El problema de los Estados Unidos con China

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18th National Congress of the Communist Party of China. Photo: Voice of America/Wikimedia Commons

WASHINGTON, D.C. – Xi Jinping, Presidente de China recién ungido, hizo su primera visita a los Estados Unidos en mayo de 1980. Era un funcionario de 27 años de edad y de bajo rango que acompañaba a Geng Biao, entonces Viceprimer Ministro y militar principal de China. Geng había sido mi anfitrión el mes de enero anterior, cuando fui el primer Secretario de Defensa de los EE.UU. que visitó China, como interlocutor en representación del gobierno de Jimmy Carter.

En aquella época, los americanos tenían pocos motivos para fijarse en Xi, pero sus superiores vieron claramente su valía. En los treinta y dos años posteriores, su importancia aumentó, junto con la fuerza militar y económica de China. El ascenso de su cohorte de edad a la cima del poder señala la jubilación de la última generación de dirigentes designados por Deng Xiaoping (aunque siguen teniendo influencia).

Pese al mayor peso de China en los asuntos mundiales, Xi afronta tensiones internas que vuelven a su país más frágil de lo que se suele creer. Su modelo económico, impulsado por la exportación, ha llegado a sus límites y la transición al crecimiento impulsado desde el interior está intensificando las fricciones internas. Afrontar el malestar mediante la represión resulta más difícil que en el pasado, pues la rapidez de la urbanización, la reforma económica y el cambio social agita a un país de 1.300 millones de personas. También los conflictos étnicos en regiones remotas pondrán a prueba el dominio político de Xi.

La política exterior de China es otro motivo de preocupación… en particular, para los EE.UU. La Historia nos enseña que las potencias en ascenso compiten inevitablemente con las que encabezan el status quo y que ese conflicto provoca con frecuencia guerras.

De momento, el gran desequilibrio comercial bilateral ha exacerbado las tensiones EE.UU.-China y sólo se puede reducirlo de forma segura mediante cambios en las actitudes de las dos partes… o, sin seguridad, mediante una peligrosa corrección impulsada por la crisis.

De forma más inmediata, las reivindicaciones territoriales de China –en particular, en el mar de la China Meridional, pero también respecto de su frontera con la India– y sus medidas encaminadas a extender su influencia en los países vecinos obligarán a los EE.UU. a afrontar dos riesgos globales. El primero es el enfrentamiento, que podría producirse directamente o a consecuencia de que los EE.UU. se vieran envueltos en los conflictos entre China y sus vecinos.

El otro riesgo es el de que el Japón, Corea del Sur, Vietnam, las Filipinas, Tailandia o Myanmar lleguen a quedar bajo la órbita estratégica de China. Muchos de esos países apelarán a los EE.UU. como contrapeso estratégico, en caso de que China intente imponer su dominio local, pero algunos pueden concluir que es más seguro permanecer próximos a China que alejados de ella, porque sus economías dependen en gran medida del comercio chino.

Como muestran acontecimientos recientes habidos en los mares de la China Oriental y Meridional, este país a veces intenta someter por la fuerza a sus vecinos. Los EE.UU. tendrán que reaccionar al respecto para defender sus intereses y a sus aliados, pero con acciones moduladas para limitar las preocupaciones chinas.

Una forma de hacerlo es la de entender los motivos de China. El avance de China con miras a ejercer la dirección económica y política del Asia oriental y el aumento de su capacidad militar en ella es inevitable, pero el mundo puede confiar en que los EE.UU. seguirán siendo más fuertes, más ricos y más influyentes en los asuntos mundiales que China incluso en 2030. Así, pues, conviene que no haya reacciones americanas exageradas, ya que podrían contribuir a una espiral descendente y cada vez más peligrosa en las relaciones bilaterales, como la habida entre Gran Bretaña y Alemania antes de las conflagraciones de la primera mitad del siglo XX.

Tal vez la forma mejor de evitar el enfrentamiento sea la de cooperar en materia de amenazas exteriores compartidas, muy en particular la proliferación nuclear, el cambio climático planetario y el extremismo islámico, pero el de llegar a 2030 sin un enfrentamiento importante será un gran logro. Si bien es probable que los EE.UU. conserven la superioridad en materia de potencia militar durante al menos otros 25-30 años, una guerra asimétrica podría minar la ventaja de los Estados Unidos, si China lanzara ciberataques a los sistemas electrónicos y de satélites de los EE.UU., junto con ataques a las infraestructuras.

Como reacción ante la capacidad de China para proyectar su potencia a muchos centenares de kilómetros de sus fronteras, los EE.UU. (como llevo veinticinco años diciendo) deben crear un bombardero de largo alcance que pueda superar defensas de tecnología avanzada y lanzar gran potencia de fuego. Al trasladarse los intereses en materia de seguridad de los EE.UU. al Pacífico, los americanos cuentan ahora con bases terrestres avanzadas y flotas de portaviones cada vez más vulnerables, con aviones tácticos que tienen un radio de combate de entre 300 y 500 millas (482-805 kilómetros), pero un bombardero de largo alcance sería más rentable que los bombarderos a larga distancia con misiles de crucero y, a diferencia de los bombarderos tácticos de corto alcance, sus bases serían invulnerables al ataque.

Ahora bien, en este momento el imperativo más importante de los Estados Unidos es el de poner en orden su economía y su gobernación. Creo que pueden hacerlo, pero, si no lo hacen y hasta que así sea, concediendo al Presidente Barack Obama una base firme desde la que tratar con Xi cuestiones que requieren capacidad de dirección internacional, la posibilidad de que haya problemas entre los EE.UU. y China seguirá aumentando.

Traducido del inglés por Carlos Manzano.

Copyright Project Syndicate


Harold Brown, Secretario de Defensa de los Estados Unidos durante el gobierno de Carter, es miembro de la Junta de Política de Defensa y autor, junto con Joyce Winslow, de Star Spangled Security: Applying Lessons Learned Over Six Decades Safeguarding America (“La seguridad de los Estados Unidos. La aplicación de las enseñanzas que se desprenden tras más de seis decenios salvaguardándola”).

For further information on the topic, please view the following publications from our partners:

EAI US-China Relations Statement Factsheet (July 2012)

EAI US-China Relations Statement Factsheet (June 2012)

EAI US-China Relations Statement Factsheet (May 2012)


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