Los asesinos inocentes de Egipto

Tahrir Square at night.
Tahrir Square, 3 June 2012. Photo: Jonathan Rashad/flickr.

EL CAIRO – “Bashar debería abandonar el poder y retirarse a salvo en Egipto. El fiscal general es benévolo con los asesinos”, me dijo un amigo, refiriéndose al Presidente de Siria, Bashar Al Asad, mientras contemplábamos el juicio del ex Presidente de Egipto Hosni Mubarak en el tribunal penal de la Academia de Policía. Aunque Mubarak y su ministro de Interior (seguridad), Habib Al Adly fueron condenados a cadena perpetua al concluir sus juicios, los generales que dirigieron el aparato de represión de Egipto como viceministros de Interior fueron absueltos.

Hasan Abd Al Rahman, jefe de las tristemente famosas –y semejantes a la Stasi– Investigaciones de la Seguridad del Estado (ISE); Ahmad Ramzi, jefe de las Fuerzas Centrales de Seguridad (FCS); Adly Fayid, jefe de la Seguridad Pública; Ismail Al Shaer, que dirigía la Dirección de Seguridad de El Cairo; Osama Yusef, jefe de la Dirección de Seguridad de Giza; y Omar Faramawy, supervisor de la Dirección de Seguridad del 6 de Octubre, quedaron exonerados de delito alguno. Los abogados de Mubarak y Al Adly recurrirán sus cadenas perpetuas y muchos egipcios creen que recibirán sentencias más suaves.

Los veredictos entrañaron un mensaje inequívoco y con graves consecuencias para la transición política de Egipto. Cuando se anunciaron, se oyó un grito espontáneo de los abogados y las familias de las víctimas: “El pueblo quiere limpiar el poder judicial”.

De hecho, muchos egipcios –incluidos jueces veteranos– no consideran que el poder judicial sea una institución independiente. “Se trata de un error profesional muy grave. Esos generales deberían haber sido condenados a cadena perpetua, como Mubarak”, dijo Zakaria Abd Al Aziz, ex jefe elegido por votación del Club de Jueces. “Los asesinatos se prolongaron durante días y no dieron orden de ponerles fin. El ministerio de Interior (MI) no es el único lugar que se debe limpiar. También hay que hacerlo en el poder judicial”.

No cabe duda de que esos veredictos refuerzan una tradición de impunidad en los servicios de seguridad. Las ISE y sus departamentos fueron responsables de muchas violaciones de los derechos humanos, incluidas torturas y muertes extrajudiciales en masa, durante los treinta años de gobierno de Mubarak. Cuando los manifestantes irrumpieron en la sede de las ISE y en otros gobiernos provinciales en marzo de 2011, se encontraron en todos ellos cámaras y equipo de torturas.

Las organizaciones en pro de los derechos humanos y unos pocos tribunales egipcios documentaron perfectamente desde el decenio de 1980 detenciones ilegales, raptos, desapariciones, torturas sistemáticas, violaciones y condiciones carcelarias inhumanas. Absolver a los jefes de las ISE y de las FCS (institución compuesta de 300.000 miembros y que actuó como el “brazo de hierro” del régimen de Mubarak), después de una revolución desencadenada por la brutalidad policial, provocó nuevas protestas en la plaza Tahrir. “O conseguimos los derechos de los mártires o moriremos como ellos”, cantaban centenares de miles de personas en Tahrir y otras plazas egipcias. Ya han comenzado las sentadas, que recuerdan a los dieciocho días de enero y febrero de 2011 que acabaron con el gobierno de Mubarak.

Una tercera consecuencia de los veredictos se refiere a la adquisición de poder por parte de la facción antirreformista en el MI. Gracias a mis investigaciones a lo largo de un año sobre la reforma del sector de la seguridad en Egipto, puedo afirmar que esa facción es ya la más poderosa.

A raíz de la revolución, salieron a la luz las luchas intestinas en el MI. “Tenemos que salvar la cara”, dijo el general Abd Al Latif Badiny, viceministro de Interior, que fue destituido por orden de Adly. “Muchos jefes y oficiales se negaron a torturar a los detenidos y se mostraron contrarios a la corrupción, pero necesitamos un Presidente revolucionario que nos conceda el poder para limpiar el ministerio”.

Badiny fue repuesto en su cargo después de la revolución, pero después, en noviembre de 2011, fue reprendido, a raíz de los choques entre manifestantes y la policía con el resultado de cuarenta manifestantes muertos. “Era partidario del diálogo con los manifestantes, mientras que los hombres de Al Adly querían que se aplicara una dura represión. Al final, éstos se salieron con la suya”, dice el comandante Ahmad Ragab, portavoz de la reformista Coalición General de Agentes de Policía (CGAP), que pretende crear un sindicato oficial de la policía y reformar los servicios de seguridad con criterios profesionales y apolíticos.

Los veredictos afectarán en gran medida a otros dos procesos: la capacidad de las fuerzas revolucionarias para movilizar y, por tanto, ejercer presión en el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) y las elecciones presidenciales. Los objetivos de los que protestaron por los veredictos en Tahrir y otras plazas son, entre otros, los siguientes: una purga en la judicatura; una ley que excluya a los oficiales superiores de Mubarak de puestos políticos durante diez años; nuevos juicios a los generales de Al Aldy; y la destitución del fiscal general (nombrado por Mubarak).

También se han hecho llamamientos, aún incumplidos, en pro de una mayor unidad antes de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que se celebrará los días 16 y 17 de junio. Dichos llamamientos oscilan entre la exigencia de una transferencia inmediata del poder a una coalición de candidatos presidenciales revolucionarios (aunque se trata de un mecanismo impreciso) hasta la formación de un frente unido presidencial en la segunda vuelta, con Mohamed Morsi de los Hermanos Musulmanes (HM) como Presidente y el naserista izquierdizante Hamadin Sabahi y el islamista moderado y liberalizante Abdel Moneim Abul Fotuh como vicepresidentes. Los diputados ya han pedido a esas tres figuras que acudan al Parlamento y negocien una coalición.

También es probable que los veredictos aumenten el apoyo en la segunda vuelta a Morsi, que se disputó el voto islámico con otros dos candidatos en la primera vuelta de las elecciones. Además, un porcentaje importante del voto revolucionario no islamista recaerá en Morsi, dada la ausencia de otras opciones revolucionarias substitutivas. Lo que se oye en Tahrir es esto: “Tenemos diferencias con Morsi, pero hubo derramamiento de sangre con [Ahmed] Shafiq”, el último Primer Ministro de Mubarak y oponente de Morsi en la segunda vuelta. Los candidatos partidarios de la revolución que no son islamistas ni de los HM recibieron casi 9,7 millones de votos en la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Es probable que la mayoría de esos votantes apoyen ahora a Morsi, en lugar de quedarse en casa (la tendencia general antes de que se conocieran los veredictos).

Los HM deben aún decidir si se suman para poder granjearse el apoyo de los votantes de Abul Fotuh y Sabahi en la segunda vuelta frente a Shafiq, pero, de momento, en Tahrir y otras plazas las fuerzas partidarias del cambio, sean o no islamistas, se están uniendo una vez más. El imperativo principal de los revolucionarios egipcios es el mantenimiento de la unidad, la creación de una coalición rectora, la plasmación de sus cantos en exigencias concretas y el mantenimiento de la presión hasta conseguir sus fines. La revolución de Egipto continúa.

Traducido del ingles por Carlos Manzano

Copyright Project Syndicate


Omar Ashour es director del Programa de Estudios de Posgrado sobre Oriente Medio en el Instituto de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Exeter e investigador visitante en el Centro Brookings de Doha. Es autor de The De-Radicalization of Jihadists: Transforming Armed Islamists Movements (“La desradicalización de los yijadistas. La transformación de los movimientos armados islamistas”).

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مصر والقَتَلة الأبرياء

Tahrir Square at night.
Tahrir Square, 3 June 2012. Photo: Jonathan Rashad/flickr.

القاهرة ــ “ينبغي للرئيس السوري بشار الأسد أن يتخلى عن السلطة ويتقاعد بسلام في مصر. فالنائب العام هناك ودود في التعامل مع القَتَلة”، هكذا قال لي أحد أصدقائي بينما كنا نشاهد محاكمة الرئيس المصري السابق حسني مبارك في المحكمة الجنائية التي استضافتها أكاديمية الشرطة في القاهرة. ورغم الحكم الصادر ضد مبارك ووزير داخليته (أمنه) حبيب العادلي بالسجن مدى الحياة في نهاية محاكمتهما، فإن الجنرالات الذين أداروا الجهاز القمعي في مصر بوصفهم مساعدين لوزير الداخلية حصلوا جميعاً على أحكام بالبراءة.

فقد برأت المحكمة ساحة حسن عبد الرحمن رئيس مباحث أمن الدولة، الجهاز الأشبه بالبوليس السري في ألمانيا الشرقية سابقا؛ وأحمد رمزي، رئيس قوات الأمن المركزي؛ وعدلي فايد، مدير الأمن العام، وإسماعيل الشاعر، مدير أمن القاهرة؛ وأسامة يوسف، مدير أمن الجيزة؛ وعمر الفرماوي، مدير أمن السادس من أكتوبر؛ من كل الاتهامات المنسوبة إليهم. ومن المؤكد أن فريق الدفاع عن مبارك والعادلي سوف يستأنف الحكم الصادر في حقهما بالسجن مدى الحياة، ويعتقد العديد من المصريين أنهما سوف يحصلان على عقوبتين مخففتين.

كانت هذه الأحكام بمثابة رسالة لا لبس فيها، وهي في واقع الأمر رسالة ذات عواقب وخيمة على الانتقال السياسي في مصر. فبمجرد إعلان الأحكام انطلقت صرخة واحدة من حناجر المحامين وأسر الضحايا: “الشعب يريد تطهير القضاء”.

الواقع أن العديد من المصريين ــ بما في ذلك كبار القضاة ــ لا ينظرون إلى السلطة القضائية باعتبارها مؤسسة مستقلة. يقول زكريا عبد العزيز، الرئيس المنتخب السابق لنادي القضاة: “إنه خطأ مهني كبير. فهؤلاء الجنرالات كان من الواجب أن يحصلوا على أحكام بالسجن مدى الحياة مثل مبارك. فقد استمر القتل لأيام، ولكنهم رغم ذلك لم يصدروا أوامرهم لأي شخص بوقف القتل. إن وزارة الداخلية ليست المكان الوحيد الذي يحتاج إلى التطهير. فالقضاء أيضاً لابد من تطهيره”.

من المؤكد أن هذه الأحكام تعزز ثقافة الإفلات من العقاب داخل الأجهزة الأمنية. فقد كان جهاز مباحث أمن الدولة وإداراته المختلفة مسؤولاً عن العديد من انتهاكات حقوق الإنسان، بما في ذلك التعذيب الجماعي والقتل خارج نطاق القانون طيلة ثلاثين عاماً قضاها مبارك في الحكم. وعندما اقتحم المتظاهرون مقار مباحث أمن الدولة في القاهرة ومحافظات أخرى في مارس/آذار 2011، عثروا على غرف التعذيب ومعداته في كل المباني التي دخلوها.

لقد وثقت منظمات حقوق الإنسان وقليل من المحاكم المصرية منذ ثمانينيات القرن العشرين العديد من حالات الاعتقال غير القانوني، والاختطاف، والاختفاء، والتعذيب المنهجي، والاغتصاب، وظروف السجن غير الإنسانية. وكانت تبرئة رئيس مباحث أمن الدولة ورئيس قوات الأمن المركزي (المؤسسة القوية التي تضم ثلاثمائة ألف فرد، والتي خدمت كحرس شخصي لنظام مبارك)، بعد ثورة أشعلت شرارتها وحشية جهاز الشرطة، السبب المباشر لتجدد الاحتجاجات في ميدان التحرير. ولقد أنشد مئات الآلاف من المحتجين في ميدان التحرير وغيره من الميادين في مصر: “ينجيب حقهم، يا نموت زيهم” (حق الشهداء). والآن بدأت تعود بالفعل مظاهر الاعتصامات التي تذكرنا بالثمانية عشر يوماً من يناير/كانون الأول وفبراير/شباط 2011، التي أنهت حكم مبارك.

وثمة نتيجة ثالثة مترتبة على هذه الأحكام، وهي تتعلق بتمكين الفصيل المناهض للإصلاح داخل وزارة الداخلية. واستناداً إلى أبحاث قمت بها على مدى عام حول إصلاح القطاع الأمني في مصر، فبوسعي أن أقول إن هذا الفصيل هو الأقوى بالفعل.

في أعقاب الثورة، أصبح الصراع بين الفصائل داخل وزارة الداخلية علنيا. يقول اللواء عبد اللطيف بديني، وهو أحد مساعدي وزير الداخلية أقيل من منصبه أثناء تولي العادلي الوزارة: “ينبغي لنا أن نحفظ ماء وجوهنا. لقد رفض العديد من الضباط والقادة تعذيب المحتجزين وكانوا ضد الفساد، ولكننا في احتياج إلى رئيس ثوري قادر على تمكيننا وتطهير الوزارة”.

بعد الثورة، أعيد تعيين بديني، ولكنه عوقب تأديبياً في نوفمبر/تشرين الثاني 2011، في أعقاب اشتباكات بين المتظاهرين وقوات الشرطة أسفرت عن وفاة أكثر من أربعين متظاهرا. ويقول الرائد أحمد رجب، المتحدث باسم التنظيم الإصلاحي الائتلاف العام لضباط الشرطة، والذي يسعى إلى إنشاء نقابة رسمية للعاملين بالشرطة وإصلاح الأجهزة الأمنية على طول خطوط سياسية مهنية: “كان يدعو إلى الحوار مع المتظاهرين، في حين كان رجال العادلي راغبين في اتخاذ إجراءات صارمة ضدهم، ولقد نالوا مأربهم في نهاية المطاف”.

لا شك أن هذه الأحكام سوف تؤثر بدرجة كبيرة على عمليتين أخريين: قدرة القوى الثورية على التعبئة، وبالتالي فرض ضغوط على المجلس الأعلى للقوات المسلحة الحاكم، والانتخابات الرئاسية. ومن بين الأهداف التي يسعى المحتجون على الأحكام في ميدان التحرير وغيره من الميادين إلى تحقيقها التالي: تطهير القضاء؛ واستنان قانون يمنع كبار المسؤولين أثناء حكم مبارك من تقلد مناصب سياسية لعشرة أعوام؛ وإعادة محاكمة جنرالات العادلي؛ وإقالة النائب العام (الذي عينه مبارك).

وهناك أيضاً دعوات لم تتبلور بعد لتعزيز الوحدة قبيل انتخابات الإعادة على منصب الرئيس في السادس عشر والسابع عشر من يونيو/حزيران. وتتراوح هذه النداءات من المطالبة بنقل السلطة فوراً إلى إنشاء تحالف بين المرشحين الرئاسيين الثوريين (ولو أن الآلية غامضة) إلى تشكيل جبهة رئاسية موحدة في جولة الإعادة، تتألف من محمد مرسي مرشح جماعة الإخوان المسلمين رئيسا، والناصري اليساري الميل حمدين صباحي والإسلامي المعتدل الليبرالي الميل عبد المنعم أبو الفتوح نائبين للرئيس. ولقد دعا نواب في البرلمان بالفعل الشخصيات الثلاث للحضور إلى البرلمان والتفاوض لتشكيل تحالف فيما بينهم.

ومن المرجح أيضاً أن تؤثر هذه الأحكام على جولة الإعادة بتعزيز دعم محمد مرسي، الذي تقاسم الأصوات الإسلامية مع مرشحين إسلاميين آخرين في الجولة الأولى من الانتخابات. فضلاً عن ذلك فإن حصة كبيرة من الأصوات الثورية غير الإسلامية سوف تذهب لمرسي، نظراً لغياب أي بديل ثوري آخر عن جولة الإعادة. والمقولة السائدة في التحرير اليوم هي: “نحن على خلاف مع مرسي، ولكن ما بيننا وبين أحمد شفيق هو دماء الشهداء”. كان شفيق آخر رئيس وزراء يعينه مبارك، وهو خصم مرسي في جولة الإعادة. لقد حصل المرشحون الثوريون من غير الإسلاميين ومن غير المنتمين إلى جماعة الإخوان المسلمين على ما يقرب من 9,7 مليون صوت في الجولة الأولى من الانتخابات الرئاسية. ومن المرجح أن يؤيد أغلب هؤلاء الناخبين الآن مرسي، بدلاً من البقاء في المنزل والامتناع عن التصويت (الاتجاه العام قبل صدور الأحكام الأخيرة).

ويظل لزاماً على جماعة الإخوان المسلمين أن تتبنى نهجاً شمولياً إذا كانت راغبة في الحصول على دعم من صوتوا لصالح أبو الفتوح وصباحي في الجولة الأولى ضد شفيق. ولكن في الوقت الراهن، يعمل ميدان التحرير وغيره من الميادين مرة أخرى على توحيد القوى المؤيدة للتغيير، سواء من الإسلاميين أو غيرهم. والآن يتلخص التحدي الرئيسي الذي يواجه القوى الثورية في مصر في دعم هذه الوحدة، وتشكيل تحالف يتولى القيادة الحقيقية، وترجمة الهتافات إلى مطالب ملموسة، والاستمرار في الضغط أثناء تنفيذ هذه المطالب. إن الثورة في مصر لا تزال مستمرة.

ترجمة: إبراهيم محمد علي Translated by: Ibrahim M. Ali

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د. عمر عاشور مدير برنامج الدراسات العليا في سياسة الشرق الأوسط لدى معهد الدراسات العربية والإسلامية بجامعة إكستر (المملكة المتحدة)، وزميل زائر لدى مركز بروكنجز الدوحة، ومؤلف كتاب “تحولات الحركات الإسلامية المسلحة”.

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Les innocents criminels égyptiens

Tahrir Square at night.
Tahrir Square, 3 June 2012. Photo: Jonathan Rashad/flickr.

LE CAIRE – « Bachar devrait abandonner le pouvoir et se retirer tranquillement en Égypte. Le procureur général est accommodant avec les meurtriers », me disait un ami en parlant du président syrien Bachar el-Assad, pendant que nous regardions le procès de l’ancien président égyptien Hosni Moubarak qui se déroulait dans l’enceinte de l’académie de police. Alors que Moubarak et l’ancien ministre de l’Intérieur (et de la sécurité), Habib el-Adli, ont été condamnés à la prison à vie à l’issue du procès, six anciens hauts responsables des services de sécurité égyptiens chargés de la répression ont été acquittés.

Hassan Abdel Rahmane, l’ancien chef des tristement célèbres services de la sécurité de l’État, analogue à la Stasi est-allemande ; Ahmed Ramzi, le chef des Forces de sécurité centrales (CSF) ; Adli Fayed, le chef de la Sécurité générale ; et les chefs des services de sécurité du Caire, de Guizeh et du 6 octobre, respectivement Ismaïl Chaer, Ossama Marasi et Omar Faramaoui, ont été entièrement disculpés. Les avocats de Moubarak et d’el-Adli feront appel de la sentence et de nombreux Égyptiens pensent que leurs peines seront atténuées.

Les verdicts de la Cour ont envoyé un message sans équivoque, qui comporte des conséquences de taille pour la transition politique en Égypte. Un cri spontané a été poussé par les familles des victimes et leurs avocats à l’annonce du verdict : « Le peuple veut que le pouvoir judiciaire soit nettoyé ».

En fait, les Égyptiens – dont des juges éminents – sont nombreux à penser que l’appareil judiciaire n’est pas une institution indépendante. « Ce verdict est une erreur professionnelle majeure. Ces généraux auraient dû être condamnés à la prison à vie comme Moubarak » a estimé Zakaria Abdelaziz, l’ancien président élu d’un influent club de juges. « Les massacres se sont étalés sur plusieurs jours et personne n’a donné l’ordre qu’ils cessent. Le ministère de l’Intérieur n’est pas le seul qui doit être purgé. L’appareil judiciaire doit l’être également » a-t-il ajouté.

Il ne fait aucun doute que les verdicts renforceront la culture d’impunité qui sévit au sein des services de sécurité. Les services de la sécurité de l’État (SSI) et ses départements se sont rendus responsables de nombreuses violations des droits de l’homme, dont le recours régulier à la torture et aux exécutions extrajudiciaires, tout au long des trente ans au pouvoir de Moubarak. Lorsque les manifestants ont envahi le siège du SSI et ceux des gouvernorats en mars 2011, des salles et du matériel de torture ont été découverts dans chaque bâtiment.

Les détentions illégales, les enlèvements, disparitions, torture systématique, viols et conditions de détention inhumaines ont été documentés depuis les années 1980 par des organisations de défense des droits de l’homme et par quelques tribunaux égyptiens. L’acquittement des chefs des Services de la sécurité de l’État (SSI) et des Forces de sécurité centrales (CSF) – (l’organisme qui avec 300.000 hommes représentait le « muscle » du régime Moubarak), après une révolution initiée par la brutalité policière, a immédiatement provoqué un renouveau des manifestations place Tahrir. « Soit nous obtenons justice pour nos martyrs, soit nous mourrons comme eux » scandaient des centaines de milliers de manifestants sur la place Tahrir et ailleurs en Égypte. Les occupations des places du pays, rappelant celles des dix-huit jours de janvier et de février 2011 qui ont renversé le régime Moubarak, ont déjà commencé.

Une troisième conséquence du verdict est qu’il encourage la faction au sein du ministère de l’Intérieur opposée aux réformes. D’après les recherches que j’ai effectuées pendant un an sur les réformes des services de sécurité égyptiens, cette faction est déjà la plus forte.

À la suite de la révolution, les luttes intestines au sein du ministère de l’Intérieur sont devenues publiques. « Nous devons sauver la face » a indiqué le général Abdelatif Badiny, un ministre de l’Intérieur adjoint limogé sous le ministre Habib el-Adli. « Plusieurs officiers et responsables refusaient de torturer les prisonniers et s’opposaient à la corruption, mais il nous faut aujourd’hui un président révolutionnaire qui nous donne des moyens pour purger le ministère ».

Badiny a été rétabli dans ses fonctions après la révolution, pour être réprimandé en novembre 2011 à la suite d’affrontements entre des manifestants et les forces de police qui ont fait plus de 40 victimes parmi les manifestants. « Badiny prônait le dialogue avec les manifestants, tandis que les hommes de Habib el-Adli voulaient une répression féroce. Ce sont eux qui l’ont emporté au final » m’a dit le commandant de police Ahmad Ragab, le porte-parole de la Coalition générale des officiers de Police, favorable aux réformes, qui cherche à établir un syndicat des forces de police et une réforme des services de sécurité selon des lignes apolitiques et professionnelles.

Le verdict du procès Moubarak aura également des incidences sur deux autres points : sur la capacité des forces révolutionnaires à se mobiliser et donc à exercer des pressions sur le Conseil suprême des Forces armées au pouvoir, et sur l’élection présidentielle. Les objectifs des manifestants place Tahrir et ailleurs sont notamment une refonte de l’appareil judiciaire, une loi qui interdirait aux hauts responsables du régime Moubarak d’occuper une fonction politique pendant dix ans, un nouveau jugement des généraux sous les ordres de Habib el-Adli, et le limogeage du procureur général (nommé par Moubarak).

Des appels, encore modestes, se font également entendre pour une plus grande unité dans la perspective du second tour de l’élection présidentielle les 16 et 17 juin. Ces appels vont d’une demande en faveur d’un transfert immédiat du pouvoir à une coalition de candidats à la présidence issus de la révolution (bien que le mécanisme d’un tel transfert soit plutôt vague) à la formation d’un front présidentiel unifié durant l’entre deux tours, avec Mohammed Morsi des Frères musulmans comme président et Hamdeen Sabbahi, nassériste et de tendance gauchiste, et Abdel Moneim Aboul Foutouh, un islamiste modéré de tendance libérale, comme vice-présidents. Les députés ont déjà invité ces trois personnalités à venir négocier une coalition devant le Parlement.

Il est probable que le verdict encourage le soutien à Morsi avant le second tour de l’élection présidentielle, qui lors du premier tour avait dû partager le vote islamique avec deux autres candidats. Une partie importante des voix révolutionnaires non-islamistes se reportera sur Morsi à cause de l’absence de candidatures révolutionnaires alternatives. Un commentaire souvent entendu place Tahrir est : « Nous avons des divergences avec Morsi, mais nous avons des différents sanglants avec Chafiq », le dernier Premier ministre de Moubarak et l’adversaire de Morsi au deuxième tour. Près de 9,7 millions d’électeurs avaient au premier tour voté en faveur de candidats pro-révolution, non-islamistes et non-Frères musulmans. La plus grande partie de ces voix se reportera sans doute sur Morsi, au lieu de s’abstenir (comme semblait être la tendance générale avant le verdict).

Les Frères musulmans doivent se décider sur la participation d’autres parties s’ils veulent rallier le soutien des électeurs d’Aboul Fotouh et de Sabahi avant le second tour, face à Ahmad Chafiq. Mais pour l’instant, la place Tahrir et les autres places en Égypte accueillent à nouveau les forces favorables au changement, qu’elles soient islamistes ou non. Le principal défi posé aux révolutionnaires égyptiens est de maintenir cette unité, d’établir un gouvernement de coalition, de transformer leurs cris de ralliement en demandes concrètes et de maintenir la pression durant leur mise en œuvre. La révolution égyptienne se poursuit.

Traduit de l’anglais par Julia Gallin

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Omar Ashour est directeur du programme d’études supérieures du Moyen-Orient au sein de l’Institut d’études arabes et islamiques de l’université d’Exeter au Royaume-Uni et chercheur invité du centre Brookings de Doha. Il est l’auteur de The De-Radicalization of Jihadists: Transforming Armed Islamist Movements [La déradicalisation des djihadistes : transformer les mouvements armés islamistes].

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