Categories
Uncategorized

¿Una nueva mirada a 1914?

Photo: greatwar.nl/Wikimedia Commons

CAMBRIDGE – Este año se cumple un siglo de un acontecimiento que transformó la historia moderna. En la Primera Guerra Mundial perecieron cerca de 20 millones de personas, destruyéndose una generación de jóvenes europeos. También cambió de manera fundamental el orden internacional en Europa y el resto del mundo.

De hecho, la Gran Guerra destruyó no solo vidas, sino tres imperios europeos: el alemán, el austrohúngaro y el ruso, y con el colapso del régimen otomano prácticamente un cuarto. Hasta antes de su inicio, el equilibrio de poder mundial estaba centrado en Europa; tras ella, Estados Unidos y Japón emergieron como grandes potencias. La guerra además abrió las puertas a la Revolución Bolchevique de 1917, preparó el camino para el fascismo e intensificó y amplió las batallas ideológicas que caracterizaron el siglo veinte.

¿Cómo pudo ocurrir una catástrofe de semejantes dimensiones? Poco después de su estallido, cuando se le pidió una explicación al entonces Canciller alemán Theobald von Bethmann-Hollweg sobre qué ocurrió, respondió: “¡Ah, si solo lo supiera!” Quizás con ánimo autoexculpatorio, llegó a ver la guerra como algo inevitable. De manera similar, el ministro británico de Asuntos Exteriores, Sir Edward Grey, planteó que había “acabado por pensar que ningún ser humano en particular hubiera podido evitarla.”

La pregunta a la que nos enfrentamos hoy es si puede ocurrir de nuevo. Margaret MacMillan, autora del interesante libro 1914. De la paz a la guerra, de reciente publicación, plantea que “resulta tentador (y da que pensar) comparar las relaciones actuales entre China y Estados Unidos con las de Alemania e Inglaterra hace un siglo”. Tras hacer una comparación similar, el semanario The Economist concluye que “la similitud más inquietante entre 1914 y el momento actual es la complacencia”. Y algunos politólogos, como John Mearsheimer de la Universidad de Chicago, han argumentado que “para decirlo sin rodeos: China no puede ascender como potencia pacíficamente.

Pero las analogías históricas, si bien a veces son útiles como prevención, resultan peligrosas cuando conllevan una sensación de inevitabilidad. La Primera Guerra Mundial no lo fue, sino que se volvió más probable por el ascenso de Alemania y los recelos que ello creó en Gran Bretaña, y también por la respuesta atemorizada de Alemania al ascenso de Rusia, además de multitud de otros factores, entre ellos errores humanos. Sin embargo, hoy en día la brecha entre Estados Unidos y China es mayor que la que existía entre Alemania y Gran Bretaña en 1914.

Para sacar lecciones de 1914 que resulten útiles para el momento actual es necesario disipar los muchos mitos que se han creado sobre la Gran Guerra. Por ejemplo, la acusación de que se trató de una guerra preventiva iniciada deliberadamente por Alemania se ve desmentida por la evidencia de que las elites más importantes no lo creían así. Tampoco fue una guerra puramente accidental, como sostienen otros: Austria participó de manera deliberada para repeler la amenaza de un nacionalismo eslavo en ascenso. Hubo errores de cálculo sobre la duración y el alcance de la guerra, pero eso no equivale a que haya sido accidental.

También se dice que la causa de la guerra fue una carrera armamentista desenfrenada en Europa, pero esta ya había acabado en 1912 y Gran Bretaña la había ganado. Si bien existía inquietud por el creciente poderío de los ejércitos, esta resulta una visión más bien simplista.

El mundo de hoy es diferente al de 1914 en muchos e importantes sentidos. Uno es el que las armas nucleares dan a los líderes políticos el equivalente a una bola de cristal que les muestra cómo quedaría el mundo tras una escalada. Quién sabe que si el Emperador, el Káiser y el Zar hubieran podido ver en 1918 la destrucción de sus imperios y la pérdida de sus tronos habrían sido más prudentes en 1914. No hay duda de que este efecto de “vista previa” influyó fuertemente sobre los dirigentes estadounidenses y soviéticos durante la crisis de los misiles de Cuba. Es probable que hoy tendría una influencia similar sobre Estados Unidos y China.

Otra diferencia es que la ideología de la guerra hoy es mucho más débil. En 1924 se pensaba de verdad que la guerra era inevitable, en una visión fatalista reforzada por el argumento del darwinismo social de que “limpiaría el aire” como una buena tormenta de verano. Como escribiera Winston Churchill en La crisis mundial:

“Había una atmósfera extraña. No satisfechas con la prosperidad material, las naciones se volvieron con fiereza hacia las luchas, fueran estas internas o externas. Las pasiones naturales, que habían sido exaltadas indebidamente en momentos de declive de la religión, ardían bajo la superficie de casi cada país con llamas intensas aunque oscuras. Casi se podría pensar que el mundo deseaba sufrir, y no hay duda de que los hombres estaban ansiosos por tentar su suerte.”

No hay duda de que el nacionalismo está aumentando en China, al tiempo que Estados Unidos ha iniciado dos guerras después de los ataques del 11 de septiembre, pero ninguno de estos países tiene una actitud belicosa o complaciente acerca de una guerra limitada. China aspira a tener mayor peso en la región y Estados Unidos tiene aliados regionales a cuya defensa se ha comprometido. Siempre es posible que haya errores de cálculo, pero el riesgo se puede reducir mediante las opciones de políticas adecuadas. De hecho, ambas potencias tienen fuertes incentivos para cooperar en varios ámbitos, como el energético, el cambio climático y la estabilidad financiera.

Más aún, si bien la Alemania de 1914 estaba pisando los talones a Gran Bretaña (y ya la había superado en términos de potencia industrial), Estados Unidos sigue estando a décadas de distancia de China en recursos generales en los ámbitos militar, económico y de poder blando. Si se embarcara en una aventura política demasiado arriesgada, China podría poner en riesgo lo que lleva ganado interna y externamente.

En otras palabras, Estados Unidos tiene más tiempo para manejar sus relaciones con una potencia en ascenso que el que tuvo Gran Bretaña hace un siglo. Una actitud demasiado temerosa puede resultar siendo una profecía autocumplida. Otro asunto es si Estados Unidos y China manejarán bien su relación, pero el modo como lo hagan será el dictado de las decisiones humanas, no de alguna ley histórica ineludible.

Una de las lecciones que podemos aprender de los sucesos de 1914 es desconfiar de los analistas que plantean analogías históricas, especialmente si tienen un aire de inevitabilidad. La guerra nunca es inevitable, aunque la creencia en su inevitabilidad sea una de sus causas.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen.

Copyright Project Syndicate


Joseph S. Nye, Jr. es profesor de la Universidad de Harvard y autor del libro El liderazgo presidencial y la creación de la era estadounidense (Presidential Leadership and the Creation of the American Era).


For additional reading on this topic please see:

The Historian and the Centenary

The Concept of “Rising Powers”

A Look Back at the Buildup to the Great War


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s Weekly Dossiers and Security Watch.

Categories
Uncategorized

La guerre n’est jamais inéluctable!

Photo: greatwar.nl/Wikimedia Commons

CAMBRIDGE – Cette année marque le centième anniversaire d’un événement qui a transformé l’Histoire moderne, la Première Guerre mondiale qui a fait une vingtaine de millions de morts et affecté toute une génération de la jeunesse européenne. Ce conflit a aussi changé fondamentalement l’ordre international en Europe et au-delà.

La Grande guerre a détruit non seulement des vies, mais aussi trois empires (allemand, austro-hongrois et russe) et un quatrième à ses frontières avec l’écroulement de l’ordre ottoman. Jusqu’à la Première Guerre mondiale, le centre de gravité de l’équilibre mondial se trouvait en Europe. Après elle, les USA et le Japon ont émergé comme grandes puissances. Elle a aussi marqué le début de la révolution bolchevique de 1917, ouvert la voie au fascisme et intensifié et élargi les batailles idéologiques qui ont entraîné des drames au 20° siècle.

Comment une telle catastrophe a-t-elle pu se produire ? Peu après le début du conflit, interrogé sur son explication de ce qui s’était produit, le chancelier allemand Theobald von Bethmann-Hollweg a répondu : “Si seulement je le savais !”. Peut-être pour dégager sa responsabilité, a-t-il fini par considérer la guerre comme inévitable. De même, le ministre britannique des Affaires étrangères, Sir Edward Grey, a déclaré qu’il “en est venu à penser qu’aucun homme à lui tout seul n’aurait pu l’empêcher”.

Est-ce que cela pourrait se reproduire aujourd’hui ? Selon Margaret MacMillan, auteur d’un nouveau livre des plus intéressants intitulé The War that Ended Peace, “il est tentant – et cela donne à réfléchir – de comparer les relations actuelles entre la Chine et les USA aux relations entre l’Allemagne et la Grande-Bretagne il y a un siècle”. Pour la revue The Economist qui fait une comparaison analogue, “le parallèle le plus troublant entre 1914 et aujourd’hui est l’autosatisfaction”. Et certains politologues comme John Mearsheimer de l’université de Chicago disent que “la montée en puissance de la Chine ne peut se faire pacifiquement”.

Mais même si elles sont parfois utiles à titre préventif, les analogies historiques sont dangereuses si elles donnent le sentiment d’une inéluctabilité historique. La Première Guerre mondiale n’était pas inévitable. La montée en puissance de l’Allemagne et la crainte que cela a suscitée en Grande-Bretagne ont accru sa probabilité. Mais il en a été de même de la crainte de l’Allemagne face à la montée de la Russie, ainsi que d’une myriade d’autres facteurs, notamment des erreurs humaines. Mais aujourd’hui le fossé en terme de puissance entre les USA et la Chine est bien plus grand que celui qui existait en 1914 entre l’Allemagne et la Grande-Bretagne.

Tirer les leçons de la Grande Guerre suppose d’en finir avec les nombreux mythes sur son origine. Ainsi, prétendre qu’il s’agissait d’une guerre préventive déclenchée par l’Allemagne est démenti par les éléments qui montrent que ce n’était pas ce que croyaient les élites au pouvoir. Et contrairement à ce que d’autres avancent, ce ne fut pas une guerre purement accidentelle. L’Autriche est délibérément entrée en guerre pour parer à la menace croissance du nationalisme slave. Elle a mal estimé la longueur et l’intensité du conflit qu’elle amorçait, mais ce n’est pas la même chose qu’un événement accidentel.

On dit également que c’est la course aux armements en Europe qui est à l’origine de la Grande Guerre. Mais en ce qui concerne les forces navales, cette course s’était terminée en 1912 avec la victoire de la Grande-Bretagne. S’il y avait des inquiétudes en Europe quant au renforcement de l’armement terrestre, il est abusif de dire que la guerre a été déclenchée directement par la course aux armements.

Le monde d’aujourd’hui est différent de celui de 1914, notamment en raison de l’arme nucléaire. Les dirigeants politiques ont une idée de ce à quoi ressemblerait le monde après un conflit nucléaire. Si le Kaiser et le tsar avaient pu imaginer la destruction de leur empire et la perte de leur trône en 1918, ils auraient peut-être fait preuve de plus de prudence en 1914. La connaissance des ravages que peut faire l’arme nucléaire a sans doute joué un rôle lors de la crise des missiles de Cuba. Et elle pourrait de même influencer les dirigeants chinois et américains aujourd’hui.

Une autre différence avec 1914 tient au mode de pensée face à la guerre qui s’est transformé. En 1914 on considérait la guerre comme inévitable. L’idée qu’elle était même bienvenue, parce qu’elle “nettoierait l’air” comme un bon orage d’été, renforçait ce fatalisme coloré de darwinisme social. Ainsi que Churchill l’a écrit dans La crise mondiale (The World Crisis): “Il y avait une étrange ambiance dans l’air. Insatisfait par la prospérité matérielle, les nations se tournèrent vers l’affrontement, que ce soit sur le plan intérieur ou extérieur. Avivées par le déclin de la religion, les passions nationalistes brûlèrent la surface de presque toutes les terres de leurs flammes féroces. On aurait presque pu en conclure que le monde voulait souffrir. De toute évidence, partout les hommes étaient avides de défis à relever.”

Incontestablement le nationalisme chinois s’accroît aujourd’hui, tandis que les USA ont déclenché deux guerres après les attentats du 11 septembre. Mais aucun de ces deux pays n’est belliqueux ou désireux de se lancer dans un nouveau conflit. La Chine aspire à jouer un rôle plus important en Asie, les USA ont des alliés régionaux qu’ils se sont engagés à défendre et on ne peut exclure un mauvais calcul ; mais le choix d’une politique bien adaptée en limite le risque. Sur plusieurs problèmes (par exemple l’énergie, le réchauffement climatique et la stabilité financière) la Chine et les USA ont tout intérêt à coopérer.

Par ailleurs, alors qu’en 1914 l’Allemagne était sur le point de rattraper la Grande-Bretagne en terme de puissance (elle l’avait dépassé sur le plan industriel), la Chine est encore à des dizaines d’années derrière les USA en terme de puissance économique et militaire, ainsi que de pouvoir d’influence. Une politique trop aventuriste mettrait en danger les progrès réalisés par la Chine, que ce soit sur le plan intérieur ou sur la scène internationale.

Autrement dit, les USA disposent de davantage de temps pour gérer leurs relations avec une puissance montante que la Grande-Bretagne il y a un siècle. Trop de peur peut attiser le danger redouté. Que les USA et la Chine réussissent ou pas à bien gérer leur relation est une autre affaire. Mais la manière dont ils agiront dépendra de choix faits par des hommes et non d’une quelconque loi historique inéluctable.

Méfions-nous des analystes qui brandissent des analogies historiques, notamment quand ils leurs confèrent une forme d’inéluctabilité. La guerre n’a jamais été inévitable, même si la croyance qu’elle l’est peut la déclencher.

Traduit de l’anglais par Patrice Horovitz.

Copyright Project Syndicate


Joseph S. Nye est professeur à Harvard. Il est l’auteur d’un livre intitulé Presidential Leadership and the Creation of the American Era.


For additional reading on this topic please see:

The Historian and the Centenary

The Concept of “Rising Powers”

A Look Back at the Buildup to the Great War


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s Weekly Dossiers and Security Watch.

Categories
Uncategorized

ا 1914 من جديد؟

Photo: greatwar.nl/Wikimedia Commons

كمبريدج ــ يصادف هذا العام الذكرى المئوية للحدث الذي حوَّل التاريخ الحديث. لقد أسفرت الحرب العالمية الأولى عن مقتل 20 مليون إنسان وحطمت جيلاً من الشباب الأوروبي. كما غيرت الحرب العالمية الأولى بشكل جذري النظام الدولي في أوروبا وخارجها.

الواقع أن الحرب العالمية الأولى لم تحصد الأرواح فحسب، بل ودمرت أيضاً ثلاث إمبراطوريات في أوروبا ــ الألمانية، والنمساوية المجرية، والروسية ــ والرابعة على أطراف أوروبا بانهيار الحكم العثماني. قبل اندلاع الحرب العظمى، كان مركز توازن القوى العالمي في أوروبا؛ وبعدها ظهرت الولايات المتحدة واليابان كقوتين عظميين. كما بشرت الحرب أيضاً بالثورة البلشفية في عام 1917، والتي مهدت الطريق للفاشية، ووسعت نطاق المعارك الإيديولوجية التي اجتاحت القرن العشرين وزادت من حدتها.

ولكن كيف كان من الممكن أن تقع كارثة كهذه؟ بعد فترة وجيزة من اندلاع الحرب، وعندما طُلِب من المستشار الألماني ثيوبالد فون بيثمان هولويج تفسير ما حدث، أجاب قائلا: “أتمنى لو كنت أعلم”. ولعله في سعيه إلى تبرئة الذات نظر إلى الحرب باعتبارها حدثاً حتميا. وعلى نحو مماثل، زعم وزير الخارجية البريطاني سير إدوارد جراي أنه “توصل إلى اعتقاد مفاده أنه لم يكن بوسع أي إنسان أن يمنع اندلاع تلك الحرب”.

والسؤال الذي نواجهه اليوم هو ما إذا كان تكرار هذه الحرب أمراً واردا. تزعم مارجريت ماكميلان، مؤلفة الكتاب الجديد المثير للاهتمام “الحرب التي أنهت السلام” أنه من المغري ــ والواقعي ــ أن نقارن العلاقات بين الصين والولايات المتحدة اليوم بالعلاقات بين ألمانيا وبريطانيا قبل قرن من الزمان. وبعد إجراء مقارنة مماثلة، تخلص مجلة الإيكونوميست إلى أن “التشابه الأكثر إثارة للقلق بين عام 1914 والوقت الحاضر هو الشعور بالرضا عن الذات”. كما زعم بعض علماء السياسة، مثل جون ميرشايمر من جامعة شيكاغو، أن “الصين من غير الممكن أن تصعد بشكل سلمي“.

ولكن المقارنات التاريخية، برغم كونها مفيدة أحياناً لأغراض وقائية، فإنها تصبح بالغة الخطورة عندما تنقل الشعور بالحتمية التاريخية. إن الحرب العالمية الأولى لم تكن حتمية، بل أصبحت أكثر احتمالاً بسبب قوة ألمانيا الصاعدة والخوف الذي أثاره صعودها في بريطانيا العظمى. ولكن اندلاع هذه الحرب بات أكثر احتمالاً أيضاً بسبب تخوف ألمانيا من قوة روسيا الصاعدة، فضلاً عن عوامل أخرى لا تحصى ولا تعد، بما في ذلك أخطاء بشرية. ولكن الفجوة الإجمالية في القوة اليوم بين الولايات المتحدة والصين أعظم من الفجوة التي كانت بين ألمانيا وبريطانيا في عام 1914.

 ويتطلب استخلاص دورس معاصرة من 1914 التخلص من الأساطير العديدة التي حيكت حول الحرب العالمية الأولى. على سبيل المثال، كذبت الأدلة التي أظهرت أن النخب الرئيسية لم تكن تعتقد ذلك الزعم بأنها كانت حرباً وقائية متعمدة شنتها ألمانيا. ولم تكن الحرب العالمية الأولى أيضاً حرباً اندلعت بالصدفة البحتة كما يزعم آخرون: فقد خاضت النمسا الحرب عامدة، لكي تصد عن نفسها تهديد القومية السلافية الصاعدة. كانت الحسابات خاطئة بشأن طول الحرب وعمقها، ولكن هذا لا يجعل منها حرباً اندلعت بالصدفة.

وقيل أيضاً إن الحرب كانت نتيجة لسباق التسلح غير المنضبط في أوروبا. ولكن سباق التسلح البحري كان قد انتهى بحلول عام 1912، وكان الفوز فيه لبريطانيا. وبرغم المخاوف في أوروبا حول تنامي قوة ا لجيوش، فمن الواضح أن وجهة النظر القائلة بأن الحرب كانت نتيجة مباشرة لسباق التسلح سطحية.

إن عالم اليوم يختلف عن عالم 1914 في أكثر من جانب مهم. فأولا، حصل الزعماء السياسيون بفضل الأسلحة النووية على ما يعادل البلورة السحرية التي تُظهِر لهم كيف قد يبدو عالمهم بعد التصعيد. وربما لو كان لدى الأباطرة والقياصرة آنذاك بلورة سحرية تظهر لهم إمبراطورياتهم وقد دُمِّرَت وعروشهم وقد ضاعت في عام 1918، لكانوا يتوخون قدراً أعظم من الحذر في عام 1914. ومن المؤكد أن تأثير الكرة البلورية كان قوياً على قادة الولايات المتحدة والاتحاد السوفييتي إبان أزمة الصواريخ الكوبية. ومن المرجح أن يخلف تأثيراً مماثلاً على قادة الولايات المتحدة والصين اليوم.

وهناك فارق آخر يتلخص في أن إيديولوجية الحرب باتت أضعف كثيراً في الوقت الحاضر. ففي عام 1914، كان من المتصور حقاً أن الحرب حتمية ولا مفر منها، وهي نظرة قَدَرية عززتها الحجة الداروينية الاجتماعية بأن الحرب لابد أن تكون موضع ترحيب لأنها تعمل على “تنقية الأجواء” مثلها كمثل عاصفة الصيف. وكما كتب ونستون تشرشل في كتابه “أزمة العالم”:

     “كان هناك مزاج غريب في الهواء. وفي حالة من عدم الرضا بالرخاء المادي، اندفعت الأمم بشراسة نحو النزاع والشقاق، سواء الداخلي أو الخارجي. وكانت المشاعر الوطنية،        التي انحسرت دون مبرر مع تراجع دور الدين، تلتهب تحت السطح بشراسة في كل أرض     تقريبا. ويكاد المرء يتصور أن العالم كان راغباً في المعاناة. ومن المؤكد أن الرجال كانوا         حريصين على المجابهة والتحدي في كل مكان”.

لا شك أن النعرة القومية تنمو في الصين اليوم، في حين شنت الولايات المتحدة حربين بعد هجمات الحادي عشر من سبتمبر/أيلول 2001. بيد أن كلاً من البلدين ليس مولعاً بالقتال أو راضياً عن حرب محدودة. فالصين تطمح إلى الاضطلاع بدور أكبر في المنطقة، والولايات المتحدة لديها حلفاء إقليميون ملتزمة بالدفاع عنهم. والحسابات الخاطئة واردة دوما، ولكن أي خطر يمكن الحد منه باللجوء إلى الخيارات السياسية السليمة. والواقع أن الحوافز التي تدفع الصين والولايات المتحدة إلى التعاون قوية في ما يتعلق بالعديد من القضايا ــ على سبيل المثال الطاقة وتغير المناخ والاستقرار المالي.

وفي حين كانت ألمانيا في عام 1914 تمارس ضغوطاً شديدة على بريطانيا (بل وتجاوزتها من حيث القوة الصناعية)، فإن الولايات المتحدة تظل متقدمة على الصين بعقود من الزمان في ما يتصل بالموارد العسكرية والاقتصادية الإجمالية، فضلاً عن موارد القوة الناعمة. وانتهاج أي سياسة مغامرة من شأنه أن يعرض مكاسب الصين في الداخل والخارج للخطر.

بعبارة أخرى فإن الولايات المتحدة لديها من الوقت لإدارة علاقاتها مع قوة صاعدة ما يزيد على الوقت الذي أتيح لبريطانيا قبل قرن من الزمان. والإفراط في الخوف قد يغذي نفسه بنفسه. وما إذا كان بوسع الولايات المتحدة والصين إدارة العلاقات بينهما  بنجاح فهي قضية أخرى. ولكن الكيفية التي قد تفعل بها كل منهما ذلك سوف يمليها اختيار إنساني وليس بعض القوانين التاريخية الصارمة.

من بين الدروس التي ينبغي لنا أن نتعلمها من أحداث 1914 أن نتوخى الحذر في الإنصات إلى المحللين الذين يلفقون المقارنات التاريخية ويستغلونها ببراعة، وخاصة إذا كانوا من أولئك الذين يتحدثون عن الحتمية التاريخية. فالحرب لا تكون حتمية أبدا، ولو أن الاعتقاد بكونها حتمية قد يصبح أحد أسبابها.

ترجمة: أمين علي          Translated by: Amin Ali

Copyright Project Syndicate


جوزيف س. ناي أستاذ في جامعة هارفارد، ومؤلف كتاب “الزعامة الرئاسية وخلق العصر الأميركي”.


For additional reading on this topic please see:

The Historian and the Centenary

The Concept of “Rising Powers”

A Look Back at the Buildup to the Great War


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s Weekly Dossiers and Security Watch.

المراقبة والحرية الأميركية

Statue of Liberty
Statue of Liberty at dusk. Photo: gimmeahug/flickr.

كمبريدج ــ منذ كشف إدوارد سنودن عن المجموعة الهائلة من البيانات الإلكترونية والاتصالات التابعة لوكالة الأمن القومي الأميركية والتي تولدت بواسطة مواطنين أميركيين وغير أميركيين على حد سواء، كان الاهتمام مسلطاً بشكل مكثف على أحواله الشخصية. ولكن القضية الأكثر أهمية، حتى قبل أن تمنحه روسيا حق اللجوء السياسي المؤقت، تتعلق بحالة الحريات المدنية الأميركية. فهل الولايات المتحدة مذنبة بالنفاق، كما اتهمتها روسيا والصين وغيرهما؟

لكي نتمكن من الإجابة على هذا التساؤل فمن الأهمية بمكان أن نميز بين قضيتين تخلط المناقشة العامة بينهما: التجسس الإلكتروني ضد الكيانات الأجنبية والمراقبة المحلية من قِبَل حكومة لمواطنيها.

قبل أن يكشف سنودن ما كشف من الأسرار مؤخرا، كان التجسس السيبراني (على شبكة الإنترنت) قد تحول بالفعل إلى نقطة خلاف رئيسية في العلاقات بين الولايات المتحدة والصين. وقد نوقش هذا الأمر في “قمة أكمام القميص” في يونيو/حزيران بين الرئيس باراك أوباما وشي جين بينج، وتم الاتفاق بين الحكومتين على إنشاء مجموعة عمل خاصة لبحث هذه القضية.

تتهم الولايات المتحدة الصين باستخدام التجسس السيبراني لسرقة الملكية الفكرية على نطاق غير مسبوق. وبين مصادر عامة أخرى، يمكنها أن تشير إلى دراسة قامت بها شركة الأمن السيبراني “مانديانت”، والتي تتبعت العديد من مثل هذه الهجمات لكي تصل في النهاية إلى مرفق تابع لجيش التحرير الشعبي في شنغهاي. وترد الصين بأنها أيضاً ضحية لغارات سيبرانية لا تعد ولا تحصى، وكان منشأ العديد منها الولايات المتحدة.

وكل من الجانبين لديه حجة. فإذا افترضنا أن أحد سكان المريخ يراقب تدفق الإلكترونات بين شرق آسيا وشمال أميركا، فلعله يلاحظ حركة مرور قوية في الاتجاهين. ولكنه إذا نظر داخل حزب البيانات فسوف يرى مضموناً مختلفاً تمام الاختلاف.

فالسياسة الأميركية لا تسعى إلى سرقة الملكية الفكرية، في حين تبدو سياسة الصين على العكس من ذلك. ومن ناحية أخرى فإن الحكومتين تمارسان بشكل ثابت اختراقات لأجهزة الكمبيوتر على الجانب الآخر بغرض سرقة أسرار سياسية وعسكرية تقليدية. إن التجسس لا يشكل انتهاكاً للقانون الدولي (ولو أنه ينتهك غالباً العديد من القوانين المحلية)، ولكن الولايات المتحدة تزعم أن سرقة الملكية الفكرية تشكل انتهاكاً لروح ونص الاتفاقيات التجارية الدولية.

بيد أن الصين ليست الدولة الوحيدة التي تسرق الملكية الفكرية. فبعض حلفاء أميركا الذين يعربون الآن عن غضبهم إزاء الكشف عن برامج التجسس من جانب الولايات المتحدة، كان من المعروف عنهم القيام بنفس الأمر لصالح الولايات المتحدة. ووفقاً للولايات المتحدة، فإنها عندما تفتش البريد الإلكتروني غير الأميركي تبحث عن علاقات إرهابية، وأنها كثيراً ما تقاسمت المعلومات التي تتوصل إليها مع حلفائها.

وبهذا المعنى، فإن المراقبة الأمنية من الممكن أن تفيد الولايات المتحدة وغيرها من الدول. وفي نهاية المطاف فإن جزءاً من المخطط الذي بلغ ذروته في الهجمات الإرهابية في الحادي عشر من سبتمبر/أيلول 2001، حيك بواسطة مصري يعيش في هامبورج.

ولكن الأميركيين ليسوا بلا خطيئة. فكما كشفت معلومات سنودن، فإن الولايات المتحدة كانت تراقب الاتصالات بين ممثلي الاتحاد الأوروبي خلال استعداداتهم للمفاوضات التجارية. ولم يسفر هذا عن إنتاج فوائد مشتركة؛ بل كان قراراً سيئاً ويتعين على أوباما أن يتبرأ منه.

من المفيد من الناحية التكتيكية بالنسبة لروسيا والصين وغيرهما من الدول أن تخلط بين قضايا التجسس والحريات المدنية وأن تتهم الولايات المتحدة بالنفاق. ولكن هذه الاتهامات تبدو غريبة حين يكون مصدرها دول تعاني من ضعف سيادة القانون والرقابة الغليظة على الإنترنت.

وقد كشف سنودن عن برنامجين رئيسيين للمراقبة داخل الولايات المتحدة. وعندما نتحدث عن الحريات المدنية، فإن دراسة مضمون أي رسالة من مصدر غير أميركي مشتبه به تثير قدراً أقل من الجدال. أما البرنامج الذي استحث قدراً أعظم من المناقشة الساخنة فهو ذلك الذي تستعين به وكالة الأمن القومي في رسم خرائط لمنشأ ومقصد المكالمات الهاتفية التي يجريها مواطنون أميركيون وتخزين هذه المكالمات تحسباً للحاجة إلى مراجعتها في المستقبل (بأمر من المحكمة كما يفترض). والواقع أن هذا التطبيق للقدرة التكنولوجية لتخزين ما يطلق عليه وصف “البيانات الكبيرة” يثير مجموعة جديدة من القضايا حول انتهاك خصوصية المواطنين.

ويشير المدافعون عن هذا البرنامج إلى أنه يتفق مع القانون الحالي ومع الفلسفة الدستورية للضوابط والتوازنات في الولايات المتحدة، وذلك لأن كلاً من السلطتين التشريعية والقضائية وافقت عليه. ويزعم المعارضون أن المحكمة التي أنشئت في عام 1978 بموجب قانون مراقبة الاستخبارات الخارجية كانت مصممة لعصر سابق لقدوم البيانات الكبيرة، وأن الممارسة الحالية تمتد إلى أحكام القانون الوطني، والذي استن بعد هجمات الحادي عشر من سبتمبر/أيلول.

ويدعو المعارضون إلى استنان قانون جديد. ففي الشهر الماضي نجا الإطار القانوني الحالي من تصويت متقارب للغاية (217 في مقابل 205) في مجلس النواب. وكان الأمر الأكثر إثارة للاهتمام هو الانقسام في كلا الحزبين. فقد تألفت المعارضة من تحالف بين جمهوريين محافظين من حزب الشاي وديمقراطيين ليبراليين. ومن المحتم أن تثار هذه القضية مرة أخرى، في ظل العديد من المراجعات المعلقة لمشاريع قوانين أمام المحكمة بموجب قانون مراقبة الاستخبارات الخارجية.

وبدلاً من إظهار النفاق وقبول تآكل الحريات المدنية، فإن ما كشف عنه سنودن من أسرار استفز مناقشة توحي بأن الولايات المتحدة تحترم مبادئ الديمقراطية بطرقها غير المرتبة تقليديا. وتواجه أميركا الآن مفاضلة بين الأمن والحرية، ولكن العلاقة أصبحت أكثر تعقيداً مما قد يبدو للوهلة الأولى.

إن أسوأ تهديد للحريات يأتي عندما يكون الافتقار إلى الأمن عند أقصى مستوياته، لذا فإن المقايضات المتواضعة من الممكن في بعض الأحيان أن تمنع خسائر أكبر. حتى أن واحداً من كبار المدافعين عن الحرية مثل إبراهام لينكولن علق مبدأ المثول أمام القضاء شخصياً في ظل الظروف القاسية التي صاحبت الحرب الأهلية الأميركية. ومثل هذه القرارات قد لا ينظر إليها باعتبارها خاطئة أو غير عادلة حتى وقت لاحق ــ ولنتأمل هنا الأمر الذي أصدره فرانكلين روزفلت باعتقال المواطنين الأميركيين من أصل ياباني في وقت مبكر من الحرب العالمية الثانية.

في العقد الذي تلا الحادي عشر من سبتمبر 2011، تأرجح بندول المشاعر العامة باتجاه الأمن أكثر مما ينبغي؛ ولكنه بدأ يتأرجح في الاتجاه الآخر في غياب هجمات إرهابية كبرى جديدة. وقد أظهر استطلاع رأي أجرته محطة ايه بي سي نيوز/واشنطن بوست أن 39% من الأميركيين الآن يقولون إن حماية الخصوصية أكثر أهمية من التحقيق في التهديدات الإرهابية، بعد أن كانت النسبة 18% فقط في عام 2002.

ومن عجيب المفارقات هنا أن البرامج التي كشف عنها سنودن ساعدت فيما يبدو في منع أحداث إرهابية جديدة واسعة النطاق، مثل الهجوم بالقنابل على قطارات أنفاق نيويورك. وإذا كان الأمر كذلك، فربما ساعدت أيضاً في منع تنفيذ تدابير أكثر وحشية في مكافحة الإرهاب ــ وبالتالي تمكين المناقشة الحالية.

ترجمة: هند علي          Translated by: Hend Ali

Copyright Project Syndicate.

جوزيف س. ناي الرئيس الأسبق لمجلس الاستخبارات الوطني ومساعد وزير الدفاع لشؤون الأمن الدولي في عهد الرئيس بل كلينتون، وهو أستاذ في جامعة هارفارد ومؤلف كتاب “الزعامة الرئاسية وخلق العصر الأميركي”.

For additional reading on this topic please see:

Surveillance in an Information Society: Who Watches the Watchers?

NSA Surveillance Leaks: Background and Issues for Congress

Privacy Refracted Through Prism


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s Weekly Dossiers and Security Watch.

Vigilancia y libertad en Estados Unidos

Statue of Liberty
Statue of Liberty at dusk. Photo: gimmeahug/flickr.

CAMBRIDGE – Desde el mismo momento en que Edward J. Snowden reveló que la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos (NSA) reúne todo el tiempo ingentes cantidades de datos procedentes de comunicaciones electrónicas de ciudadanos estadounidenses y no estadounidenses por igual, la atención ha estado puesta en su situación personal. Pero la cuestión más importante, incluso antes de que Rusia le concediera asilo transitorio, es la situación de las libertades civiles en Estados Unidos. ¿Puede acusarse a este país de hipocresía, como lo han hecho Rusia, China y otros?

Para responder esta pregunta, es importante distinguir entre dos cuestiones que en el debate público se han mezclado: el espionaje electrónico dirigido contra entidades extranjeras y la vigilancia interna de los ciudadanos de un país por parte de su propio gobierno.

Ya antes de las revelaciones de Snowden, el ciberespionaje se había convertido en un importante punto de conflicto en las relaciones entre China y Estados Unidos, y fue objeto de discusión en la “cumbre en mangas de camisa” de junio entre los presidentes Barack Obama y Xi Jinping. Ambos gobiernos acordaron crear un grupo de trabajo especial para tratar el asunto.

Estados Unidos acusa a China de usar ciberespionaje para robar secretos industriales en una escala sin precedentes, acusación en cuyo respaldo puede citar diversas fuentes públicas, entre ellas un estudio de la empresa de seguridad digital Mandiant, que rastreó numerosos ataques de este tipo y descubrió que se originaban en un edificio del Ejército Popular de Liberación en Shanghái. China responde que ella también es víctima de numerosas intrusiones digitales, muchas de ellas procedentes de los Estados Unidos.

Ambos países tienen algo de razón. Un proverbial marciano que observara el flujo de electrones entre el este de Asia y América del Norte advertiría probablemente un intenso tráfico bidireccional; pero si mirara dentro de los paquetes de datos, vería grandes diferencias de contenido.

Mientras que Estados Unidos sigue una política de no robar propiedad intelectual, en el caso de China parece ser todo lo contrario. Pero al mismo tiempo, ambos gobiernos están todo el tiempo penetrando en las computadoras de la otra parte para robar el tipo tradicional de información secreta de naturaleza política y militar. El espionaje no constituye una violación del derecho internacional (aunque a menudo va en contra de diversas leyes nacionales), pero Estados Unidos aduce que el robo de propiedad intelectual viola tanto el espíritu como la letra de los tratados de comercio internacional.

Pero China no es el único país que roba propiedad intelectual. Es bien sabido que algunos de los aliados de Estados Unidos que ahora se escandalizan por las revelaciones de espionaje estadounidense le han hecho lo mismo a Estados Unidos. Washington asegura que al inspeccionar correos electrónicos de ciudadanos extranjeros lo hace en busca de contactos con terroristas, y a menudo ha compartido los hallazgos con sus aliados.

En este sentido, la vigilancia por motivos de seguridad puede ser beneficiosa tanto para Estados Unidos como para otros países. Después de todo, parte de la trama que culminó en los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 la ideó un egipcio residente en Hamburgo.

Pero los estadounidenses no están libres de pecado. Como quedó de manifiesto tras las revelaciones de Snowden, Estados Unidos vigiló comunicaciones de representantes de la Unión Europea que se preparaban para entablar negociaciones comerciales. Esto no produjo ningún beneficio compartido; fue una decisión errónea que Obama debería repudiar.

Para Rusia, China y otros países, es tácticamente útil mezclar cuestiones de espionaje con temas de libertades civiles y acusar a Estados Unidos de hipocresía. Pero es extraño oír esas acusaciones en boca de países con un estado de derecho deficiente y fuerte censura de Internet.

Snowden reveló dos grandes programas de vigilancia dentro de Estados Unidos. El menos polémico en lo relativo con las libertades civiles es el que implica examinar el contenido de mensajes procedentes de fuentes sospechosas extranjeras. Pero el que despierta el debate más acalorado es aquel en el que la NSA rastrea el origen y el destino del tráfico telefónico de ciudadanos estadounidenses y lo almacena para su posible inspección futura (previsiblemente, con orden judicial). Esta aplicación de capacidad tecnológica para el almacenamiento de grandes volúmenes de datos (“big data”) plantea toda una nueva serie de interrogantes en relación con la invasión de la privacidad de los ciudadanos.

Los defensores del programa señalan que es compatible con la legislación actual y con la filosofía constitucional de controles y contrapesos de los Estados Unidos, porque tiene aprobación tanto del poder legislativo como del poder judicial. Los oponentes aducen que el tribunal creado en 1978 de acuerdo con la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA) fue pensado para una era anterior a la aparición del big data, y que la práctica actual excede lo estipulado en la Ley Patriótica aprobada después de los ataques del 11 de septiembre.

Los oponentes exigen que se dicten leyes nuevas. El mes pasado, el actual marco legal sobrevivió a una votación muy pareja (217 contra 205) en la Cámara de Representantes. Lo más interesante fue la división que se observó en ambos partidos. La oposición estuvo formada por una coalición de republicanos conservadores del Tea Party y demócratas liberales. Es inevitable que esta cuestión vuelva a presentarse, porque hay pendientes varios proyectos de ley que proponen modificaciones al tribunal creado según la FISA.

Más que dejar al descubierto hipocresía y aceptación de la erosión de las libertades civiles, las revelaciones de Snowden han provocado un debate que sugiere que Estados Unidos sigue fiel a sus principios democráticos, aunque a su manera tradicionalmente desordenada. El país se enfrenta a un dilema entre seguridad y libertad, pero la relación entre ambas partes es más compleja de lo que parece a simple vista.

Las peores amenazas a las libertades surgen en los momentos de máxima inseguridad, de modo que a veces un ligero sacrificio puede servir para evitar pérdidas mayores. Hasta un defensor de la libertad de la talla de Abraham Lincoln suspendió el hábeas corpus en las condiciones extremas de la Guerra Civil en los Estados Unidos. Pero puede ocurrir también que decisiones similares encierren un error o una injusticia que no se reconocerá sino mucho después: piénsese en la decisión de Franklin Roosevelt de confinar a ciudadanos estadounidenses de ascendencia japonesa en campos de internación a principios de la Segunda Guerra Mundial.

En la década que siguió al 11 de septiembre de 2001, el péndulo de la opinión pública se inclinó demasiado hacia el lado de la seguridad; pero al no producirse nuevos ataques terroristas de importancia, ha comenzado a bascular hacia el otro lado. Una encuesta reciente de ABC News-Washington Post mostró que ahora el 39% de los estadounidenses dicen que la protección de la privacidad es más importante que la investigación de amenazas terroristas, proporción que en 2002 sólo alcanzaba el 18%.

Irónicamente, parece ser que los programas revelados por Snowden ayudaron a impedir nuevos actos de terrorismo masivos, por ejemplo un atentado con bombas en el metro neoyorquino. De ser así, tal vez hayan evitado la implementación de medidas antiterroristas más draconianas, con lo que han hecho posible el debate actual.

Traducción: Esteban Flamini

Copyright Project Syndicate.

Joseph S. Nye, ex presidente del Consejo Nacional de Inteligencia y subsecretario de defensa para asuntos de seguridad internacional durante la presidencia de Bill Clinton, es profesor en la Universidad de Harvard y autor del libro Presidential Leadership and the Creation of the American Era [El liderazgo presidencial y la creación de la era estadounidense].


For additional reading on this topic please see:

Surveillance in an Information Society: Who Watches the Watchers?

NSA Surveillance Leaks: Background and Issues for Congress

Privacy Refracted Through Prism


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s Weekly Dossiers and Security Watch.