OSAKA – Japón ahora enfrenta desafíos internos y en el extranjero que son tan serios como cualquiera de los que ha tenido que encarar desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el público japonés está mostrando una sorprendente apatía. Los dos principales partidos políticos del país, el gobernante, Partido Democrático de Japón (PDJ) y el Partido Democrático Liberal (PDL) recientemente seleccionaron a sus dirigentes, pero los japoneses respondieron con una indiferencia colectiva. Con todo, es improbable que el sistema político japonés siga siendo objeto del desinterés popular por mucho tiempo.
El PDJ llegó por primera vez al poder en septiembre de 2009 y tenía un programa ambicioso en el que se prometía realizar profundas reformas administrativas, no subir los impuestos y obtenermás libertad en cuanto a la alianza de Japón con los Estados Unidos. Sin embargo, dada la inexperiencia e incompetencia del partido en todos los niveles de la toma de decisiones –fallas que se agravaron con la devastación sin precedentes que provocó el gran terremoto de marzo de 2011– en los dos primeros gobiernos en manos del PDJ, bajo Yukio Hatoyama y Naoto Kan, esas promesas se desvanecieron. Consecuentemente, varias docenas de legisladores, encabezados por el eterno rebelde, Ichiro Ozawa, desertaron del PDJ y se coaligaron en un nuevo partido de oposición.