EE.UU. y Corea del Sur: Una muestra de poder pero el tiempo se agota

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US troops rendering honors to the Republic of Korea Navy destroyer (ROKS). Photo: US Navy/flickr

La tercera prueba nuclear de Corea del Norte proporcionó la oportunidad ideal para que los Estados Unidos y Corea del Sur respondan con sus propias muestras de fuerza militar. Dos días después de la prueba, Corea del Sur mostró un misil de crucero [en] que Seúl aduce puede alcanzar blancos en cualquier parte del Norte. Este mes fue también la primera vez en casi dos décadas que un submarino nuclear norteamericano armado con misiles de crucero Tomahawk entró en aguas surcoreanas.

Así, el ciclo interminable de provocación norcoreana, ejercicios militares conjuntos y guerra verbal continúa. Sin embargo, sigue siendo difícil encontrar un buen análisis sobre los próximos pasos que se deben tomar para hacer frente al impase en la Península.

El prominente bloguero surcoreano, ImPeter, por ejemplo, argumentó en contra [ko] de ataques preventivos contra las instalaciones nucleares del Norte, una estrategia que el Ministerio de Defensa recientemente etiquetó como ‘cadena de destrucción’ [en]. En su lugar, Seúl tiene que desarrollar un mejor plan de respaldo que simplemente confíe en el “paraguas nuclear” proporcionado por los Estados Unidos. ImPeter también afirma que a pesar los sistemas de misiles antibalísticos surcoreanos están mejorando, todavía hay un margen importante de error que puede tener consecuencias mortales:

Hay tantos factores incontrolables en una guerra que no pueden predecirse, incluso con una cuidadosa consideración de todos los datos que podemos juntar. Una vez que nuestras predicciones fallen, el daño podría ser catastrófico […] Cuando Corea del Norte siguió adelante con sus pruebas nucleares, todos los medios de comunicación repitieron que Corea del Sur podría lanzar ataques preventivos [sobre las armas nucleares de Corea del Norte]. Pero nunca mencionaron la posibilidad de que estos ataques pudieran fallar y llevar a consecuencias más graves – tal vez una guerra total.

De hecho, los comentaristas también advierten [en] que no importa cuán fuertemente los EE.UU. y sus aliados ejerzan presión sobre Pyongyang, el Norte tiene suficiente artillería (sin armas nucleares) para atacar y causar un daño considerable a Seúl.

Migukin discutía [en] en Asia Pundits la posibilidad de guerra en la península coreana:

Ahora, para mí, la gran pregunta es ¿por qué entre todas las cosas el Norte querría iniciar una guerra, para empezar? Lo único que puedo pensar es que una vez que consigan unas pocas armas nucleares y se sientan cómodos con tener la capacidad de golpear a los EE.UU. con ellas, puedan sentir que es su prueba de fallos final. Eso es lo que realmente me preocupa. Que el Norte está cerca de dejar de ser un “actor racional”, y que una vez que sientan que realmente pueden afectar a los EE.UU. con una bomba nuclear, ataquen al Sur pensando que realmente pueden ser capaces de lograr la unificación en sus términos.
Podría ver algo como esto sucediendo: China finalmente se harta del Norte, deja de darles ayuda alimentaria y el Norte se vuelve loco, atacando de frustración. (Otro escenario que he oído es que el Norte haría una descarga de artillería sobre Seúl para luego simplemente detenerse, sintiendo que lograron su punto.)

Sobre la base de estas sombrías predicciones, la desnuclearización de Corea del Norte, un tema importante desde hace décadas, ahora parece ser una perspectiva tenue y distante. De hecho, se ha informado que el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, ha abandonado la esperanza de desnuclearización [en], una opinión compartida por toda la comunidad internacional. En un artículo para el Instituto Real de Servicios Unidos, Edward Schwarck y Andrea Berger argumentaron [en]:

La diferencia en esta ocasión, sin embargo, es que el programa nuclear del Norte ya no puede ser negociable […] En los últimos años, el compromiso se ha centrado en lo nuclear. Pero el cambio en la retórica de Pyongyang sobre la desnuclearización sugiere que esto puede no ser un enfoque viable para Occidente y sus aliados. […] Pyongyang ha tomado intencionalmente la propia retórica de Occidente para poner de relieve una doble moral con la que las armas nucleares de los Estados difícilmente pueden discutir. La lógica presentada por el régimen norcoreano es compartida por Washington, Londres y París: un estado con armas nucleares que busque garantizar la seguridad de sus ciudadanos debe mantener una disuasión creíble en tanto que los otros siguan poseyendo armas nucleares.

James Acton en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional sugirió [en] un enfoque más sutil para cambiar el enfoque de la desnuclearización a la no proliferación.

Aunque sobornar periódicamente a Pyongyang para que suspenda los ensayos nucleares y de misiles puede retrasar el programa, el régimen de Corea del Norte parece haber llegado a la conclusión que las armas nucleares son, sencillamente, demasiado vitales para su propia supervivencia como para negociar su desaparición […] Los Estados Unidos no deberían renunciar oficialmente a la política de desnuclearización o públicamente “aceptar” a Corea del Norte como un legítimo estado con armas nucleares. Sin embargo, necesita reenfocar sus esfuerzos en objetivos más alcanzables: la disuasión y la no proliferación. Los planes de los Estados Unidos y sus aliados para disuadir a Corea del Norte están relativamente avanzados. Por el contrario, mientras que el desafío de la proliferación derivada de Corea del Norte no ha sido totalmente ignorado, no ha atraído nada como la atención o la energía que merece.

Acton aconseja a los Estados Unidos consultar con los países relevantes, especialmente China, acerca de frenar el ritmo de desarrollo nuclear de Corea del Norte y tener más conversaciones.

El controvertido programa nuclear de Corea del Norte seguirá siendo un tema en los círculos políticos, militares y diplomáticos en el futuro previsible. Pero el tiempo se está acabando para Corea del Sur y los EE.UU. para hacer frente a Corea del Norte con buenas cartas en la mano.

La tercera prueba nuclear de Corea del Norte proporcionó la oportunidad ideal para que los Estados Unidos y Corea del Sur respondan con sus propias muestras de fuerza militar. Dos días después de la prueba, Corea del Sur mostró un misil de crucero [en] que Seúl aduce puede alcanzar blancos en cualquier parte del Norte. Este mes fue también la primera vez en casi dos décadas que un submarino nuclear norteamericano armado con misiles de crucero Tomahawk entró en aguas surcoreanas.

Así, el ciclo interminable de provocación norcoreana, ejercicios militares conjuntos y guerra verbal continúa. Sin embargo, sigue siendo difícil encontrar un buen análisis sobre los próximos pasos que se deben tomar para hacer frente al impase en la Península.

El prominente bloguero surcoreano, ImPeter, por ejemplo, argumentó en contra [ko] de ataques preventivos contra las instalaciones nucleares del Norte, una estrategia que el Ministerio de Defensa recientemente etiquetó como ‘cadena de destrucción’ [en]. En su lugar, Seúl tiene que desarrollar un mejor plan de respaldo que simplemente confíe en el “paraguas nuclear” proporcionado por los Estados Unidos. ImPeter también afirma que a pesar los sistemas de misiles antibalísticos surcoreanos están mejorando, todavía hay un margen importante de error que puede tener consecuencias mortales:

Hay tantos factores incontrolables en una guerra que no pueden predecirse, incluso con una cuidadosa consideración de todos los datos que podemos juntar. Una vez que nuestras predicciones fallen, el daño podría ser catastrófico […] Cuando Corea del Norte siguió adelante con sus pruebas nucleares, todos los medios de comunicación repitieron que Corea del Sur podría lanzar ataques preventivos [sobre las armas nucleares de Corea del Norte]. Pero nunca mencionaron la posibilidad de que estos ataques pudieran fallar y llevar a consecuencias más graves – tal vez una guerra total.

De hecho, los comentaristas también advierten [en] que no importa cuán fuertemente los EE.UU. y sus aliados ejerzan presión sobre Pyongyang, el Norte tiene suficiente artillería (sin armas nucleares) para atacar y causar un daño considerable a Seúl.

Migukin discutía [en] en Asia Pundits la posibilidad de guerra en la península coreana:

Ahora, para mí, la gran pregunta es ¿por qué entre todas las cosas el Norte querría iniciar una guerra, para empezar? Lo único que puedo pensar es que una vez que consigan unas pocas armas nucleares y se sientan cómodos con tener la capacidad de golpear a los EE.UU. con ellas, puedan sentir que es su prueba de fallos final. Eso es lo que realmente me preocupa. Que el Norte está cerca de dejar de ser un “actor racional”, y que una vez que sientan que realmente pueden afectar a los EE.UU. con una bomba nuclear, ataquen al Sur pensando que realmente pueden ser capaces de lograr la unificación en sus términos.
Podría ver algo como esto sucediendo: China finalmente se harta del Norte, deja de darles ayuda alimentaria y el Norte se vuelve loco, atacando de frustración. (Otro escenario que he oído es que el Norte haría una descarga de artillería sobre Seúl para luego simplemente detenerse, sintiendo que lograron su punto.)

Sobre la base de estas sombrías predicciones, la desnuclearización de Corea del Norte, un tema importante desde hace décadas, ahora parece ser una perspectiva tenue y distante. De hecho, se ha informado que el presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, ha abandonado la esperanza de desnuclearización [en], una opinión compartida por toda la comunidad internacional. En un artículo para el Instituto Real de Servicios Unidos, Edward Schwarck y Andrea Berger argumentaron [en]:

La diferencia en esta ocasión, sin embargo, es que el programa nuclear del Norte ya no puede ser negociable […] En los últimos años, el compromiso se ha centrado en lo nuclear. Pero el cambio en la retórica de Pyongyang sobre la desnuclearización sugiere que esto puede no ser un enfoque viable para Occidente y sus aliados. […] Pyongyang ha tomado intencionalmente la propia retórica de Occidente para poner de relieve una doble moral con la que las armas nucleares de los Estados difícilmente pueden discutir. La lógica presentada por el régimen norcoreano es compartida por Washington, Londres y París: un estado con armas nucleares que busque garantizar la seguridad de sus ciudadanos debe mantener una disuasión creíble en tanto que los otros siguan poseyendo armas nucleares.

James Acton en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional sugirió [en] un enfoque más sutil para cambiar el enfoque de la desnuclearización a la no proliferación.

Aunque sobornar periódicamente a Pyongyang para que suspenda los ensayos nucleares y de misiles puede retrasar el programa, el régimen de Corea del Norte parece haber llegado a la conclusión que las armas nucleares son, sencillamente, demasiado vitales para su propia supervivencia como para negociar su desaparición […] Los Estados Unidos no deberían renunciar oficialmente a la política de desnuclearización o públicamente “aceptar” a Corea del Norte como un legítimo estado con armas nucleares. Sin embargo, necesita reenfocar sus esfuerzos en objetivos más alcanzables: la disuasión y la no proliferación. Los planes de los Estados Unidos y sus aliados para disuadir a Corea del Norte están relativamente avanzados. Por el contrario, mientras que el desafío de la proliferación derivada de Corea del Norte no ha sido totalmente ignorado, no ha atraído nada como la atención o la energía que merece.

Acton aconseja a los Estados Unidos consultar con los países relevantes, especialmente China, acerca de frenar el ritmo de desarrollo nuclear de Corea del Norte y tener más conversaciones.

El controvertido programa nuclear de Corea del Norte seguirá siendo un tema en los círculos políticos, militares y diplomáticos en el futuro previsible. Pero el tiempo se está acabando para Corea del Sur y los EE.UU. para hacer frente a Corea del Norte con buenas cartas en la mano.


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