Conflicts and Conflict Resolution in the Caucasus

President of the Republic of Armenia visiting troops in the Nagorno-Karabakh region. Photo: Republic of Armenia/Wikimedia Commons

Since the dissolution of the Soviet Union, conflicts ranging from Chechnya’s fight for independence to the ‘frozen’ Nagorno-Karabakh dispute have attracted the attention of scholars to the Caucasus region. Indeed, Russia’s rekindled presence in the region, Georgia’s disputes with the breakaway republics of Abkhazia and South Ossetia, and the latest status of Nagorno-Karabakh provided the basis for the latest “Evening Talk” staged by our parent organization, the Center for Security Studies. The event, which was entitled Conflicts and Conflict Resolution in the Caucasus, brought together different experts to discuss the future trajectory of security in the region. In the following podcast, Oxford University’s Professor Neil Macfarlane explains, among other things, why Georgia will not be reclaiming the breakaway republics any time soon, and lays out the prospects for improved dialogue between Armenia and Azerbaijan over Nagorno-Karabakh.

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El ascenso de Hamás

Northern Gaza Strip November 15, 2012
Northern Gaza Strip November 15, 2012. Photo: marsmet543/flickr.
CIUDAD DE GAZA – Hamás, el movimiento político militante que gobierna Gaza desde 2007, salió de la última ronda de combates con Israel con su posición regional considerablemente fortalecida. Pero al mismo tiempo, se enfrenta a dudas sobre su capacidad de aprovechar las nuevas oportunidades diplomáticas que obtuvo.

La enérgica respuesta de Hamás (que incluyó ataques con cohetes cerca de Tel Aviv y Jerusalén) a la operación militar de Israel en Gaza, ocurrida en noviembre pasado, demostró su compromiso con el principio palestino de firmeza. Además, tras los ocho días de enfrentamientos, el líder de Hamás, Jaled Meshal (que nunca antes había osado mostrarse abiertamente delante de Israel), regresó a Gaza desde Egipto después de un largo exilio. Su desfile triunfal por las calles de la ciudad reforzó la idea (tanto dentro como fuera de Gaza) de que la victoria había sido de Hamás.

Fuera de Gaza, el ascenso del islamismo político en los países de la Primavera Árabe (especialmente Egipto y Túnez) creó un entorno más favorable para Hamás. Un elemento crucial de las negociaciones mantenidas en El Cairo de las que surgió el alto el fuego con Israel es que hubo contacto diplomático directo y de alto nivel entre Egipto y Hamás; esto constituye un cambio fundamental respecto de la postura declaradamente contraria a Hamás del ex presidente egipcio Hosni Mubarak.

Las visitas a Gaza del emir de Qatar y del ministro de asuntos exteriores de Turquía, así como de otros líderes regionales, afianzaron aún más la nueva posición del movimiento. Mostrarse del lado de Hamás se ha convertido en un medio para que líderes de países árabes y musulmanes ganen credibilidad interna, algo que Hamás puede aprovechar para conseguir cuantiosas donaciones que financien la reconstrucción de Gaza.

En cambio, Mahmoud Abbas (presidente de la Autoridad Palestina, AP), quien es partidario de mantener negociaciones de paz con Israel y se opone a la lucha armada, está más aislado que nunca; y esto, a pesar del éxito que obtuvo con su iniciativa de promover a Palestina a la condición de “estado observador no miembro” de las Naciones Unidas, apenas unos días después del fin de los combates en Gaza. Aunque al principio Hamás reaccionó con escepticismo a la solicitud de reconocimiento del estado palestino, después del alto el fuego la apoyó, con la esperanza de poder sacar partido de la nueva condición de Palestina.

Como sea, los últimos acontecimientos, sumados al agotamiento de los recursos de la AP, disminuyeron la credibilidad de Abbas entre los palestinos, que lo ven cada vez más desesperado. Para colmo, después de la votación en las Naciones Unidas, Israel anunció la construcción de nuevos asentamientos alrededor de Jerusalén, lo que debilitó todavía más la posición de Abbas. La realidad es que se le está acabando el tiempo, y la única duda es quién lo reemplazará.

Entretanto, la intención de Hamás es capitalizar su creciente popularidad ganando elecciones. Aunque en un sentido técnico, la última votación de octubre para elegir autoridades municipales en Cisjordania (primera elección en seis años) renovó la autoridad del mayoritariamente secular partido Fatah, el llamado de Hamás a boicotear la elección bastó para reducir la asistencia de votantes al 55% del padrón, lo que refleja que Fatah ha perdido apoyo. A ojos de muchos, Hamás aparece como el auténtico representante de las ambiciones nacionales palestinas, y el movimiento está decidido a reunir a los palestinos bajo su bandera.

Pero ¿puede Hamás encontrar una base que le permita negociar con Israel? Aunque en realidad Hamás nunca renunció a su retórica de resistencia, con el tiempo empezó a moderar su postura respecto del conflicto palestino-israelí. De hecho, los líderes de Hamás se han declarado favorables a la creación de un estado palestino según las fronteras de 1967, con capital en Jerusalén Oriental.

Este cambio gradual en la postura de Hamás, sumado a su respaldo a la iniciativa diplomática de Abbas en las Naciones Unidas, indica que el movimiento se ha convencido de la imposibilidad de lograr una victoria militar contra Israel, de modo que los líderes de ambas partes deberán reconciliar sus diferencias y alcanzar un acuerdo diplomático.

Las señales del cambio de punto de vista de Hamás son cada vez más notorias. Por ejemplo, aunque Meshal mantuvo una postura intransigente durante su discurso en Gaza, en conversaciones privadas expresó estar dispuesto a aceptar un estado palestino según las fronteras de 1967. Llegó incluso a declarar que si Israel reconsidera su actitud respecto de la Iniciativa Árabe para la Paz de 2002 (que llama al mundo árabe a reconocer el derecho de Israel a existir, a cambio de que este regrese a las fronteras de 1967), Hamás hará lo mismo.

Pero si bien Meshal aceptó la idea de mantener negociaciones con Israel en el futuro, también sostuvo que todavía es demasiado pronto. Hamás está convencido de que Israel no entiende otro lenguaje que el de la fuerza y el poder, y no negociará hasta que Israel acepte la permanencia de las demandas palestinas.

Es posible que Israel esté empezando a recibir el mensaje. De hecho, el último enfrentamiento llevó a que algunos políticos israelíes (como Giora Eiland, asesor nacional de seguridad del ex primer ministro Ariel Sharón) reconocieran que Hamás es una realidad política que no se puede seguir ignorando. Eiland incluso aconsejó al gobierno de Israel reconocer el gobierno de Hamás en Gaza, levantar el bloqueo y negociar directamente con el movimiento para obtener un alto el fuego duradero. Pero para que esta idea tenga éxito es necesario que Israel esté dispuesto a colaborar con Hamás (al que sigue considerando un grupo terrorista) y que sea viable la mediación de Egipto.

En este sentido, puede ser que Israel reciba cada vez más presión de su principal aliado. En la práctica, el hecho de que Estados Unidos haya aceptado a los partidos islamistas de la región (desde Ennahda en Túnez hasta la Hermandad Musulmana en Egipto) indica que el escepticismo de los grupos islamistas tal vez esté perdiendo sustento, además de plantear dudas sobre la continuidad de la estricta política de aislamiento de Hamás seguida hasta ahora por Estados Unidos.

El éxito logrado por la mediación del presidente egipcio Mohamed Morsi entre Israel y Hamás demostró que los islamistas pueden ser flexibles, incluso cuando se trata de Israel. Las posiciones de ambas partes se pueden moderar, siempre que a sus líderes se les ofrezca una plataforma correcta desde la cual hacer los ajustes necesarios.

Traducción: Esteban Flamini

Copyright Project Syndicate


Mkhaimar Abusada es profesor de ciencias políticas en la Universidad Al Azhar de Gaza.


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Gaza War II: Hamas’s Tough Choices

Turkey’s Role in Hamas’ Cease-fire – A Sign of Turkish Cooperation or Competition?

Sanctuary in the City? – Urban Displacement and Vulnerability in the Gaza Strip


For more information on issues and events that shape our world please visit the ISN’s featured editorial content and Security Watch.

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نجم حماس يرتفع

Northern Gaza Strip November 15, 2012
Northern Gaza Strip November 15, 2012. Photo: marsmet543/flickr.

مدينة غزة ــ يبدو أن حماس، حركة المقاومة السياسية التي حكمت غزة منذ عام 2007، خرجت من الجولة الأخيرة من القتال مع إسرائيل وقد تعزز موقفها الإقليمي إلى حد كبير. وفي الوقت نفسه، تواجه الحركة تساؤلات جديدة حول قدرتها على الاستفادة من الفرصة الدبلوماسية التي اكتسبتها.

الواقع أن رد حماس القوي على العملية العسكرية الإسرائيلية في غزة في نوفمبر/تشرين الثاني، والذي شمل سقوط صواريخ بالقرب من تل أبيب والقدس، أظهر التزامها بقيمتها الأساسية المتمثلة في الصمود. وعلاوة على ذلك، ففي أعقاب الاشتباك الذي دام ثمانية أيام، دخل خالد مشعل زعيم حماس المنفي منذ زمن بعيد، والذي لم يجرؤ من قبل قط على إظهار نفسه علنا أمام إسرائيل، دخل غزة من مصر. وباستعراضه مزهواً بالانتصار عبر الشوارع، عزز خالد مشعل ــ في الداخل والخارج ــ فكرة انتصار حماس.

وخارج غزة، كان صعود الإسلام السياسي في دول الربيع العربي، وخاصة في مصر وتونس، سبباً في خلق جوار أكثر تأييداً وتودداً لحركة حماس. وعلى نحو حاسم، اشتملت مفاوضات القاهرة التي أفضت إلى وقف إطلاق النار مع إسرائيل على اتصال دبلوماسي مباشر عالي المستوى بين مصر وحماس ــ وهو تحول جوهري عن موقف الرئيس المصري السابق حسني مبارك المعلن المناهض لحماس.

وكانت الزيارات التي قام بها إلى غزة أمير قط ووزير خارجية تركيا، فضلاً عن زعماء إقليميين آخرين، سبباً في تعزيز مكانة حماس الجديدة. وإظهار الدعم لحماس يعني الآن بناء المصداقية في الداخل، الأمر الذي يخلق الفرصة للحصول على تبرعات كبيرة من الدول العربية والإسلامية لتمويل إعادة تعمير غزة.

وعلى النقيض من هذا، أصبح محمود عباس، رئيس السلطة الفلسطينية الذي تبنى مفاوضات السلام مع إسرائيل وتخلى عن الصراع المسلح، أكثر عزلة من أي وقت مضى، على الرغم من نجاحه في ترقية وضع فلسطين في الأمم المتحدة إلى “دولة مراقبة غير عضو” بعد أيام فقط من انتهاء القتال في غزة. في البداية كان رد فعل حماس متشككاً في طلب الحصول على وضع الدولة، ولكنها أيدته بعد وقف إطلاق النار، نظراً لتوقعاتها بأنها سوف تكون قادرة على استغلال وضع فلسطين بعد ترقيته.

ورغم هذا فإن الأحداث الأخيرة، جنباً إلى جنب مع تضاؤل موارد السلطة الفلسطينية، أدت إلى تراجع مصداقية عباس بين الفلسطينيين، الذين باتوا ينظرون إليه على نحو متزايد باعتباره رجلاً يائسا. وأدى إعلان إسرائيل بعد التصويت في الأمم المتحدة عن إنشاء مستوطنات جديدة حول القدس إلى إضعاف موقف عباس بدرجة أكبر. والواقع أن وقت عباس ينفد بسرعة. والسؤال الوحيد الآن هو من الذي سيحل محله.

وفي الوقت نفسه، تسعى حماس إلى الاستفادة من شعبيتها المتنامية بالفوز بالانتخابات. ففي انتخابات أكتوبر/تشرين الأول الماضي البلدية في الضفة الغربية ــ الأولى منذ ست سنوات ــ احتفظت حركة فتح العلمانية إلى حد كبير في الاحتفاظ بسلطتها من الناحية الفنية؛ ولكن الإقبال على التصويت بنسبة 55% فقط في أعقاب الدعوة التي أطلقتها حماس إلى مقاطعة الانتخابات، عكس تراجع دعم حركة فتح. والآن يُنظَر إلى حماس على نطاق واسع باعتبارها الممثل الحقيقي للطموحات الوطنية الفلسطينية، والقادرة على توحيد الفلسطينيين تحت رايتها.

ولكن هل تستطيع حماس إيجاد أساس للمفاوضات مع إسرائيل؟ مما لا شك فيه أن حماس لم تتنازل عن شعار المقاومة؛ ولكنه رغم هذا عدلت من موقفها من الصراع الفلسطيني الإسرائيلي مع الوقت. بل إن زعماء حماس أعربوا عن دعمهم لإنشاء دولة فلسطين على أساس حدود 1967، على أن تكون القدس الشرقية عاصمة لها.

ويشير هذا التحول التدريجي، مقترناً بتأييد حماس لنهج عباس الدبلوماسي في الأمم المتحدة، إلى أن حماس تعتقد الآن أن الانتصار على إسرائيل عسكرياً أمر غير ممكن. وسوف يكون لزاماً على الزعماء الفلسطينيين والإسرائيليين أن يعملوا على تسوية خلافاتهم والتوصل إلى تسوية دبلوماسية.

لقد أصبحت علامات تحول منظور حماس واضحة بشكل متزايد. فبرغم حفاظ مشعل على موقف متشدد في خطبته في غزة، فإنه في مناقشات خاصة أعرب عن استعداده لقبول قيام دولة فلسطين على أساس حدود 1967. حتى أن مشعل صرح بأنه إذا أعادت إسرائيل النظر في موقفها إزاء مبادرة السلام العربية لعام 2002 ــ التي تدعو العالم العربي إلى الاعتراف بحق إسرائيل في الوجود في مقابل عودة إسرائيل إلى حدود 1967 ــ فإن حماس ستفعل الشيء نفسه.

ولكن على الرغم من ترحيب مشعل بفكرة المفاوضات مع إسرائيل في المستقبل، فإنه أصر على أن الوقت المناسب لم يحن بعد. إن حماس مقتنعة بأن إسرائيل لا تفهم إلا لغة القوة والسلطة، ولن تتفاوض قبل أن تقبل إسرائيل حتمية المطالب الفلسطينية.

ولعل إسرائيل بدأت تستوعب الرسالة. والواقع أن القتال الأخير دفع بعض الساسة الإسرائيليين، مثل جيورا ايلاند مستشار رئيس الوزراء السابق ارييل شارون للأمن القومي، إلى الاعتراف بأن حماس تمثل واقعاً سياسياً لم يعد من الممكن تجاهله. حتى أن ايلاند نصح حكومة إسرائيل بالاعتراف بحكم حماس في غزة، ورفع الحصار، والتفاوض على وقف إطلاق مطول بشكل مباشر مع الحركة. ولكن نجاح مثل هذا النهج يتوقف على استعداد إسرائيل للتعامل مع حماس، التي لا تزال تعتبرها جماعة إرهابية، وعلى إمكانية استمرار الوساطة المصرية.

وهنا، قد تخضع إسرائيل لضغوط متنامية من جانب حليفتها الرئيسية. والواقع أن تقبل أميركا للأحزاب الإسلامية في المنطقة، من حزب النهضة في تونس إلى الإخوان المسلمين في مصر، يشير إلى أن التشكك في الجماعات الإسلامية ربما بدأ يفقد أرضيته. كما يثير نفس الأمر الشكوك حول ما إذا كانت الولايات المتحدة ستحافظ على سياستها الصرامة في عزل حماس.

لقد دلل نجاح الرئيس المصري محمد مرسي في التوسط بين إسرائيل وحماس على أن الإسلاميين من الممكن أن يتخذوا موقفاً مرنا ــ حتى عندما يتعلق الأمر بإسرائيل. وهناك مجال للاعتدال في مواقف الطرفين، ولكن ينبغي للزعماء على الجانبين أن يُمنحوا الأرضية الصحيحة التي يمكنهم انطلاقاً منها إجراء التعديلات اللازمة.

ترجمة: هند علي          Translated by: Hend Ali

Copyright Project Syndicate

مخيمر أبو سعدة أستاذ العلوم السياسية في جامعة الأزهر في غزة.

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La montée en puissance du Hamas

Northern Gaza Strip November 15, 2012
Northern Gaza Strip November 15, 2012. Photo: marsmet543/flickr.

GAZA – Le statut régional du Hamas, le mouvement de résistance palestinien qui gouverne la bande de Gaza depuis 2007, est sorti nettement renforcé du dernier affrontement avec Israël. Dans le même temps, le mouvement est confronté à de nouvelles questions concernant sa capacité à tirer parti des occasions diplomatiques qui s’offre à lui.

La réponse musclée du Hamas à l’opération militaire menée par Israël contre la bande de Gaza en novembre dernier, comprenant des tirs de rockets sur les environs de Tel Aviv et de Jérusalem, a démontré qu’il n’entendait en rien renoncer à sa détermination. Et à la suite de la confrontation armée de huit jours, le chef en exil du Hamas, Khaled Mechaal, qui n’avait jamais auparavant osé se montrer ouvertement aux autorités israéliennes, est entré à Gaza depuis la frontière avec l’Égypte. Accueilli triomphalement dans les rues de Gaza, il a renforcé l’idée – à Gaza même et ailleurs dans le monde – que le Hamas était victorieux.

Au-delà de Gaza, l’émergence de l’islam politique dans les pays du printemps arabe, en particulier en Égypte et en Tunisie, a créé un environnement plus favorable au Hamas. En particulier, les négociations menées au Caire et qui ont permis de conclure un cessez-le-feu avec Israël, comprenaient des contacts diplomatiques de haut niveau entre l’Égypte et le Hamas – un revirement complet par rapport à la position ouvertement anti-Hamas de l’ancien président égyptien Hosni Moubarak.

Des visites de l’émir du Qatar et du ministre turc des Affaires étrangères, et d’autres dirigeants régionaux, à Gaza ont de surcroît conforté le nouveau statut du Hamas. Soutenir le Hamas  permet aujourd’hui aux politiciens de la région d’asseoir leur crédibilité localement et de récolter des donations importantes de la part de pays arabes et musulmans pour financer la reconstruction de Gaza.

Mahmoud Abbas, le président de l’Autorité palestinienne, qui défend les négociations de paix avec Israël et désavoue la lutte armée, est par contre plus isolé que jamais, malgré le succès qu’il a remporté aux Nations unies en obtenant que la Palestine devienne un État observateur non-membre, quelques jours seulement après la fin des affrontements à Gaza. Le Hamas a tout d’abord réagi avec scepticisme à la démarche d’Abbas, pour finalement la soutenir après le cessez-le-feu, en espérant qu’il pourrait tirer parti du nouveau statut de la Palestine.

Mais des événements récents, ainsi que le déclin des moyens financiers de l’Autorité palestinienne, ont nuit à la crédibilité d’Abbas auprès des Palestiniens qui le voient de plus en plus comme un homme acculé. L’annonce par Israël de nouvelles implantations à Jérusalem-Est a encore affaibli sa position. En fait, son mandat arrive à sa fin. La seule question est de savoir qui le remplacera.

Dans l’intervalle, le Hamas tente de convertir sa popularité croissante en gains électoraux. Lors des élections municipales d’octobre dernier en Cisjordanie – les premières en six ans – le Fatah, un parti majoritairement laïc, l’a techniquement emporté, mais la participation de 55 pour cent des électeurs seulement, après un appel au boycott du Hamas, montre que le Fatah perd le soutien de la population. Le Hamas est aujourd’hui largement perçu comme le véritable représentant des ambitions nationales palestiniennes et il est de son côté déterminé à rallier les Palestiniens à son étendard.

Mais le Hamas peut-il trouver une base de discussions avec Israël ? S’il n’a pas renoncé à sa vocation de résistance, il a au cours des années modéré sa position concernant le conflit israélo-palestinien. En fait, les dirigeants du Hamas se sont exprimés en faveur d’un État palestinien dans les frontières de 1967, avec Jérusalem-Est pour capitale.

Ce glissement progressif, combiné à l’approbation de la démarche diplomatique d’Abbas aux Nations unies, laisse à penser que le Hamas n’envisage plus une victoire militaire sur Israël comme une possibilité. Les dirigeants israéliens et palestiniens vont devoir surmonter leurs divergences et trouver un terrain d’entente diplomatique.

Les signes de cette nouvelle approche du Hamas sont de plus en plus perceptibles. Même si Mechaal s’est exprimé en faveur de la ligne dure dans son discours à Gaza, en privé, il a fait savoir qu’il était prêt à accepter un État palestinien basé sur les frontières de 1967. Mechaal a même indiqué que si Israël reconsidérait sa position concernant l’Initiative de paix arabe de 2002 – qui appelle le monde arabe à reconnaître le droit à l’existence d’Israël en échange de son retrait total des Territoires occupés – le Hamas en ferait autant.

Mais bien que Mechaal ait accepté l’idée de futures négociations avec l’État hébreu, il maintient que le moment n’est pas opportun. Le Hamas est convaincu qu’Israël ne comprend que le langage de la force et de la puissance, et il ne négociera pas avec les Israéliens tant que ceux-ci n’acceptent pas la pérennité des demandes palestiniennes.

Israël commence peut-être à le comprendre. En fait, la dernière confrontation a amené certains politiciens israéliens, comme Giora Eiland, un conseiller de sécurité nationale de l’ancien Premier ministre Ariel Sharon, à reconnaître que le Hamas est une réalité politique qui ne peut plus être ignorée. Eiland a même conseillé au gouvernement israélien de reconnaître le gouvernement du Hamas à Gaza, de lever l’état de siège et de négocier un cessez-le-feu durable directement avec le mouvement palestinien. Mais le succès d’une telle approche dépend de la volonté d’Israël d’entamer des discussions avec le Hamas, qu’il considère toujours comme un groupe terroriste, et de la viabilité de la médiation de l’Égypte.

Dans ce contexte, Israël pourrait être soumis à des pressions croissantes de la part de son principal allié. La reconnaissance par les Etats-Unis de partis islamistes dans la région, du Ennahda en Tunisie aux Frères musulmans en Égypte, montre qu’ils ne sont plus aussi hostiles aux groupes islamistes. La question se pose également de savoir si Washington maintiendra sa politique d’isolement du Hamas.

La médiation réussie du président égyptien Mohamed Morsi entre Israël et le Hamas démontre que les islamistes peuvent être flexibles – même lorsque Israël est concerné. Les deux parties ont encore une marge de manœuvre, mais doivent disposer d’une plate-forme permettant de faire les ajustements nécessaires.

Traduit de l’anglais par Julia Gallin

Copyright Project Syndicate

Mkhaimar Abusada est professeur de sciences politiques à l’université Al-Azhar de Gaza.

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Northern Gaza Strip November 15, 2012
Northern Gaza Strip November 15, 2012. Photo: marsmet543/flickr.

GAZA – Le statut régional du Hamas, le mouvement de résistance palestinien qui gouverne la bande de Gaza depuis 2007, est sorti nettement renforcé du dernier affrontement avec Israël. Dans le même temps, le mouvement est confronté à de nouvelles questions concernant sa capacité à tirer parti des occasions diplomatiques qui s’offre à lui.

La réponse musclée du Hamas à l’opération militaire menée par Israël contre la bande de Gaza en novembre dernier, comprenant des tirs de rockets sur les environs de Tel Aviv et de Jérusalem, a démontré qu’il n’entendait en rien renoncer à sa détermination. Et à la suite de la confrontation armée de huit jours, le chef en exil du Hamas, Khaled Mechaal, qui n’avait jamais auparavant osé se montrer ouvertement aux autorités israéliennes, est entré à Gaza depuis la frontière avec l’Égypte. Accueilli triomphalement dans les rues de Gaza, il a renforcé l’idée – à Gaza même et ailleurs dans le monde – que le Hamas était victorieux.

Au-delà de Gaza, l’émergence de l’islam politique dans les pays du printemps arabe, en particulier en Égypte et en Tunisie, a créé un environnement plus favorable au Hamas. En particulier, les négociations menées au Caire et qui ont permis de conclure un cessez-le-feu avec Israël, comprenaient des contacts diplomatiques de haut niveau entre l’Égypte et le Hamas – un revirement complet par rapport à la position ouvertement anti-Hamas de l’ancien président égyptien Hosni Moubarak.

Des visites de l’émir du Qatar et du ministre turc des Affaires étrangères, et d’autres dirigeants régionaux, à Gaza ont de surcroît conforté le nouveau statut du Hamas. Soutenir le Hamas  permet aujourd’hui aux politiciens de la région d’asseoir leur crédibilité localement et de récolter des donations importantes de la part de pays arabes et musulmans pour financer la reconstruction de Gaza.

Mahmoud Abbas, le président de l’Autorité palestinienne, qui défend les négociations de paix avec Israël et désavoue la lutte armée, est par contre plus isolé que jamais, malgré le succès qu’il a remporté aux Nations unies en obtenant que la Palestine devienne un État observateur non-membre, quelques jours seulement après la fin des affrontements à Gaza. Le Hamas a tout d’abord réagi avec scepticisme à la démarche d’Abbas, pour finalement la soutenir après le cessez-le-feu, en espérant qu’il pourrait tirer parti du nouveau statut de la Palestine.

Mais des événements récents, ainsi que le déclin des moyens financiers de l’Autorité palestinienne, ont nuit à la crédibilité d’Abbas auprès des Palestiniens qui le voient de plus en plus comme un homme acculé. L’annonce par Israël de nouvelles implantations à Jérusalem-Est a encore affaibli sa position. En fait, son mandat arrive à sa fin. La seule question est de savoir qui le remplacera.

Dans l’intervalle, le Hamas tente de convertir sa popularité croissante en gains électoraux. Lors des élections municipales d’octobre dernier en Cisjordanie – les premières en six ans – le Fatah, un parti majoritairement laïc, l’a techniquement emporté, mais la participation de 55 pour cent des électeurs seulement, après un appel au boycott du Hamas, montre que le Fatah perd le soutien de la population. Le Hamas est aujourd’hui largement perçu comme le véritable représentant des ambitions nationales palestiniennes et il est de son côté déterminé à rallier les Palestiniens à son étendard.

Mais le Hamas peut-il trouver une base de discussions avec Israël ? S’il n’a pas renoncé à sa vocation de résistance, il a au cours des années modéré sa position concernant le conflit israélo-palestinien. En fait, les dirigeants du Hamas se sont exprimés en faveur d’un État palestinien dans les frontières de 1967, avec Jérusalem-Est pour capitale.

Ce glissement progressif, combiné à l’approbation de la démarche diplomatique d’Abbas aux Nations unies, laisse à penser que le Hamas n’envisage plus une victoire militaire sur Israël comme une possibilité. Les dirigeants israéliens et palestiniens vont devoir surmonter leurs divergences et trouver un terrain d’entente diplomatique.

Les signes de cette nouvelle approche du Hamas sont de plus en plus perceptibles. Même si Mechaal s’est exprimé en faveur de la ligne dure dans son discours à Gaza, en privé, il a fait savoir qu’il était prêt à accepter un État palestinien basé sur les frontières de 1967. Mechaal a même indiqué que si Israël reconsidérait sa position concernant l’Initiative de paix arabe de 2002 – qui appelle le monde arabe à reconnaître le droit à l’existence d’Israël en échange de son retrait total des Territoires occupés – le Hamas en ferait autant.

Mais bien que Mechaal ait accepté l’idée de futures négociations avec l’État hébreu, il maintient que le moment n’est pas opportun. Le Hamas est convaincu qu’Israël ne comprend que le langage de la force et de la puissance, et il ne négociera pas avec les Israéliens tant que ceux-ci n’acceptent pas la pérennité des demandes palestiniennes.

Israël commence peut-être à le comprendre. En fait, la dernière confrontation a amené certains politiciens israéliens, comme Giora Eiland, un conseiller de sécurité nationale de l’ancien Premier ministre Ariel Sharon, à reconnaître que le Hamas est une réalité politique qui ne peut plus être ignorée. Eiland a même conseillé au gouvernement israélien de reconnaître le gouvernement du Hamas à Gaza, de lever l’état de siège et de négocier un cessez-le-feu durable directement avec le mouvement palestinien. Mais le succès d’une telle approche dépend de la volonté d’Israël d’entamer des discussions avec le Hamas, qu’il considère toujours comme un groupe terroriste, et de la viabilité de la médiation de l’Égypte.

Dans ce contexte, Israël pourrait être soumis à des pressions croissantes de la part de son principal allié. La reconnaissance par les Etats-Unis de partis islamistes dans la région, du Ennahda en Tunisie aux Frères musulmans en Égypte, montre qu’ils ne sont plus aussi hostiles aux groupes islamistes. La question se pose également de savoir si Washington maintiendra sa politique d’isolement du Hamas.

La médiation réussie du président égyptien Mohamed Morsi entre Israël et le Hamas démontre que les islamistes peuvent être flexibles – même lorsque Israël est concerné. Les deux parties ont encore une marge de manœuvre, mais doivent disposer d’une plate-forme permettant de faire les ajustements nécessaires.

Traduit de l’anglais par Julia Gallin

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Mkhaimar Abusada est professeur de sciences politiques à l’université Al-Azhar de Gaza.

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