الحكومة باحتساب أصوات الشعب.

وفي الدولة المجاورة تركيا، سارع رئيس الوزراء رجب طيب أردوغان، القائد الديمقراطي الإسلامي المفضل لدى الغرب، إلى استخدام الجرافات وقنابل الغاز المسيل للدموع ومدافع المياه والرصاصات المطاطية لإخلاء ساحة تقسيم وحديقة جيزي في وسط مدينة اسطنبول من المتظاهرين السلميين الذين رفضوا الانحناء لإرادته. ويبدو أن نظرية أردوغان في الحكم تتلخص في أنه ما دام منتخباً من قِبَل أغلبية من الأتراك الذين لا زالوا يؤيدونه، فإن أي شخص يعارضه لابد أن يكون إرهابياً أو ألعوبة في أيدي قوى أجنبية شريرة. ويبدو أنه لا يرى أي مجال للمعارضة المشروعة، ولا للفكرة القائلة بأن أغلبية اليوم قد تصبح أقلية الغد وأن قواعد اللعبة لابد أن تسمح بالاستماع إلى الجانبين.

قبل أربعة أعوام، عندما نزل مئات الآلاف من الشباب الإيرانيين إلى شوارع طهران احتجاجاً على إعادة انتخاب الرئيس المنتهية ولايته محمود أحمدي نجاد، استقبلتهم الحكومة الإيرانية بالذخيرة الحية. وكان مصير الاحتجاجات القمع الوحشي، فجُمِع المشاركون وألقي بهم في السجون، بل واغتُصِبوا وعُذِّبوا وفقاً لبعض الروايات، الأمر الذي ألحق أشد الضرر بمكانة النظام وسمعته، ليس فقط بين الإيرانيين، بل وأيضاً بين الملايين من الشباب العرب في مختلف أنحاء الشرق الأوسط وشمال أفريقيا، والذين كان موعد نهوضهم للمطالبة بحقوقهم الاجتماعية والسياسية قد اقترب.

في البداية كان أردوغان بطلاً في نظر نفس هذه الحشود. ولقد زار مصر، وتونس، وليبيا في سبتمبر/أيلول 2011، واستقبل استقبال الأبطال. وآنذاك، قدَّم للناس حزبه “العدالة والتنمية” باعتباره المعادل الإسلامي للأحزاب الديمقراطية المسيحية في أوروبا، والتي تجمع بين النمو الاقتصادي وسياسات محاربة الفساد والانتخابات الحرة.

واليوم، تبدو حكومة أردوغان أقرب إلى الحكومات التي ثار الشباب العربي ضدها، فتستهدف الصحفيين وتتهم “جماعة من المستفيدين من أسعار الفائدة المرتفعة” من المضاربين بالسعي إلى الإضرار بالاقتصاد التركي. بل إن أردوغان يمارس نفس أساليب بشار الأسد، ليس فقط بتشويه صورة المتظاهرين، بل وأيضاً بملاحقة العاملين في المجال الطبي الذين يقدمون الرعاية للمتظاهرين وأصحاب الفنادق الذين يستضيفونهم.

لا شك أن تركيا ليست إيران، وإيران ليست تركيا. ولكن عندما نقارن ببن التطورات الجارية في البلدين فسوف نستخلص دروساً يتردد صداها في مختلف أنحاء الشرق الأوسط وشمال أفريقيا. والدرس الأكثر أهمية هنا هو أن أصوات “الشعوب” أصبحت مهمة في عالم يتشدق بالديمقراطية على الأقل. وهي تضفي نوعاً من الشرعية لا يمكن اكتسابه بالقوة ويُعَد الضمانة الأقوى للاستثمار والنمو.

بطبيعة الحال، لا نستطيع أن نعتبر “الشعوب” كياناً موحداً بالكامل حقا: فهي متقلبة في ولائها وخاضعة لتأثيرات الغوغائية، وهو تتوحد في المعارضة عادة ولكنها تتفتت عندما تصبح في السلطة. ومع ذلك فإن رغبة أعداد كبيرة من الناس في المطالبة بحقهم في أن تُسمَع أصواتهم، على الرغم من ارتفاع احتمالات تعرضهم للقمع العنيف، تعلن على مواطنيهم والعالم أن شيئاً ما انحرف عن المسار السليم تماما.

كان خامنئي وزملاؤه من الأوصياء على الثورة الإسلامية في إيران قادرين على الصمود في وجه العاصفة في عام 2009، ولكن واجهة سلطتهم الشرعية انهارت. ومن عجيب المفارقات أن انتخاب روحاني الآن كفيل بتعزيز قبضتهم السياسية. ورغم أن أردوغان ربما يكون قادراً على إرغام جني الاحتجاجات على العودة إلى القمقم، فإن سلطته الشرعية سوف تضعف بشكل ملحوظ إلى أن يحين موعد الانتخابات المقبلة في تركيا.

والدرس الثاني المستفاد من الأحداث الأخيرة في إيران وتركيا هو أن الطيف الحكومي في الشرق الأوسط وشمال أفريقيا ينتقل من الاستبداد وحكم رجال الدين إلى أشكال متنوعة من الديمقراطية الموجهة. ولا يوجد بلد مؤهل كدولة ديمقراطية ليبرالية بالكامل ــ أعني بوصفه نظاماً سياسياً يجمع بين الحرية والانتخابات النزيهة والحماية الدستورية للحقوق الفردية لكل مواطنيه.

الواقع أن إيران كانت مؤهلة لفترة طويلة لما أطلق عليه محلل السياسة الخارجية الأميركي فريد زكريا وصف “الديمقراطية غير الليبرالية”. أما تركيا فقد بدت من جانبها وكأنها تسلك مساراً يفضي بها في النهاية إلى الديمقراطية الليبرالية الحقيقية، على الرغم من الانتقادات من جانب هؤلاء الذين أشاروا إلى سجن أردوغان للصحفيين وجنرالات الجيش؛ والآن تتراجع تركيا عن ذلك المسار على مسمع ومرأى من العالم أجمع.

والدرس الأخير هنا هو أن الاختبار الحقيقي لأي حكومة آمنة هو ما إذا كانت قادرة على تحمل الانتقادات الموجهة إليها، ولو كانت شديدة. ويبدو أن أكثر ما يغضب أردوغان الآن هو تجرؤ المواطنين الأتراك على انتقاده.

الآن يبدو الأمر وكأن أردوغان توصل إلى اتفاق مع المحتجين بشأن مصير حديقة جيزي، والتي أطلقت خطة هدمها شرارة المظاهرات الأولية، وقد أعرب أحد متابعي حسابي على تويتر عن ارتياحه للنتائج وقال إن المتظاهرين لابد أن يعودوا إلى بيوتهم الآن، لأن “ثلاثة أسابيع كانت كافية”. ولكن لأي شيء كانت كافية؟

هل تذكرون أن المحتجين التابعين لحركة “احتلوا وال ستريت” في عام 2011 تمكنوا من السيطرة على مانهاتن السفلى لشهرين كاملين؟ في نهاية المطاف تمكن المسؤولون في مدينة نيويورك من إنهاء الاحتجاجات، ولكن ذلك كان راجعاً بشكل كبير إلى أسباب صحية ومتعلقة بالنظافة وفقاً لشكاوى سكان المنطقة. وفي مؤتمر صحفي في اليوم الذي شهد بداية الاحتجاجات، قال عمدة نيويورك مايكل بلومبرج: “الناس لديهم الحق في الاحتجاج، وإذا كانوا يريدون الاحتجاج، فسوف يسعدنا أن نوفر لهم الأماكن التي يمكنهم فيها إبداء احتجاجهم”.

وفي نفس الوقت استُقبِل “الشعب” الذي انتفض في سوريا بإطلاق النار عليه، فحمل السلاح، ثم وقع ضحية للاستغلال، وبدأ دوامة من القتل الطائفي والانتقام لن تسفر إلا عن المزيد من التفتت والتفكك للشعب السوري. صحيح أن لا إيران ولا تركيا بلغت تلك النقطة. ولكن الاحتجاج السلمي، والدعاوى القضائية، والمفاوضات السياسية، والتسويات، وفي نهاية المطاف الانتخابات الجديدة، كل هذا من شأنه أن يقدم للبلدين ــ والعديد من الدول الأخرى في المنطقة وخارجها ــ سبيلاً لتسوية وحل التوترات الداخلية أفضل كثيراً من النهج الذي يوظفه زعماؤهم الآن.

ترجمة: إبراهيم محمد علي          Translated by: Ibrahim M. Ali

آن ماري سلوتر مديرة تخطيط السياسات في وزارة الخارجية الأميركية سابقا (2009-2011)، وأستاذ العلوم السياسية والشؤون الدولية في جامعة برينستون.

© Project Syndicate 1995–2013

This article was originally published by Project Syndicate. It is republished here with their generous permission.


For additional reading on this topic please see:
Iran, Turkey and Azerbaijan: Heading Towards a Regional Crisis?
The Evolving Ruling Bargain in the Middle East
The Middle East: Change and Upheaval 2012


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