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Regional Stability

Asia’s Game Without Frontiers

Chinese and Pakistan border guards at Khunjerab Pass, Karakoram Highway. Source: A. Maw / Wikimedia Commons

NEW DELHI – Nowadays, many people seem to be more relaxed than ever about nationality, with the Internet enabling them to forge close connections with distant cultures and people. But states remain extremely sensitive about their borders’ inviolability. After all, territory – including land, oceans, air space, rivers, and seabeds – is central to a country’s identity, and shapes its security and foreign policy.

States can respond to territorial disputes either by surrendering some aspects of sovereignty, thus weakening their power and influence, or by adopting a more robust national-defense strategy aimed at fending off current challenges and precluding future threats. Today, many Asian countries are choosing the latter option.

Consider the territorial disputes roiling the Indian Ocean and other East Asian regions, sparked by China’s repeated – and increasingly assertive – efforts to claim sovereignty over vast maritime areas. As China’s incursions reignite long-smoldering disagreements and threaten to destabilize the regional status quo, countries throughout Asia are reconsidering their strategic positions.

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El juego sin fronteras de Asia

Chinese and Pakistan border guards. Source A. Maw / Wikimedia Commons

NUEVA DELHI – Hoy en día, muchas personas parecen más relajadas que nunca respecto de la nacionalidad, en vista de que la red Internet les permite trabar estrechas conexiones con culturas y personas lejanas, pero los Estados siguen siendo extraordinariamente susceptibles respecto de la inviolabilidad de sus fronteras. Al fin y al cabo, el territorio –incluidos los océanos, la tierra, el espacio aéreo, los ríos y los fondos marinos– es fundamental para la identidad de un país y modela su política de seguridad y de asuntos exteriores.

Los Estados pueden reaccionar ante controversias territoriales ora cediendo algunos aspectos de soberanía, con lo que debilitan su poder e influencia, ora adoptando una estrategia más vigorosa en materia de defensa nacional encaminada a repeler las amenazas actuales y prevenir las futuras. Actualmente, muchos países asiáticos están eligiendo esta última opción.

Piénsese en las controversias territoriales que agitan el océano Índico y otras regiones del Asia oriental, desencadenadas por las repetidas –y cada vez más enérgicas– medidas adoptadas por China para reivindicar la soberanía sobre grandes zonas marítimas. A medida que las incursiones de este país reavivan  desacuerdos que han ido fraguándose desde hace mucho y amenazan con desestabilizar el status quo regional, países de toda Asia están replanteándose sus posiciones estratégicas.

Por ejemplo, las Filipinas están reformando su estrategia de seguridad al aumentar la cooperación con los Estados Unidos, contrapeso de China en la región, tan sólo dos decenios después de haber cerrado dos importantes instalaciones militares americanas, la base naval de la bahía de Súbic y la base aérea de Clark. También Vietnam ha reforzado sus vínculos con los EE.UU. y, después de decenios de ausencia, los Estados Unidos han reanudado programas de formación para el ejército de Indonesia.

Más importante es que ahora los dirigentes del Japón estén debatiendo claramente las posibles formas de transformar el pacifismo del país posterior a la segunda guerra mundial en un nacionalismo mucho más enérgico. De hecho, el pasado mes de agosto la Fuerza Marítima de Autodefensa del Japón botó el destructor portahelicópteros Izumo, cuya estructura y capacidades se parecen a las de un portaviones, con posibles aplicaciones ofensivas. Es probable que ese cambio estratégico incipiente tenga consecuencias importantes al aumentar lo que está en juego en la controversia chino-japonesa por las islas del mar de la China Oriental.

Pero, si bien la tensa relación del Japón con China predomina en los titulares a escala mundial, es más probable que la rivalidad estratégica entre China y la India modele la dinámica del poder asiático en los próximos decenios y acontecimientos recientes indican que China lo sabe.

En abril, un pelotón del personal encargado de la seguridad fronteriza del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China cruzó la llamada “línea de control real” hasta el valle de Depsang de la India, en Ladaj, para montar un campamento, en el que permanecieron casi tres semanas. Los dirigentes de China no han explicado aún a qué se debió aquella incursión… pero no escasean las posibilidades de elucubrar al respecto.

Algunos afirman que el comandante local del EPL inició el “desafío”, mientras que otros sostienen que el nuevo Presidente de China, Xi Jinping, estaba utilizando la transgresión para afirmar su autoridad sobre el EPL. Se ha vinculado incluso la incursión al escándalo que rodea al desacreditado ex jefe del partido Comunista de Chongquing, Bo Xilai, quien tenía estrechos lazos con altos oficiales del EPL y de los servicios de seguridad, pero la explicación más probable es la más sencilla: China estaba afirmando deliberadamente su autoridad sobre la frontera disputada.

Así las cosas, la India y China están compitiendo claramente por la influencia en Sri Lanka, Myanmar, Nepal y Bangladesh. Hasta ahora, se han basado en gran medida en mecanismos económicos y comerciales –en particular, proyectos de puertos y oleoductos rivales– para asegurar sus posiciones.

China no está permitiendo que su desaceleración económica desbarate sus medidas para ampliar y modernizar su armada y extender sus intereses comerciales en torno al borde meridional de Eurasia. Ha estado invirtiendo o demostrando interés en proyectos de puertos de aguas profundas en Kenya, Tanzania y Bangladesh y ha participado directamente en la financiación y la construcción de puertos del océano Índico en Myanmar, Sri Lanka y el Pakistán.

Así como China está contribuyendo al desarrollo del puerto de Gwadar en el Pakistán, la India está contribuyendo al desarrollo del puerto de Chabahar situado a 70 kilómetros (43,5 millas). Chabahar no sólo es útil para contrarrestar a China, sino que, además, servirá como enlace de importancia decisiva para la India con miras al transporte de mercancías al Afganistán, al Asia central y más allá. La India podría construir incluso un importante centro de comunicaciones con el puerto como nexo.

Además, la India está esforzándose para salvaguardar su superioridad naval sobre China. El pasado mes de agosto, se activó el reactor a bordo del primer submarino nuclear de construcción autóctona, INS Arihant, con lo que el país se acercó un poco más a la realización de su objetivo, anhelado desde hace mucho, de la “tríada nuclear”: la capacidad para lanzar armas nucleares desde tierra, desde el aire y desde el mar. Tan sólo tres días después, la India lanzó el portaviones INS Vikrant.

Pero, como observó The Economist, “raras veces la némesis sigue tan rápidamente a la hibris”. En efecto, tan sólo dos días después de la botadura del Vikrant, unas explosiones en el muelle naval de Mumbai hundieron el Sindhurakshak, uno de los diez submarinos de clase kilo que constituyen la columna vertebral de la envejecida flota de submarinos tradicionales de la India, y murieron 18 miembros de la tripulación.

Tal vez las aparentes ventajas económicas, estratégicas y militares de China resulten menos importantes de lo que muchos creen, sobre todo dada la permanente incertidumbre sobre la plasmación del “giro” estratégico de los Estados Unidos hacia Asia. De hecho, con los EE.UU. de su parte, tanto el Japón como la India muy bien podrían inclinar los platillos de la balanza a su favor, pero una cosa está clara: se está iniciando una gran partida entre las grandes potencias de Asia y hay muy pocas normas establecidas para dirigir el juego.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

Copyright Project Syndicate


Jaswant Singh, ex ministro de Hacienda, de Asuntos Exteriores y de Defensa de la India, es autor de Jinnah: la India – División – Independencia.


For additional reading on this topic please see:

The Changing Moods on the Sino-Indian Front

China’s Gwadar Pearl: The Port Acquisition and Implications for India

In the Annals of Sino-Indian Relations: Contours across the PLA Intrusion Crises

 


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لعبة بلا حدود أو قواعد في آسيا

Chinese and Pakistan border guards. Source: A. Maw / Wikimedia Commons

نيودلهي ــ في أيامنا هذه، يبدي العديد من الناس قدراً من الاسترخاء أكبر من أي وقت مضى بشأن الجنسية، حيث تمكنهم شبكة الإنترنت من إقامة صلات وثيقة مع ثقافات وشعوب بعيدة. ولكن الدول تظل حساسة للغاية حول حرمة حدودها. فالأرض في نهاية المطاف ــ بما في ذلك البر والبحر والمجال الجوي والأنهار وقيعان البحار ــ تشكل أهمية أساسية لهوية أي بلد، وتشكل أمنه وسياسته الخارجية.

وقد تستجيب الدول للنزاعات على الأرض إما بالتنازل عن بض جوانب السيادة، وبالتالي إضعاف قوتها ونفوذها، أو بتبني استراتيجية أكثر قوة في التعامل مع أمور الدفاع الوطني وتهدف إلى صد التحديات الراهنة ومنع تهديدات المستقبل. واليوم تميل الكثير من بلدان آسيا إلى تبني الخيار الثاني.

ولنتأمل هنا النزاعات الإقليمية التي تقض مضجع المحيط الهندي وغير ذلك من مناطق شرق آسيا، والتي أشعلتها الجهود المتكررة ــ والعدوانية على نحو متزايد ــ من جانب الصين في المطالبة بالسيادة على مناطق بحرية شاسعة. ومع تسبب غزوات الصين في إعادة إشعال خلافات ظلت خامدة لفترة طويلة وتهديدها بزعزعة استقرار الوضع الراهن في المنطقة، فإن البلدان في مختلف أنحاء آسيا تعيد النظر في مواقفها الاستراتيجية.

على سبيل المثال، تعكف الفلبين الآن على تجديد استراتيجيتها الأمنية من خلال تعزيز التعاون مع الولايات المتحدة ــ الثِقَل الموازن للصين في المنطقة ــ بعد عشرين عاماً فقط منذ أغلقت اثنتين من المنشآت العسكرية الأميركية، القاعدة البحرية في خليج سوبيك وقاعدة كلارك الجوية. وفيتنام أيضا، عملت على تعزيز علاقاتها مع الولايات المتحدة. وبعد عقود من الغياب، عادت أميركا إلى المشاركة في برامج تدريب الجيش الإندونيسي.

والأمر الأكثر أهمية هو أن قادة اليابان يناقشون علناً الآن السبل الكفيلة بتحويل سلمية البلاد في مرحلة ما بعد الحرب العالمية الثانية إلى نزعة قومية أكثر حزما. والواقع أن قوات الدفاع عن الذات البحرية اليابانية كشفت في أغسطس/آب عن المدمرة الحاملة للمروحيات إيزومو، التي تشبه في بنيتها وقدراتها حاملات الطائرات، والتي تشتمل على تطبيقات هجومية محتملة. ومن المرجح أن يؤدي هذا التحول الاستراتيجي الناشئ إلى عواقب بعيدة المدى، فيزيد من مخاطر السجال بين الصين واليابان حول جزر في بحر الصين الشرقي.

ولكن برغم أن علاقات اليابان المتوترة مع الصين تهيمن على العناوين الرئيسية في مختلف أنحاء العالم، فإن المنافسة الاستراتيجية بين الصين والهند من المرجح أن تكون أبعد أثراً في تشكيل ديناميكيات القوة الآسيوية في العقود المقبلة. وتشير الأحداث الأخيرة إلى أن الصين تدرك هذه الحقيقة.

ففي إبريل/نيسان، عبرت فصيلة من أفراد حرس الحدود التابعين لجيش التحرير الشعبي ما يسمى بخط السيطرة الفعلية إلى وادي ديبسانج في الهند في لاداك لإقامة معسكر هناك، حيث ظلت الفصيلة هناك لما يقرب من ثلاثة أسابيع. ولم يفسر قادة الصين حتى الآن ما الذي دفعهم إلى هذا التوغل ــ ولكن التكهنات كثيرة.

يزعم البعض أن قائد جيش التحرير الشعبي بدأ “المواجهة”، في حين يرى آخرون أن رئيس الصين الجديد شي جين بينغ كان يستغل ذلك العدوان لتأكيد سلطته على جيش التحرير الشعبي. بل وهناك من ربط بين التوغل والفضيحة التي أحاطت برئيس تشونجتشينج السابق في الحزب الشيوعي الصيني بو شي لاي، الذي كانت تربطه علاقات وثيقة بقادة كبار في جيش التحرير الشعبي وضباط الأجهزة الأمنية. ولكن التفسير الأكثر احتمالاً هو الأكثر بساطة: فالصين كانت تتعمد التأكيد على سلطتها على الحدود المتنازع عليها.

وتتنافس الهند والصين علناً على النفوذ في سريلانكا وميانمار ونيبال وبنجلاديش. وحتى وقتنا هذا كانت المنافسة تعتمد إلى حد كبير على آليات اقتصادية وتجارية ــ وخاصة مشاريع الموانئ وخطوط الأنابيب المتنافسة ــ لتأمين المواقف.

ولا تسمح الصين للتباطؤ الاقتصادي بعرقلة جهودها الرامية إلى توسيع وتحديث قواتها البحرية وتوسيع مصالحها التجارية حول الحافة الجنوبية لأوراسيا. وكانت الصين تستثمر أو تظهر اهتمامها بمشاريع موانئ المياه العميقة في كينيا وتنزانيا وبنجلاديش، وكانت مشاركة بشكل مباشر في تمويل وتشييد موانئ في ميانمار وسريلانكا وباكستان على المحيط الهندي.

وكما تساعد الصين في تطوير ميناء جوادار الباكستاني، فإن الهند تساعد في تطوير ميناء شاباهار الإيراني على بعد سبعين كيلومترا. وميناء شاباهار ليس مفيداً فقط في مواجهة الصين؛ بل إنه سيخدم أيضاً كحلقة وصل حيوية بالنسبة للهند لنقل السلع إلى أفغانستان وآسيا الوسطى وغير ذلك من المناطق. بل وقد تنشئ الهند مركزاً رئيسياً للاتصال مع الميناء كحلقة اتصال.

وعلاوة على ذلك، تعمل الهند على الحفاظ على تفوقها البحري على الصين. ففي شهر أغسطس/آب، تم تشغيل المفاعل على أول غواصة نووية منتجة محلياً في الهند (آي إن إس أريهانت)، وهو ما يقرب البلاد خطوة أخرى من تحقيق الهدف الذي تسعى إلى تحقيقه منذ فترة طويلة والذي يتمثل في “الثالوث النووي” ــ القدرة على إطلاق أسلحة نووية من الأرض والبر البحر. وبعد ثلاثة أيام فقط أطلقت الهند حاملة الطائرات آي إن إس فيكرانت.

ولكن كما لاحظت صحيفة الإيكونوميست فإن “العداوات نادراً ما تلي الغطرسة بهذه السرعة”. والواقع أنه بعد إطلاق فيكرانت بيومين فقط تسببت انفجارات في ترسانات بناء السفن في مومباي في إغراق الغواصة آي إن إس سندوراكشاك ــ إحدى الغواصات العشر من طراز كيلو والتي تشكل العمود الفقري لأسطول الغواصات التقليدية الذي أصابته الشيخوخة ــ وهو الحادث الذي قتل 18 من أفراد الطاقم.

لعل المزايا الاقتصادية والاستراتيجية والعسكرية الواضحة التي تتمتع بها الصين تثبت كونها أقل خطورة وأهمية مما يتصور كثيرون ــ وخاصة في ظل حالة عدم اليقين المستمرة بشأن طبيعة “المحور” الاستراتيجي الأميركي الجديد باتجاه آسيا. والواقع أنه في وجود الولايات المتحدة في جانب الاثنين، فلن يكون بوسع اليابان أو الهند أن تقلب الموازين لصالحها. ولكن هناك أمر واحد واضح: وهو أن لعبة كبرى بدأت بين القوى الكبرى في آسيا، ولكن القواعد التي تحكم طريقة مزاولة هذه اللعبة تكاد تكون غائبة.

ترجمة: إبراهيم محمد علي          Translated by: Ibrahim M. Ali

Copyright Project Syndicate


جاسوانت سينغ شغل عدة مناصب وزارية في الهند سابقا، فكان وزيراً للمالية والخارجية والدفاع. وهو مؤلف كتاب “جناح: الهند ــ التقسيم ــ الاستقلال”.


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El fin de la Gran Guerra en Siria

Poster of Assad in Syria.

Mientras Occidente se prepara para conmemorar el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, Oriente Próximo se encuentra más convulso que nunca antes por el legado de la disolución del Imperio Otomano. Basta con dirigir la mirada a Siria, donde parte de ese legado (el Tratado Sykes-Picot, que dividió el Levante entre las esferas de influencia británica y francesa incluso cuando la Gran Guerra seguía su curso) está llegando a un final brutalmente violento.

De manera similar, los disturbios que se viven en Turquía son, al menos en parte, consecuencia del enfoque exageradamente “neo-otomano” del gobierno del Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan. Por intentar establecer el tipo de influencia regional que los turcos no han tenido desde que Kemal Ataturk fundara la República de Turquía, Erdogan ha caído en algunos de los pecados de arrogancia del régimen otomano.

Por supuesto, el Levante ha sido escenario de incontables conflictos a lo largo de los siglos. Sir Archibald Wavell, uno de los más grandes generales británicos de la Segunda Guerra Mundial y penúltimo Virrey de la India, escribió en su biografía del Mariscal de Campo de la Primera Guerra Mundial Edmund Allenby, que dirigió a los Aliados en el Levante: “La mayor proeza de la historia de la caballería montada, y posiblemente su último éxito a gran escala, ha acabado a corta distancia del campo de batalla de Issos, donde Alejandro el Grande demostrara por vez primera cómo se podían ganar las batallas.”

Pero la paz sigue eludiendo al Levante. Como observara hace poco el analista de Oriente Próximo Murtaza Hussain: “Siria e Irak, que antes eran estados árabes creados tras la derrota de sus antiguos gobernantes otomanos, hoy existen solo de nombre”. Lo que surgirá podría ser una región fragmentada y fácilmente manipulable.

Por eso la guerra civil de Siria es una batalla geopolítica por la dominación regional, con múltiples fracturas a lo largo de las líneas sectarias. Como ya ha quedado claro, ningún país está realmente libre del cargo de interferir en Siria. Si bien el Irak de mayoría chií ha intentado mostrarse neutral, ha permitido que los vuelos iraníes usen su espacio aéreo para llevar armas al régimen del Presidente Bashar al-Assad.

Irán también ha hecho uso de su alianza con Siria para satisfacer sus intereses en el Levante, entre los que se incluye el apoyo a Hezbolá en el Líbano. Sobre el terreno, Hezbolá, que hoy lucha abiertamente en Siria para mantener a Assad en el poder, sostiene que “la guerra está llegando a Alepo”, la antigua ciudad que está al centro de la rebelión contra el régimen.

De hecho, según Lakhdar Brahimi, Representante Especial Conjunto de las Naciones Unidas y la Liga Árabe para Siria, se estima que en el país están combatiendo unos 148 grupos, entre grandes y pequeños. Mientras tanto, Arabia Saudita y Qatar, que el comentarista sobre temas de Oriente Próximo Saeed Naqvi ha llamado “los Reinos suníes más vulnerables”, intentan “desviar el descontento a lo largo de las líneas sectarias entre chiíes y suníes”.

Esta antigua fractura, sobre la que se corriera un velo hace 97 años con el tratado secreto entre Sir Mark Sykes y François Georges-Picot, hoy está engulliendo a Siria, donde se presenta a Assad como una especie de ogro alauita. Muchos diplomáticos occidentales parecen tener la misma superficialidad mental que Sykes y Picot, creyendo que su caída haría que Siria deje de ser parte del eje Irán-Hezbolá-Hamas.

Pero, ¿será así? ¿Quién o qué reemplazará a Assad? Seguramente no los dispares grupos que luchan contra su régimen, incluso si la ONU entrega armas a algunos de ellos, como anunciara recientemente la administración del Presidente Barack Obama.

La historia reciente demuestra lo maleables que pueden llegar a ser los elementos en juego en Siria. Piénsese en las acciones que Arabia Saudita ha emprendido allí. Como hiciera notar últimamente Bruce Riedel, ex analista de la CIA y miembro del Consejo de Seguridad Nacional: “Irónicamente, [el Príncipe jefe de la inteligencia saudita] Bandar tuvo un papel crucial en la transición en Siria de Hafez Assad a Bashar en los años 2000, dando seguridades a los generales alauitas que en ese entonces formaban parte del régimen que Bashar estaba a la altura de las circunstancias y gozaba del apoyo saudita”. Ahora ese mismo Príncipe Bandar “está tratando de obtener armas para los rebeldes suníes que pretenden derrocarlo”.

Esta imprevisibilidad explica por qué el alto representante de la Unión Europea para asuntos exteriores Javier Solana y el Secretario General de la OTAN Jaap de Hoop Scheffer sostienen que las conversaciones en Ginebra son la única salida viable al pantano sirio. El acuerdo alcanzado el mes pasado entre el Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry y el Ministro de Exteriores de Rusia Sergey V. Lavrov para iniciar un nuevo proceso político para Siria representó una posible oportunidad, pero la esperanza se está perdiendo incluso antes de que comiencen las conversaciones.

Una de las razones es el hecho de que, el día de inauguración de la Cumbre Rusia-UE en Ekaterimburgo el 4 de junio, el Presidente Ruso Vladimir Putin confirmó que su país cumplirá su contrato con Siria de proporcionarle misiles tierra-aire S-300. Putin subrayó la decepción de Rusia sobre el fracaso de la UE de mantener el embargo de armas contra Siria, haciendo así posible que cada estado miembro de la UE armara a los rebeldes sirios.

Ahora, con la decisión de Obama de enviar armas, su “línea roja” en Siria (el uso de armas químicas) bien podría crear un legado tan dañino para la región como acabara por ser la “línea sobre la arena” de Sykes-Picot. Casi inevitablemente, armar a los grupos rebeldes es también armar a sus aliados terroristas y mercenarios. No se trata de una buena receta para la estabilidad en el largo plazo.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Jaswant Singh, ex ministro de finanzas, ministro de asuntos exteriores y ministro de defensa de la India, es autor de Jinnah: India – Partition – Independence (Jinnah: India – Partición – Independencia.)

© Project Syndicate 1995–2013


For additional reading on this topic please see:
The Future of Syria and the Regional Arms Race
An End-Game in Syria?
The Syrian Crisis and the Saudi-Iranian Rivalry


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The Great War’s End in Syria

A poster of Assad in Syria.

As the West begins to gear up for the centenary of the outbreak of World War I in 1914, the Middle East is being convulsed as never before by the legacy of the Ottoman Empire’s breakup. Look no farther than Syria, where one part of that legacy – the Sykes-Picot Agreement, which divided the Levant into British and French spheres of influence even while the Great War still raged – is coming to a brutally violent end.

Likewise, the current turmoil in Turkey is, at least in part, a consequence of “neo-Ottoman” overreach by Prime Minister Recep Tayyip Erdoğan’s government. In seeking to establish the type of regional influence that Turks have not had since Kemal Atatürk founded the Republic of Turkey, Erdoğan has fallen prey to some of the Ottoman regime’s hubris.

The Levant has, of course, been the scene of countless conflicts through the centuries. Sir Archibald Wavell, one of Britain’s greatest World War II generals and the penultimate Viceroy of India, wrote in his biography of the WWI Field-Marshal Edmund Allenby, who led the Allies in the Levant: “The greatest exploit in the history of horsed cavalry, and possibly their last success on a large scale, had ended within a short distance of the battlefield of Issus, where Alexander the Great first showed how battles could be won.”