PRINCETON – La perspectiva de un ataque militar de los EE.UU. a Siria se ha debilitado a raíz de la aceptación por el Presidente Obama de una iniciativa internacional para controlar el arsenal de armas químicas de Siria. El giro de 180 grados habido en el último momento en las presiones en pro de la acción militar se ha producido sobre un fondo de intensificación de la presión diplomática por parte de la comunidad internacional para evitar la escalada de la violencia en Siria y ese resultado no es posible sin el Irán.
En una conferencia de prensa conjunta con su homólogo sirio, Walid Al Moallem, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, presentó una propuesta, originalmente acordada con el Irán, en la que se pedía que Siria “ponga sus almacenes de armas químicas bajo control internacional”. Después los arsenales serían destruidos y Siria se adheriría plenamente a la Convención sobre las Armas Químicas. El segundo componente de la propuesta ruso-iraní pide medidas internacionales, con los auspicios del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, para frenar las capacidades en materia de armas químicas de las fuerzas rebeldes sirias.
Moallen aceptó inmediatamente la propuesta. Unas horas después, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lo hizo también, mientras que Obama dijo: “Espero fervientemente que se pueda resolver esta cuestión de forma no militar”.
Esa iniciativa permitiría a Obama escapar de un embrollo político y de un aprieto en materia de asuntos exteriores, pero el asunto dista de estar zanjado: Obama no ha descartado un ataque militar. Así, pues, aquí ofrecemos doce razones por las que los Estados Unidos deben aprovechar la oportunidad de una resolución diplomática que brinda el plan ruso-iraní.
Primera: existen pruebas de que la oposición siria ha acopiado armas químicas. En diciembre de 2012, el Irán informó oficialmente a los EE.UU. sobre las armas químicas, incluido el gas sarín, que se estaban trasladando a Siria. Los EE.UU. se negaron a cooperar con el Irán para presionar y actuar al respecto.
Segunda: los ataques militares de los EE.UU. a Siria podrían sumir toda la región –y tal vez a los EE.UU.– en una guerra más amplia. Después de sus experiencias en el Afganistán y el Iraq a lo largo del pasado decenio, los EE.UU. no pueden precisamente permitirse el lujo de meterse en el atolladero sirio.
Tercera: al intensificarse el conflicto regional suní-chií, la perspectiva de que decenas de miles de millones de petrodólares respalden a extremistas terroristas ya ha desestabilizado la región. Unos ataques militares de los EE.UU. contra Siria avivarían aún más el extremismo y el resultado de ello serían atrocidades generalizadas por parte de los rebeldes contra sirios de todos los credos. Se ha informado de la ejecución y mutilación de prisioneros pertenecientes al gobierno sirio. No cabe duda de que la suerte de las comunidades cristiana y judía de Siria es ahora extraordinariamente precaria.
Cuarta: la decisión de los Estados Unidos de respaldar a extremistas en Siria contradice su “guerra al terrorismo” y erosionará el apoyo internacional a ella. La perspectiva de una cooperación iraní para erradicar a los extremistas de Al Qaeda, que prestó en el Afganistán y el Iraq, sería improbable tras una intervención.
Quinta: constituye un error dar por sentado que sin el Presidente de Siria, Bashar Al Asad, el Irán perdería su influencia en el mundo musulmán y su vinculación con Hezbolá en el Líbano. Tras las invasiones, encabezadas por los EE.UU., del Afganistán y del Iraq, la posición regional de los Estados Unidos se debilitó y la del Irán se fortaleció; la intervención de los EE.UU. en Siria podría reproducir ese modelo.
Sexta: un ataque de los EE.UU. a Siria dejaría a éstos aislados internacionalmente y acabaría con toda esperanza de una resolución diplomática. No hay deseos internos ni internacionales de otra aventura militar de los EE.UU: la OTAN, el G-20, los europeos, Rusia, China y el 60 por ciento de los americanos se oponen a un ataque militar unilateral de los EE.UU.
Séptima: el número de víctimas civiles resultantes de un ataque militar sería elevado. Si la justificación principal para un ataque es humanitaria –la de poner fin a la insensata matanza de civiles sirios–, la intervención militar de los EE.UU. haría más mal que bien.
Octava: la participación de los EE.UU. en Siria reavivirá los esfuerzos encaminados a presionar en pro de una guerra más amplia entre los EE.UU. y el Irán. Los afiliados de Al Qaeda pondrán la mira en intereses regionales de los EE.UU. con la esperanza de que se culpe de ello al Irán y a sus militantes por procuración, lo que brindaría un pretexto para la confrontación militar de los EE.UU.
Novena: un ataque militar de los EE.UU. contra un tercer país de mayoría musulmana demolería el crédito obtenido por Obama con sus esfuerzos para restablecer el prestigio de los Estados Unidos en el mundo islámico. De hecho, resultaría con la mayor probabilidad una bendición estratégica para el “eje de la resistencia”: el Irán y Hezbolá.
Décima: cualquier ataque militar unilateral de los EE.UU. contra Siria intensificaría las tensiones entre los EE.UU. y Rusia, lo que, a su vez, fortalecería la alianza Rusia-Irán.
Undécima: el Dirigente Supremo del Irán, Ayatolá Ali Jamenei, ha concedido el permiso al nuevo gobierno del Presidente Hasán Ruhaní para celebrar conversaciones directas con los EE.UU. No es probable que se presente una oportunidad mejor de poner fin a decenios de hostilidad bilateral. En esas circunstancias, un ataque de los EE.UU. a Siria truncaría con casi total seguridad toda esperanza de un acercamiento EE.UU.-Irán en los próximos años.
Por último, ahora que ya ejerce como Presidente el moderado Ruhaní, un ataque militar de los EE.UU. podría socavar una oportunidad de oro para los Estados Unidos y el Irán de alcanzar una solución para salvar la cara (de las dos partes) respecto del programa nuclear del Irán.
Tanto el Irán como los EE.UU. consideran un crimen grave la utilización de armas de destrucción en gran escala. De hecho, el Irán fue una víctima importante de ataques con armas químicas durante su guerra de 1980-1988 con el Iraq de Sadam Husein. El Irán puede ser un socio importante para detener la proliferación de armas de destrucción en gran escala en Siria, Oriente Medio y otras regiones.
El Irán sostiene que el Consejo de Seguridad es el único órgano legalmente autorizado para verificar las alegaciones sobre la utilización de dichas armas mortíferas y decidir la reacción apropiada. Una vía prometedora para la cooperación EE.UU.-Irán sobre Siria podría ser la de un apoyo conjunto a una misión de investigación por el Consejo de Seguridad para descubrir a los perpetradores. Obama tiene una “línea roja” sobre la utilización de armas químicas y Jamenei también.
Traducido del inglés por Carlos Manzano.
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Sayed Hosein Mousavian, ex embajador del Irán y portavoz de los negociadores del Irán sobre el asunto nuclear, es un estudioso e investigador en la Escuela Woodrow Wilson de Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Princeton. Su último libro es The Iranian Nuclear Crisis: A memoir (“La crisis nuclear iraní. Memoria”).
For additional reading on this topic please see:
Syria, Black Swans and International Power
US Government and Congress Response to Syria
Military Operation in Syria and What Then?
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